sábado, 31 de mayo de 2014

A vueltas con las lenguas y los nacionalismos

 Lo dejó claro el Nobel Vargas LLosa: "el nacionalismo es una tara, un regreso a la tribu". Tiene razón, los nacionalismos, en todos los ámbitos, suponen la diferenciación entre el yo/nosotros y el tú/vosotros, es decir, una confrontación humana clásica, aquella que ha provocado millones de muertes, guerras, catástrofes... Lo terrible es que este principio también se aplica a las lenguas, que son utilizadas de forma torticera para enfrentar a unos contra otros. Toda lengua ha de tener, parece, una adscripción nacional que enorgullezca a unos y ofenda a otros... Yo me expreso en español o castellano. Ambas denominaciones hacen clara referencia a entidades político-administrativas: España y Castilla. Toda vez que nuestra lengua se extendió por otros continentes, surge el conflicto: he oído a nacionalistas del otro lado del charco decir que hablan en "argentino" o en "mejicano", ¿tiene esto sentido? Quizá no, pero tal vez tampoco decir que un indígena de Chiapas habla la lengua de un territorio, Castilla o España, situado a miles de kilómetros de su hogar.
 En España, concretamente, surgen los mismos problemas: hasta hace no muchas décadas se defendía la denominación "andaluz" como lengua diferenciada para la variedad dialectal hablada más al sur de Despeñaperros. Algo semejante ocurre con el valenciano, que los lingüistas (al menos los no comprados con altos cargos autonómicos) siguen considerando una variedad dialectal del catalán, pero los valencianos, puede que con razón, no entienden que hablen catalán si no se sienten catalanes... Lo mismo que los argentinos que no siendo españoles no consideran que su lengua sea el español.
 Si no hubiese tan clara referencia geográfica-política en las denominaciones no surgiría tal problema. Es, por tanto, una cuestión de nacionalismos aplicado a la lingüística.
 En tiempos medievales, en nuestro vecino del norte, se hablaban dos lenguas que llamaban "langue d'Oïl" y "langue d'Oc" según dijeran "sí" como "oïl" o como "oc"; posteriormente esas lenguas se conocerán como francés y occitano, haciendo inevitable esa referencia nacionalista, pero , ¿acaso es una denominación más exacta? No, son nombres más estrechos, pero no más exactos, de hecho, en mi opinión, la denominación primitiva era más hermosa en su sencillez y nadie se podía sentir ofendido por creerse o no francés u occitano.
 Análogamente, en nuestro país, hay cuatro lenguas oficiales que, según esta nomenclatura nacionalista reciben los nombres de gallego, español o castellano, vasco y catalán, con los correspondientes conflictos de chovinismos territoriales que esto acarrea. ¿No hubiera sido posible buscar unas denominaciones no nacionalistas? Se me ocurre que se podría sustituir gallego por "lingua", así no habría inconveniente para que asturianos y bercianos la usaran sin sentirse gallegos; español o castellano por lengua; "hizkuntza" para el vasco, se superan así los obstáculos para que la usen los navarros que no se sienten vascos; y "llengua" para el catalán, no más cuestiones con los valencianos o baleares. Así, según los territorios, los carteles, por ejemplo, habrían de rotularse en "lingua", "llengua" o "hizkuntza" además de en lengua; así se sortean las estrecheces provocadas por esa desafortunada nomenclatura nacionalista.
 No obstante, y conociendo la afición humana a destruirse el uno al otro, tal afán de evitar conflictos está irremediablemente condenado al fracaso.

miércoles, 28 de mayo de 2014

Metaliteratura, autocrítica y Vila-Matas



A vueltas con Exploradores del abismo, me ha agradado sobremanera el cortísimo cuento La gota gorda, sobre todo por el preciso conocimiento que tiene de su técnica literaria el autor. Lo malo es que, quizá como táctica de supervivencia, Vila-Matas atribuye las críticas a sus "odiadores", aquéllos que no gustan de sus enrevesadas reflexiones intelectuales, de esa profusa inacción que rezuman sus novelas; le echan en cara no contar historias humanas, de alegría y tristeza, placer y sufrimiento, esperanza y desasosiego... Mucho me temo que yo me podría incluir entre ésos que injustamente llama "odiadores". Es injusto tal mote porque la crítica a Enrique Vila-Matas, esa que dice que a sus novelas le falta que "pase algo de verdad", parte de la creencia de considerarle uno de los más dotados escritores actuales en nuestra lengua, alguien que ha demostrado sobradamente una capacidad narrativa sin parangón, un "gran escritor". Por tanto la sensación que se tiene, al menos yo tengo, al leer sus novelas es de verdadero desaprovechamiento de un excepcional talento en unas cuestiones, las meramente metaliterarias, que nos gustan, ¡por supuesto que nos gustan! Llevamos todas nuestras vidas leyendo; enamorándonos de personajes literarios, queriendo ser ellos; admirando más de lo que un adulto quisiera reconocer a distintos escritores y distintas formas de escribir según vamos avanzando en nuestra existencia... Pero que nos llenan completamente: seguimos queriendo que haya una trama fuerte y definida, un argumento claro con un principio y final. Sé que hoy son legión los que piensan que la novela tradicional, en el sentido decimonónico, el de Zola o Balzac, ha periclitado, pero yo todavía me resisto a creerlo, sigo disfrutando enormemente con una novela cuyo argumento me engancha y que me deje sorprendido o meditabundo tras acabarla.

