domingo, 31 de marzo de 2013

Incidental Comics, de nuevo

  Nadie que no haya dedicado parte de su vida a la socialmente ingrata tarea de escribir sabe tan bien cuáles son los pasos, las dudas, los problemas... Grant Snider lo sintetiza francamente bien:
 

Ahora leyendo: "El desprecio", de Alberto Moravia

  Otro de los grandes escritores italianos del siglo XX, junto con Primo Levi, Cesare Pavese, Gabriele D'Annunzio, Edmundo de Amicis o Umberto Eco. Lo primero que leo de él.
   Moravia era un escritor radicalmente moderno, sus novelas se ambientan en época contemporánea, los problemas que afrontan sus personajes son semejantes a los que podrían afrontar cualquier ciudadano de a pie de un país del sur de Europa. Su estilo era realista, teniendo en cuenta que escribió en los cincuenta del pasado siglo y la temática social, muchos no han dudado en clasificarlo de neorrealismo, equivalente al de cineastas como Luchino Visconti, Roberto Rossellini, Vittorio de Sica o Federico Fellini, que a tan altas cotas de calidad llevaron el cine italiano de posguerra; de hecho no es de extrañar que varias novelas suyas fueran llevadas a la gran pantalla, entre ellas El desprecio, adaptada por el gran Jean Luc Goddard, con Brigitte Bardot y Michel Piccoli, con un cameo del mismísimo Fritz Lang interpretándose a sí mismo.
   Las novelas de Moravia tienen un deje existencialista muy marcado, con personajes que se dejan la vida en tratar de entender la propia vida -valga el juego de palabras-; también hay una ácida crítica a la sociedad europea del momento -tan parecida, por otra parte, a la actual- con su hipocresía, su afán de notoriedad, su mezquindad existencial... La sexualidad explícita, aunque no pornográfica, de sus personajes también está presente, como una dimensión inalienable del ser humano... no en vano, el propio Alberto Moravia tuvo varias esposas a lo largo de su vida, las últimas, todo hay que decirlo, con una enorme diferencia de edad con él mismo.

viernes, 29 de marzo de 2013

Ahora leyendo: "La muerte en Venecia", de Thomas Mann

  Después de haber leído La montaña mágica me adentro en una novela de mucho menor desarrollo -en tiempos pasados hubiera sido clasificada como relato o como mucho novela breve-, La muerte en Venecia:
   En ambas obras se aprecia una lucha interior muy notable en el autor, fundamentalmente porque los protagonistas son, para mí al menos es claro, su álter ego. En La montaña mágica, el protagonista, Hans Castorp, era el joven idealista que no ceja en defender la invariabilidad de sus creencias mientras que el mundo exterior se muestra más flexible, menos dogmático; Castorp  no acepta inicialmente la relatividad del tiempo que una y otra vez le explican los internos del sanatorio antituberculoso, ni la futilidad de las relaciones sociales, que van y vienen cual veleta. En La muerte en Venecia, es más obvia si cabe la identidad autor-protagonista, aquí, Gustavo Von Aschenbach es un escritor reconocido que, en su madurez, cambia sus hábitos burgueses, su bien amada rutina vital por una locura, un hálito de vida: la relación homosexual -plátónica, eso sí- con un joven polaco; nada de extrañar, pues, según sus más acreditados biógrafos, Mann luchó toda su vida por soterrar sus impulsos homosexuales bajo una "aparentemente intachable" reputación.
   Mann fue probablemente educado en el más rancio clasicismo alemán -valga la expresión-, un clasicismo que puede que derive del ideal del Sacro Imperio Germánico hasta quizás nuestros días -al menos hasta mitad del siglo XX-. Puede que para los pueblos del sur de Europa este clasicismo haya pasado inadvertido y, por el contrario, se haya considerado a los pueblos germánicos como esencialmente prácticos, industriales y materialistas... nada más lejos de la verdad, al menos hasta el siglo XX, la rigidez idealista alemana promovía el cultivo de los grandes principios de la antigüedad, el respeto a la sacrosanta tradición e incluso, permítaseme citarlo, la superioridad moral de la raza germánica -obviamente esto quedó trágicamente patente en la mitad del siglo XX-; pues bien, Mann bebió de aquella fuente, y contradijo con su vida, o al menos con sus sentimientos toda esta teoría. Para ilustrarlo copiaré un fragmento de La muerte en Venecia en la que Mann describe a su álter ego en la ficción:
  Gustavo Aschenbach había nacido en L., capital de distrito de la provincia de Silesia. Hijo de un alto funcionario judicial, sus ascendientes fueron funcionarios públicos, hombres que habían vivido una vida disciplinada y sobria, al servicio del Estado y el rey. La espiritualidad de la familia había cristalizado una vez en la persona de un autor. En la generación precedente, la sangre alemana de sus antepasados se mezcló con la sangre más viva y sensual de la madre del escritor, hija de un director de orquesta bohemio.