 En otra entrada de este blog hablé del estilo literario de Georges Perec -gran maestro del catalán-, estilo que subyuga por su maestría, capacidad de juego y entrelazarse hasta el infinito, pero que carece de ese mordiente de una buena historia que me lleve a la reflexión para tratar de mejorar, si eso fuera posible, este atribulado mundo o, en su defecto, mi mundo. Lo paradójico es que Perec tenía mucho que contar y reflexionar: su biografía, la de su familia en realidad, ya es sabido: su padre murió en desigual combate con las fuerzas de ocupación nazis y su madre acabó siendo detenida por la Gestapo y enviada a un campo de concentración donde sería asesinada por el terrible pecado de haber nacido en una familia adscrita según los racistas hitlerianos a una "raza inferior". ¿Qué hizo intelectualmente Georges Perec con esa inmensa losa que cayó sobre él? ¿Lo guardó en lo más profundo de su subconsciente, lo soterró bajo toneladas de convenciones sociales? Para muchos de nosotros, escribir tiene una función terapéutica, nos libera -o al menos nos hace soportables- nuestros demonios particulares; pero, además, nos permite aclarar nuestros enrevesados pensamientos. ¿No necesitó hacerlo nunca Perec, no necesita hacerlo Vila-Matas?
 Me parece banal la discusión sobre la utilidad de la literatura: si es parte del Arte por hacernos sentir de forma especial, si nos hace reflexionar, si es un mero entretenimiento, si nos mejora como seres humanos... cada uno sabrá o intuirá por qué lee o escribe; pero, a pesar de parecer dogmático, pienso que la literatura tiene que elevarnos, aunque sea mínimamente, del pozo fangoso en que se ha convertido la sociedad humana y sus convenciones. 

martes, 27 de mayo de 2014

Ahora leyendo: "Exploradores del abismo", de Enrique Vila-Matas

 ¡Qué decir de Vila-Matas! Uno de los más amados/odiados gigantes de nuestras letras contemporáneas. Como es habitual entre sus lectores yo también albergo sentimientos encontrados sobre su obra.
  Si todo escritor es un producto a vender por su editorial tanto como su obra, Enrique Vila-Matas es presentado como un tipo erudito, lector voraz, "letraherido" -esto lo dice él mismo- y tremendamente intelectualizado. Las editoriales, verdaderas expertas en la venta y promoción de sus productos, acaban por agotarme con su impasible sonrisa de político, especialmente cuando se dedican a su "magna labor cultural". Tal vez sea esta la razón por la que apenas leo literatura contemporánea, porque me siento arrollado por un mundo y medio de maestros de lo comercial y sus mezquinas, audaces y eficaces técnicas. También cuando venden a Vila-Matas.
  Y lo peor de todo es que los escritores son víctimas inocentes del sistema. Vaya usted a saber cómo es el tal Vila-Matas, puede, incluso, que sea alguien espontáneo, campechano e impulsivo...
 Exploradores del abismo es un conjunto de relatos en los que los, aparentemente, trasuntos del escritor recapacitan sobre su vida, su actividad, sus metas, como dice el título, al borde del abismo. Veremos, o mejor dicho, leeremos...

sábado, 24 de mayo de 2014

Inciso cinematográfico: "A nagy füzet" (El gran cuaderno)

 Hay películas que son más cómodas de ver que otras. No me refiero, por supuesto, a los "pastelotes" inverosímiles de Disney en las que los buenos buenísimos "son felices y comen perdices" mientras los malos malísimos mueren y son olvidados, ni tampoco a esas películas bélicas de glorificación militar, no. Me refiero a otras películas más realistas, más verosímiles, verdaderas películas honestas pero que dejan siempre un final un tanto almibarado con concesiones al sentimentalismo o incluso a la nostalgia. Ese, desde luego, no es el caso de la película húngara dirigida por János Szász, A nagy füzet, que ha sido traducida al castellano como El gran cuaderno.
  Esta es una película verdaderamente inquietante, de esas que te dejan una zozobra emocional notable (si se tiene sensibilidad para el sufrimiento ajeno, claro, eso excluye a la mayor parte de la humanidad). El argumento está ambientado, una vez más bendito filón literario y cinematográfico, en la Segunda Guerra Mundial, en Hungría. Dos hermanos gemelos son dejados por su madre con su abuela en una zona rural, aparentemente para protegerlos de la brutalidad de la guerra; pero allí se encuentran con la brutalidad de la vida, encarnada en una abuela que los desprecia y maltrata, por unos vecinos que les roban y malean, y por unos ocupantes nazis que son... ¡qué vamos a decir! Total, el mundo de estos chicos de trece años se cae a pedazos, todo es una mierda, los malvados perduran, los buenos perecen, ¿cuál es la reacción de los chicos? Endurecerse. Pero endurecerse "a lo bestia", ser más malos que los malos, matar a los que matan y a los que no... 
 Puede que haber visionado la película en versión original (subtitulada en inglés) me haya reforzado la crudeza de la misma, llegando a la extenuación por la maldad, pero creo que era el efecto buscado por el director.
  Horas después de haberla visto, creo entender su sentido. Es una película que narra la guerra y lo que provoca en los seres humanos sin ningún sentimentalismo. Aquí no hay buenos ni malos, en una guerra, todos, absolutamente todos se convierten en malos. El resultado es escalofriante, no tanto por su violencia como por su verosimilitud. Una vez más, si se tiene la suficiente sensibilidad e inteligencia, una obra cinematográfica (como tantas literarias) sirve para "escarmentar en cabeza ajena" y tratar de encauzar la vida fuera de toda violencia.
 Esta película fue merecedora del Gran Premio Globo de Cristal en el Festival de cine de Karlovy Vary.

viernes, 23 de mayo de 2014

Ahora leyendo: "Off-side", de Gonzalo Torrente Ballester

 Si tuviera que elegir una obra narrativa que haya marcado el paso de mi adolescencia a la juventud probablemente citaría la trilogía de Los gozos y las sombras, tanto por la intensidad y las veces que la leí como por la sensación de identificación que sentía con el personaje principal -Carlos Deza-. Lo curioso es que apenas he leído más de Torrente Ballester, solo y ya en mi tardía juventud La saga/fuga de J. B. y Filomeno a mi pesar. En realidad no sé por qué no indagué más en la obra del escritor ferrolano-salmantino como sí hice con otros como Delibes o Cela. Lo cierto es que comienzo con otro "grueso volumen" de aquel autor: Off-side.
  De primeras, apenas llevo medio centenar de páginas, me ha sorprendido el cambio de registro social: de la cambiante pero "blanca" (en el sentido de "respetable") sociedad de Pueblanueva a un Madrid canalla con putas, homosexuales y chaperos. Las formas también cambian: la predominancia de la narración en Los gozos y las sombras se sustituye ahora por una técnica descriptiva muy marcada.
 Off-side se publica en 1969, con un autor ya consagrado por la susodicha trilogía y disfrutando, según reza en las guardas del libro, de una beca de la Fundación Juan March, es, por ello, sorprendente el "atrevimiento" del autor por mostrar sin tapujos lo que todo el mundo sabe que ha existido, existe y existirá en este bendito país que en aquellos años, como todos sabemos, era la "reserva espiritual de Occidente".