jueves, 28 de marzo de 2013

"Amphigorey again", de Edward Gorey

  La cuarta y última recopilación del gran maestro de lo tétrico y lo sarcástico, el gusto por lo diferente y lo marginal, lo oscuro y lo barroco, lo victoriano y lo inusual, las antiguas tarjetas de presentación y las  rimas consonantes evidentes... el gran Edward Gorey.
   He de reconocer, no obstante, que esta recopilación tiene una calidad inferior a las otras, en particular a la primera recopilación que es difícilmente superable. Un "autor gráfico" -utilizo esa expresión tan extraña porque, en mi opinión, Gorey es más que un dibujante y no es exactamente un escritor- que ha  marcado a muchos historietistas, cineastas, escritores que ahondan en esa atracción por lo gótico, tan en boga en nuestros días.
   La genialidad de Gorey parte de su originalidad radical, de su afán por diferenciarse de todo y de todos; algo que, quizás, sea lo único que merezca la pena hacerse en la creación artística, ya tan trillada.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Ahora leyendo: "El reino de este mundo", de Alejo Carpentier

  Uno de los autores latinoamericanos que hicieron (o colaboraron culturalmente a hacer) aquella patria que hoy parece destinada a olvidarse salvo en ciertos ámbitos políticos, América Latina (los españoles suelen decir Hispanoamérica, la vanidad les pierde). Alejo Carpentier, sin embargo, ni siquiera nació en América, sino en Suiza y tampoco era hijo de latinoamericanos, sino de un francés y una rusa; pero vivió en Cuba toda su infancia y juventud, y se sentía cubano y latinoamericano, orgulloso de pertenecer a un continente mestizo, hijo a su vez de mezcla de otros mestizos... Mestizaje racial, pero sobre todo mestizaje cultural que permite beber de todas las culturas más importantes del mundo occidental.
  Hoy, no obstante, este concepto de América mestiza -quizá en muchos corazones nunca se aceptó- ha caído en desgracia, los nacionalismos de frontera, los chovinismos, los patrioterismos han prendido allí como siempre prendieron, por desgracia, en Europa; no es de extrañar, por tanto, que países hermanos y limítrofes ni siquiera tengan relaciones diplomáticas o que sus ciudadanos se insulten y maltraten por el hecho de haber nacido a uno u otro lado de una línea imaginaria.
   El reino de este mundo está considerada como la mejor novela de Carpentier. Con una prosa muy barroca, característica de la que estaba orgulloso y que estimaba era una característica fundamental de esa literatura latinoamericana, describe la emancipación de los pueblos de América del yugo colonial ejemplificado en la Revolución haitiana. 

martes, 26 de marzo de 2013

Ahora leyendo: "Mazurca para dos muertos", de Camilo José Cela

  Y pensar la cantidad de críticos literarios que malgastan sus vidas elaborando complejas teorías literarias, examinando con microscopio todas las obras de un gran autor consagrado como Cela, elucubrando sobre el significado último de la más mínima frase de una novela... todo para nada, para no entender ni mu, para confundir la intencionalidad del autor con sus vanidades hiperdesarrolladas... en fin, si por lo menos les pagan, podrán permutar ese salario por un plato de lentejas, que si no...
  Mazurca para dos muertos no tiene nada que ver con La colmena o con La familia de Pascual Duarte o quizás sí: en principio no tiene nada que ver porque no hay una estructura lineal típica de la novela del XIX,  o porque no está tan claro el tremendismo que marca esas dos obras; pero sí tiene que ver en que comparte la descripción de la vida, sin florituras, sin hipocresías, mostrándola tal como es, con su sexualidad omnipresente, una sexualidad animal, instintiva; con sus vidas y muertes casi aleatorias, como si no hubiese razón para vivir o para morir ahora mismo... los personajes de Mazurca para dos muertos tienen más de animales que de seres humanos, al menos de seres humanos como nos han sido descritos por la concepción teísta de la vida -la de ser hechos a imagen y semejanza de un Dios-.
   La grandeza de Cela consiste en sobreponerse a esa bienintencionada labor del escritor honesto, que trata de contar "su" historia, pero siempre haciendo concesiones hacia el lector para que lo pueda entender y compartir; no, Cela escribe como quiere, como si nadie fuera a leerlo, sin mezquindades mercantiles ni sociales.

lunes, 25 de marzo de 2013

Exclusividades y concesiones

    Esa es la vida de buena parte de nuestra sociedad; algunos de estas exclusividades tienen siglos o incluso milenios, y les aporta toda suerte de comodidades materiales. Exclusividad tienen los curas para hablar con Dios, que, aunque es el Padre de todos, solo escucha a los que llevan alzacuellos... por supuesto hay que mantenerlos económicamente por ello. Exclusividad tienen un puñado de familias para "administrarnos y regirnos", claro está que ellos están más dotados que nadie para esas labores, pues las han heredado de sus mayores, y claro está también se han de mantener pecuniariamente por encima del resto de los mortales. Esa es nuestra sociedad, la de las exclusividades, concesiones y privilegios.

domingo, 24 de marzo de 2013

Feria del libro antiguo y de ocasión, Valladolid 2013

  No son muchas casetas, ocho de librerías de la ciudad y el resto de fuera, pero siempre es un gustazo este tipo de ferias. Puede que no se encuentre mucho, pero la tentación de encontrar algún libro perdido desde la infancia o encontrar viejas joyas que alguien ha desapreciado (nótese la sutil diferencia entre despreciar y desapreciar, consúltese) es francamente interesante.
Gracias especiales a la fotógrafa (sí, la RAE admite el femenino)
Gracias especiales a la fotógrafa (sí, la RAE admite el femenino)
   Me gusta especialmente que estas ferias sean en primavera y en otoño, sobre todo cuando el tiempo está lluvioso... siempre pensé que los libros viejos y las nubes hacen buena mezcla... maridaje dirán los horteras de hoy.

sábado, 23 de marzo de 2013

Ahora leyendo: "Historias de San Petersburgo", de Nikolai Gogol

  Se le considera uno de los grandes escritores rusos, junto con Pushkin -de quien fue amigo-, Pasternak, Tolstoi, Dostoievsky, Chéjov o Gorki entre otros; parece ser que Nikolai Gogol era más ucraniano que ruso (no solo de nacimiento sino de origen, aunque son dos naciones con muy profundos lazos comunes que, a fecha de hoy, todavía son producto de discusiones acerca del uso de una lengua u otra en el parlamento de Kiev) e incluso que tenía orígenes polacos... fuera como fuese, él se sentía ruso -quizás muchos ucranianos de origen ruso consideren Ucrania como una región rusa- y en lengua rusa escribió siempre.
  Solo leí Taras Bulba que, según parece, no tiene mucho en común con el resto de su obra. Taras Bulba es una novela realista con rasgos historicistas que rayan en el género épico; narra las belicosas aventuras de un cacique cosaco -del cual el título es epónimo- y sus hijos, Andréi y Ostap.
  El resto de su obra tiene más claras raíces en el Romanticismo literario propio de finales del XVIII y principio del XIX.
  Según sus biógrafos, Nikolai Gogol se debatió toda su vida entre el amor a la literatura y el teatro inculcado por su padre y la superstición  y las leyendas que le enseñó su madre; esta mezcla tan aparentemente contradictoria en un pasado, no lo era tanto en el Romanticismo, en el que los temas populares, especialmente aquellos que tenían que ver con el sentimiento y no con la razón tomaron una preponderancia notable.
   Me adentro pues en otra aventura literaria rusa,  y me apresto a enfrentarme con la prolija y barroca prosa rusa que favorece una lectura lenta pero "jugosa".

martes, 19 de marzo de 2013

Ahora leyendo: "La casa en el confín de la Tierra", de William H. Hodgson

  Otro autor de esos pertenecientes al llamado "círculo de Lovecraft", una suerte de grupo de escritores anglosajones de uno y otro lado del océano especialmente dotados para la fantasía y el terror.
   Y de nuevo publicado por Valdemar, una editorial joven a la que debemos mucho los amantes del género de terror, ya que están sacando a la luz un buen número de autores que habían quedado totalmente olvidados o como mucho editados deficientemente hace décadas.
  Hodgson es autor de relatos y novelas pobladas por seres fantásticos, en las que protagonistas "normales y corrientes" tienen experiencias aterradoras en rincones románticos -en el sentido estético, no afectivo- con esas criaturas infernales. Se dice que Lovecraft pudo inspirarse en La casa en el confín de la Tierra para escribir Los mitos de Cthulhu.
     Lamentablemente, la creatividad de William Hope Hodgson fue aniquilada en una de las actividades más primitivas y animalescas de entre las practicadas por el ser humano: la guerra; concretamente, una granada explosiva al servicio del káiser Guillermo le segó la vida y nos privó de otros excelentes relatos en la localidad flamenca de Ypres en el año 18.

lunes, 18 de marzo de 2013

Perlas de Ambrose Bierce

  Alguna que otra entrada como esta caerán para demostrar el profundo conocimiento del ser humano del que hace gala Bierce.

  Aberración:
  Cualquier desviación observable en otra persona respecto al modo de pensar de uno mismo.

  Abogado:
  Alguien especializado en zafarse de la ley.

  Adorar:
  Adular esperando algo a cambio.

  Al aire libre:
  Esa parte del entorno de uno por la que ningún gobierno ha logrado aún cobrar impuestos.

  Antiamericano:
  Malvado, intolerable, herético.

  Autoestima:
  Una antovaloración equivocada.

  Seguirá... 

domingo, 17 de marzo de 2013

Ahora leyendo: "Diccionario del diablo", de Ambrose Bierce

  De nuevo Bierce. Esta vez con la que es considerada su mejor obra, un montón de aforismos recogidos como vocablos de un diccionario.
   La genialidad y el sarcasmo de Ambrose Bierce hacen que no se pueda leer sin una sonrisa... ¡qué gran conocedor del alma humana! Bierce es uno de esos misántropos audaces; reduce a cenizas toda vanidad humana, probablemente el peor de los pecados humanos, toda vez que se constata una y otra vez la mezquindad del hombre.

sábado, 16 de marzo de 2013

Ahora leyendo: "Gabrielle de Bergerac", de Henry James

  Comienzo con Gabrielle de Bergerac, de James. Un autor a medio camino entre su Nueva York natal y Londres, camino no geográfico que lo situaría en mitad del Atlántico sino cultural, un yanqui -en el sentido exacto del término, alguien natural del noreste de Estados Unidos- enamorado de la más rancia cultura inglesa.
   Tanto es así, que para muchos críticos literarios anglosajones, James es incluido entre los escritores victorianos, por su estilo, su prosa barroca y lenta, sus temas sociales ambientados en Inglaterra... todo esto en un americano. No es una excepción, en la metrópoli de nuestros tiempos -con el permiso de la inmensa potencia emergente, China, que Dios nos asista cuando esta última pase a ser nuestra metrópoli- es muy frecuente que en el noreste, principalmente Nueva Inglaterra, pero no solo, también Nueva York e ingluso Washington, muchos de sus más aclamados intelectuales tengan una vieja añoranza romántica de "la vieja Europa", especialmente de la "pérfida Albión"; nada que ver con aquellos del sur -tejanos y demás morralla- o los avasalladores del oeste -léase californianos-.
  Gabrielle de Bergerac es considerada una de las novelas más románticas de Henry James, según dice con profunda influencia de Jane Austen; a diferencia de la mayor parte de sus obras, ésta está ambientada en Francia, donde una joven señorita aristócrata sufre los desmanes de una vida prefijada y aburrida contando un carácter vividor y rebelde.

viernes, 15 de marzo de 2013

Jean Genet

  L'enfant terrible  de la literatura europea de todos los tiempos, provocador, inteligente, amante de lo sórdido... Jean Genet es un creador imprescindible, en mi opinión más en teatro que en narrativa, pero imprescindible al fin para entender la revolución literaria que se llevó a cabo en el siglo XX. Su proyección de lo más sórdido, lo más brutal, lo más descarnado no es accidental, busca redimir a la sociedad encontrando la belleza en el mal, lo sublime en lo más oscuro...
  Leyendo Diario del ladrón uno no puede por menos que sorprenderse, ir de salto en salto, acompañando a un reconocidísimo autor en los más bajos fondos de la sociedad humana. Genet no escatima detalles, incluso algún detractor afirmaba que buena parte era exagerada o incluso inventada; lo cierto es que consigue lo que quiere: provocar, hacer que el lector quede impactado, con sus narraciones sobre sórdidos centros penitenciarios, violencia sin fin entre chorizos de poca monta, mendicidad en una sociedad lujosa, utilización mercantilista del sexo... en la biempensante sociedad europea, que no quiere ver mendigos en sus calles -que se los lleven lejos, "ojos que no ven..."-; que se horroriza ante la homosexualidad, más si cabe ante la prostitución homosexual, como si la prostitución heterosexual a la que todos los grandes prohombres de la sociedad acuden fuera algo limpio, virginal... para esa biempensante sociedad, digo, este texto, mitad novela mitad diario, supone un escupitajo a la cara, un inaceptable desdén a su honor.
  En teatro, Genet es aún más interesante. El mismo afán provocador está presente, las ansias de reventar la sociedad burguesa y sus hipocresías. Obras inolvidables que, felizmente, se representan con asiduidad son Las criadas, El balcón o Los negros.

jueves, 14 de marzo de 2013

Ahora leyendo: "Libros de maravillas para niñas y niños", de Nathaniel Hawthorne

   Así, con ese título que parece un chiste en sí mismo: Libro de maravillas para niñas y niños, la editorial Acantilado publica una de las "obras menores" de Hawthorne.
   Según cuentan, se trata de una idea del propio autor, quien intenta modernizar (adaptar a mediados del XIX) ciertos mitos grecolatinos para que fueran más entendibles por la población del momento, especialmente la juvenil. Así se reescribe los mitos de Perseo y Medusa, el rey Midas, la caja de Pandora o el viaje de Hércules al Jardín de las Hespérides entre otros.
  Interesante experimento para uno de los autores considerado como "padre de las letras norteamericanas", autor de la Letra escarlata, archiconocida historia -sobre todo por las varias versiones cinematográficas- en la que denuncia la actitud puritana y fanática de la sociedad del Este de Estados Unidos en el siglo XVII. Nathaniel Hawthorne nació, de hecho, en Salem, Massachusetts, donde se encarnaría una de las mayores aberraciones sociales de aquel país con la "quema de brujas". En ese rincón noreste de aquel país, lo que se llama Nueva Inglaterra, se darían grandes genios literarios y filosóficos, además del propio Hawthorne: Thoreau, del que hablé en otras ocasiones; Ralph Waldo Emerson, más filósofo que novelista; mi muy admirado H.P. Lovecraft, nacido en Providence, Rhode Island; o la genialidad depresiva de Sylvia Plath.
 

Inciso cinematográfico: "El amigo americano", de Wim Wenders

  No me gusta mucho el género policíaco, ni en cine ni en literatura; de Patricia Highsmith he leído muy poco, solo recuerdo una recopilación de relatos titulada Crímenes bestiales, en la que los animales tenían un importante rol; aun con todo, sí me gustó El amigo americano, que participa de todos las características, buenas y malas, de la llamada "novela negra".
   Será porque Bruno Ganz y Dennis Hopper son unos de mis actores favoritos, será porque Wim Wenders es uno de los directores que más aprecio, o que la experiencia de la novela negra en el ambiente industrial -un poco decadente- de Hamburgo parece hecho a medida... lo cierto es que el resultado me resulta muy atractivo. Supongo que para los que no nos gusta la novela negra, consideramos que son relatos poblados por tipos con sombrero y gabardina, que fuman con gesto de duros y responden lacónicamente con voz de barítono... ese es el estereotipo, por supuesto El amigo americano se aleja totalmente de él, muestra a un tipo totalmente normal, interpretado genialmente por Bruno Ganz, que se ve tentado a la vida criminal por una serie de circunstancias familiares y personales.
   Al margen del argumento, la dirección espléndida de Wenders permite que el espectador se sienta parte de la película, de nuevo con esa subjetivización de las secuencias. Una vez más, como ocurre con frecuencia con las películas de Wenders, se hizo una mala copia en Hollywood, titulada El juego de Ripley, de la que solo cabe destacar la actuación del protagonista, John Malkovich.
 

lunes, 11 de marzo de 2013

Ahora leyendo: "Miserias de la guerra", de Pío Baroja

  Otra más de Baroja, de quien ya hablé en otra entrada al leer Camino de perfección, ahora comienzo una novela con la Guerra Civil como escenario, Miserias de la guerra, una novela con cierta enjundia política y social.
   Digo que tiene cierta enjundia porque aun cuando Baroja la terminó de escribir en el 51, se publicó de forma póstuma el 75 -Baroja murió en el 56-; según se cuenta, fue así porque los censores quisieron cercenar grandes partes de la novela y el autor decidió no publicarla. Es peculiar, porque si bien Baroja nunca fue considerado franquista (era demasiado independiente y ateo como para serlo), lo cierto es que estuvo, aparentemente, más cerca del Régimen que de la finiquitada República, de hecho, Pío Baroja volvió a España en la posguerra, se había exiliado en Francia, y continuó escribiendo sin grandes problemas con el Régimen salvo esos intentos de censura antes citados. Puede que fuera demasiado independiente y autónomo como para decantarse por uno u otro bando, como hicieron la mayor parte de los intelectuales del momento, casi todos, como es bien sabido, tomaron parte por la República, lo cual les valió el ostracismo y el exilio.
   Al margen de la postura de Baroja en el ámbito político, Miserias de la guerra es una novela con cierto sabor noventayochista, sobre todo en el sentido de considerar que "España no tiene solución"; enfoca la Guerra Civil como una continuación de la historia desgraciada y trágica de este país, con un ánimo de resignación, desilusión y vuelta a los orígenes que era tan propio de 1939 como de 1898.

domingo, 10 de marzo de 2013

Inciso cinematográfico: "En la niebla", de Sergei Loznitsa

  Un verdadero milagro que esta película haya llegado a esta pequeña ciudad... no la podía dejar pasar.
   Ese cartel es la versión alemana, en la original el título es V tumane o, en cirílico, в тумане. Obviamente se trata de una película rusa, ambientada en la Bielorrusia ocupada por los nazis, en la que un sencillo campesino es atrapado por los nazis y liberado después, lo cual le deja como un colaboracionista a los ojos de los partisanos, quienes deciden ejecutarle. El argumento es duro, pero por supuesto no inverosímil en tiempo de guerra, pero lo mejor es el tratamiento de la evolución psicológica del protagonista, que no acaba de comprender totalmente por qué es odiado por todos si no ha hecho mal absolutamente a nadie, ni a los nazis -ya que él no participa en un sabotaje cometido por sus compañeros- ni a los partisanos -ya que no ha colaborado en ningún momento con los nazis-; sin embargo, todos le odian. El protagonista, Sushenya, interpretado convincentemente por Vladimir Svirsky, es un tipo fundamentalmente bueno, que trata de ayudar a todos en la medida de sus posibilidades, alguien que se pregunta por qué se cambia tanto en la guerra... Por cierto, el final, que justifica el título, es de un realismo brutal que evita caer en sentimentalismo alguno.
   Desde el punto de vista técnico, la película es un monumento al uso -algunos podrían decir abuso- del plano secuencia, con "steadicam" y "travelling", primeros planos y larguísimas secuencias en total silencio. Me recordó mucho, no solo por el origen, a las películas de Tarkovski, con personajes tan ensimismados en su mundo interior que parecen estar abotargados, con tantas escenas sin  conversación rodadas en maravillosos exteriores que a veces te preguntas si estás viendo un documental. En definitiva, una buena película con un pequeño presupuesto, actores correctos, argumento sencillo pero que hace pensar y paisajes espléndidos -los bosques de Bielorrusia-. 

sábado, 9 de marzo de 2013

"La montaña mágica", de Thomas Mann

  Una de las novelas que más me ha gustado en los últimos años fue La montaña mágica, de Thomas Mann, un largo relato, muy largo, en el que apenas hay acción, hasta el final.
   El argumento, en pocas líneas, es la vida de un joven, Hans Castorp que viaja a un sanatorio para tuberculosos en los Alpes suizos donde está internado su primo; allí se encuentra con un mundo paralelo en el que el discurrir del tiempo no tiene nada que ver con lo que está acostumbrado. Castorp se relaciona con otros internos además de con su primo, alguno de los cuales tiene un papel importante en su formación intelectual, y otros con los que mantiene un idilio, al menos platónico. El tiempo, su relatividad, es parte importante de ese argumento, allí en la montaña todo se ralentiza, los días se convierten en meses y los meses en años. Castorp cada vez está más aclimatado, tanto que acaba por contagiarse, de hecho se va anticipando que esto ocurrirá desde casi su llegada, pero, sin embargo, no es tomado como algo trágico, sino como algo propio del devenir de la vida. Durante la estancia, su primo, al que había venido a visitar, marcha del hospital para reincorporarse a su regimiento, tiempo después volverá, mucho más enfermo y ya no saldrá jamás; esto es, quizás, un anticipo del final. A la postre, la guerra, de la que se ha estado hablando durante meses, estalla; Castorp, que sigue enfermo y lleva ya siete años en el sanatorio, se alista en el ejército prusiano... las últimas escenas son de guerra, comienza una batalla que es presentada como suicida, Hans Castorp está allí... se presiente su muerte...
   Es posible que el tamaño de la novela haya desanimado a muchos, sin embargo hay algo de hipnótico en ella, algo que tiene que ver con un fatalismo inevitablemente aceptado, el de la enfermedad, el de la muerte, el de la guerra... El joven y enérgico protagonista es contrastado con la aparente desidia de los internos del hospital; la propia tuberculosis, que va lentamente matando, es una metáfora de la vida y sus miserias. Todo es narrado con resignación, sin lucha, pero sin victimismos o llantos. 
  Una gran novela, otra forma de ver la vida, de abandonarse a sus exigencias, en una suerte de nihilismo que todo lo alcanza y aniquila.

viernes, 8 de marzo de 2013

Ambrose Bierce

  No me resisto a citar una breve fábula del genial Bierce, Bitter Bierce, como le apodaban por su sarcástico humor:

  El Principio moral y el interés material.

  En una ocasión, un principio moral se cruzó con un interés material en medio de un puente tan estrecho que solo permitía el paso de uno de ellos.
  - ¡Túmbate en el suelo, ser inmundo! -gritó el principio moral- ¡y deja que pase por encima de ti!
  El interés material simplemente le miró a los ojos, sin pronunciar palabra.
  - Muy bien -dijo el principio moral, de forma dubitativa- echemos a suertes quién ha de apartarse y ceder el paso al otro.
  El interés material siguió sin soltar palabra y mantuvo la mirada clavada en su adversario. 
  - Para evitar cualquier tipo de conflicto -dijo el principio moral, mostrando ya un cierto nerviosismo- seré yo el que se tienda para que tú pases por encima.
  Por fin, el interés material recuperó la voz.
  - Me temo que tu forma de andar no resulta del todo fiable -le dijo-. Por otro lado, soy bastante escrupuloso con lo que piso. ¿No sería mejor si simplemente te tirases al río?
  Y así ocurrió.

                                  Ambrose Bierce
       Esto fue escrito  a finales del XIX, pero, por supuesto, es de rabiosa actualidad, tanto como que es atemporal. Hoy, que asistimos abotargados a la destrucción, al saqueo de un país y una sociedad sin el más mínimo pudor, se hace más presente esta fábula de Bierce... algún idiota -especialmente cercano, en la familia- me preguntó que para qué servía leer... para esto sirve, para entender la vida y no esperar nada del desgraciado género humano... el resto sigue encastillado en sus triviales posiciones coyunturales de defensa de una civilización, o peor aún de un partido político...
 

jueves, 7 de marzo de 2013

Ahora leyendo (también): "Amphigorey", de Edward Gorey

  Lo reconozco, he caído bajo el influjo de Gorey... sus viñetas son tan peculiares, tan inteligentes y sutiles a la vez que impactantes y demoledoras, que no he podido evitar comprar tres de las cuatro (ya conseguiré la que falta) recopilaciones de sus libros, que tituló Amphigorey.
   Para aquellos que no le conozcan pero hayan visto las películas de Tim Burton, sepan que la estética del cineasta, tan particular, tan reconocible, tiene un evidente origen en Gorey (los benévolos dirán influencia, otros peor pensados, plagio).
   En cualquier caso, la obra de Gorey, ciertamente enorme, supone la confirmación definitiva, para aquellos que todavía sean tan ignorantes como para pensar que los cómics son "cosas de chicos".

miércoles, 6 de marzo de 2013

Ahora leyendo: "Fábulas feroces", de Ambrose Bierce

  Ya cité a Bierce, siempre relacionado con Lord Dunsany y H.P. Lovecraft... quizás menos dotado en fabulación que este último. Bierce fue un "autor menor" en una época literaria dominada por las inmensidades de Poe y Melville en su país. Primera incursión en su obra:
   Bierce nació en Ohio, Región de los Grandes Lagos (Medio Oeste lo llaman también), no muy lejana a la Nueva Inglaterra de Lovecraft y Poe. Todos ellos estuvieron sometidos a una visión constreñida de la vida, en la que esta perdía importancia hasta convertirse en un mero trámite hasta la llegada de la vida eterna -características propias del Calvinismo y Puritanismo-; es posible que sus infancias les marcaran y encaminaran hacia una creación literaria en lo que lo "gótico" -entendiendo como tal el gusto por las historias macabras y extrañas- y lo sobrenatural fueran los factores más comunes.
   Lovecraft le citó en varias ocasiones en su enorme producción epistolar, algunas veces para admirarle por su capacidad creativa y otras para desdeñarle como "escritor mecanicista"; sea como fuere, ambos se encuentran en el mismo "saco literario", corriente que, a diferencia de otras muchas, permanece de rabiosa actualidad para una sociedad humana cansada de vidas demasiado planas y carentes de aliciente... para todos ellos, para todos nosotros, Bierce, Lovecraft, Dunsany... echan la sal que necesitamos para sobrevivir en nuestra anodina existencia.

martes, 5 de marzo de 2013

Inciso cinematográfico: "El cielo sobre Berlín" de Wim Wenders

  Frecuentemente nos hacemos mil preguntas, mil indagaciones sobre qué es lo que nos gusta, lo que nos atrae magnéticamente hacia una película; qué es lo que nos hace verla una y otra vez... podremos dar unos cuantos motivos, pero no son suficiente para justificar esa atracción... A mí eso me pasa con El cielo sobre Berlín. Por cierto, en España se tradujo, de una forma un tanto cutre como Las alas del deseo... traducción literal del título en inglés, supongo que sería mera cuestión de marketing.
   Me acerqué al cine de Wenders a través de Peter Handke, de quien ya hablé y que colaboró en varias ocasiones con el cineasta. De entre todas las películas de Wenders, para mí, esta es la mejor; combina una sabia utilización en la alternancia del Blanco y negro con color, así como de grúas y "steadycam" para dar una sensación subjetiva de la ciudad en los ojos de los ángeles. Bruno Ganz está, como suele ser habitual en él, inconmensurable, y Otto Sander no se queda a la zaga. El resultado es una película hipnótica, diferente, en la que el argumento se supedita a las condiciones técnicas (entre las que yo remarcaría el uso de la "steadycam" para dar continuidad a las escenas) y que deja tan buen sabor de boca que apetece verla con frecuencia.
   El éxito de crítica y público fue enorme, tanto que Wenders rodó una continuación, la conocida ¡Tan lejos, tan cerca! que, a pesar de tener un presupuesto mucho mayor y colaboraciones y cameos importantes, no tuvo la acogida que tuvo aquella. Por cierto, tiempo después, en Hollywood rodaron un "remake" que titularon City of Angels, un pastelote romanticón con Meg Ryan y Nicolas Cage que no sirve más que para perder el tiempo.

lunes, 4 de marzo de 2013

Más de Grant Snider

  Otra genialidad más que muestra la vida de aquellos que quedamos atrapados por la lectura:
   Sin palabras, para más información: www.incidentalcomics.com

Edward Gorey

  Reconozco haberlo conocido recientemente, lo cual, lejos de ser motivo de disgusto o turbación es razón de satisfacción, pues indica que todavía sigo buscando lo que me interesa, característica inherente en mí. No es de extrañar en cualquier caso, que sea la novela gráfica la que más gratos descubrimientos me esté dando... es posible que, en mi juventud, influenciado por un cierto "purismo literario" despreciara los cómics como "algo de chicos", felizmente he descubierto la inmensa calidad que proviene de juntar una buena historia con un mejor diseño.
  Ya hablé de grandes historietistas como Jacques Tardi, Vittorio Giardino, Allan Moore, Art Spiegelman y otros, ahora lo haré de Edward Gorey.
   Gorey es autor de ilustraciones y novelas gráficas con un estilo inconfundible: siempre en blanco y negro,  la mayor parte de los personajes vestidos según la costumbre victoriana, con un sentido del humor muy peculiar, pero sobre todo reconocible por el tono macabro... para muestra un botón:
   Un "tipo raro" para esta biempensante sociedad: misántropo, solitario, con "extraño sentido del humor", excéntrico... un genio diferente.

sábado, 2 de marzo de 2013

Parques para leer: "La Fuente del Berro"

  El nombre oficial de este parque es "La Quinta de la Fuente del Berro", aunque nadie lo llame así. Está situado entre la M-30, la prolongación de la calle O'Donnell y el final del barrio de la Guindalera; no es la mejor ubicación, la M-30 impone sus ruidos y humos, que unas pantallas acústicas colocadas en los años 80 no logran mitigar, pero el parque tiene sus rincones apacibles, como este:
   Se llega a la entrada principal por la antiguamente llamada "colonia de hotelitos Fuente del Berro", o colonia Iturbe, lo de "hotelitos" era el nombre que se puso en los años 20 a los pequeños chalés que se construían en el entonces extrarradio de la ciudad. Hoy se ha convertido en un oasis de tranquilidad, sin apenas tráfico en su interior, de hecho hay alguna calle privada, y con mucho arbolado.
  Al parque de la Fuente del Berro fui, como a tantos otros sitios en mi adolescencia y primera juventud, con mi abuelo Alfonso, en aquellas caminatas previas a la comida dominical... esos recuerdos perdurarán en mí hasta mi aniquilación como ser humano. En tiempos muy posteriores, ya muertos mis abuelos, he regresado, con un libro como compañía, para mitigar la dureza de mi ciudad natal y mi áspero carácter.

viernes, 1 de marzo de 2013

Ahora leyendo: "El salón rojo", de August Strindberg

  Primer libro que leo del tal Strindberg. Al parecer fue más conocido como dramaturgo, influyendo en uno de los más reputados cineastas suecos: Ingmar Bergman (el de El séptimo sello, Fresas salvajes, La hora del lobo o El huevo de la serpiente, entre otras).
  La novela ya había sido traducida con antelación, pero la Editorial Acantilado la ha vuelto a traducir y editado recientemente. Una vez más hemos de congratularnos del ímprobo esfuerzo de estas "pequeñas" editoriales que luchan contra el terrible oligopolio de las grandes multinacionales.
   Según parece, Strindberg llevó una vida cuando menos tempestuosa; asediado por la esquizofrenia, los vaivenes económicos, la inestabilidad emocional y afectiva... En definitiva, cumple todos los requisitos para ser un notable creador, según el estereotipo que considera que un escritor ha de ser un tipo atormentado y difícil.