jueves, 15 de mayo de 2014

Ahora leyendo: "El siglo de las luces", de Alejo Carpentier

 Gracias a la casi siempre buena labor de los traductores (hay que reconocer alguna traducción infame, pero poco a poco van siendo minoría) leemos todo con una cercanía que nos llega al corazón. Thomas Mann, Heinrich Böll, Stefan Zweig, Joseph Roth o Günter Grass nos parecen cercanos aunque no entendamos (lamentablemente es mi caso) ni "papa" de alemán; leemos en textos escritos en cualquier lengua hablada en el planeta y no nos detenemos a pensar cuán afortunados somos al poder disfrutarlos en nuestra lengua materna... Esto, como todo, tiene un lado negativo: no valoramos las diferencias culturales a través de la lengua. Si, por ejemplo, los lectores de todos los best-sellers que hoy en día se venden de autores nórdicos los leyeran en sus versiones originales, quizá entenderían mejor la idiosincrasia escandinava. Pero dando la vuelta al calcetín, al tener toda la literatura universal perfectamente traducida, no valoramos los distintos y muy variados ambientes (literarios y reales) en los que se escriben obras en español. Es el caso de la obra de Alejo Carpentier.
  Acostumbrado a leer novelas en lengua castellana escritas por españoles, argentinos, uruguayos, chilenos... cuesta (bendita dificultad) acostumbrarse a ambientes caribeños con su exuberante riqueza de matices, tan alejados de la parda meseta en la que uno sobrevive... 
 El siglo de las luces está ambientado en la isla de Guadalupe. Sus cuatro personajes principales (Carlos, Sofía, Esteban y Víctor) son engullidos por la sensualidad del clima tropical debatiéndose, sin embargo, por mantener la herencia cultural europea a la que pertenecen. Tal vez algo semejante a su autor, ya que Carpentier, hijo de francés y rusa, nació y vivió la mayor parte de su vida en Cuba. No he podido evitar sentir un cierto flashback de la lectura de García Márquez Crónica de una muerte anunciada, más que nada por la ambientación espacial y temporal.
  La prosa de Carpentier es semejante al paisaje tropical: exuberante. Predomina, claramente, la descripción sobre la narración, llegando a ser farragoso en algunos momentos, pero permitiendo hacerse una perfecta idea del ambiente antillano en la mayoría de las veces.

domingo, 11 de mayo de 2014

Ahora leyendo, en poesía, "Poemas selectos", una antología de Rubén Darío

 De momento estoy "endecasílabo arriba, endecasílabo abajo"... cuesta trabajo, pero, en 2014, no hay duda sobre lo clásico que resulta un modernista.
  Y, sin embargo, los mimbres para la poesía de Juan Ramón Jiménez y otros está en esta pequeña antología.
  Una necesidad en mi creciente biblioteca, tan solo lo había leído en los ya lejanos día del colegio... con todo lo que ello supone.

sábado, 10 de mayo de 2014

Inciso cinematográfico: "Alceste à bicyclette"

 Una película sui generis. Especialmente dedicada a los amantes del teatro clásico y el cine, pues es una verdadera combinación de ambos; una glorificación del oficio de actor, con sus miserias incluidas.
  Los personajes principales son dos famosos actores, uno de los cuales está retirado "del mundanal ruido"; el otro trata de enrolarle para una nueva producción de El misántropo de Molière. El, llamémosle así, "actor en ejercicio" trata de endosarle el papel de Filinto (Philinte en francés), personaje importante pero solo como álter ego del principal, Alcestes (Alceste en la lengua de Molière), que se reserva para sí. Los ensayos de ambos en la casa de la turística Isla de Re van, poco a poco, desvelando la enorme semejanza que existe entre los personajes teatrales y los reales, pero no está claro quién es quién.
  Las relaciones entre ambos, tormentosas de por sí, se complican con un triángulo amoroso que ninguno de los dos presentían. Las últimas secuencias, que desvelan todo lo antes previsto, desvelan que nadie mejor que el actor de Isla de Re puede interpretar a Alcestes, con su inmensa misantropía y rechazo del mundo.
 Una película intensa a la par que alejada del mundo. Una celebración de la actuación, para actores y para los que no lo somos.

Ahora leyendo: "Cuentos negros y románticos", de Gustave Flaubert

 Hablar de Flabeurt y no hacerlo de su Madame Bovary parece hacerlo a medias. Y es algo que ocurre con frecuencia: las grandes obras llegan a ocultar pequeñas joyas que, quizá no en un sentido literario, puedan ser injustamente menospreciadas. Es el caso, sin duda, de Lev Tolstoi, cuyas Guerra y paz o Anna Karénina empañan una notable carrera ensayística orientada, principalmente, hacia la espiritualidad; también es lo que ocurre con Flaubert, por ello comienzo a leer una compilación de cuentos "de juventud" editados, cómo no, por Valdemar.
  Son relatos que entran de lleno en lo que los críticos literarios llaman Romanticismo: gusto morboso por lo oculto; sentimientos exacerbados; narraciones dramáticas de lo extraño, lo anormal... Algunos críticos argumentan que más que romanticismo es una forma juvenil de escritura que luego devendrá en el realismo puro y duro alcanzando su cénit en la citada Madame Bovary.
   Reconozco mayor afinidad en mis gustos por estos relatos juveniles, que, salvando la distancia de calidad, entroncan con esa corriente literaria liderada por Edgar Allan Poe y que ayudaría a generar el Simbolismo francés o el Decadentismo inglés.

sábado, 3 de mayo de 2014

Los verdaderos sabios del siglo XV ya conocían la futilidad de las "glorias mundanas"

Coplas por la muerte de su padre (Jorge Manrique)




I

Recuerde el alma dormida

Recuerde el alma dormida,


avive el seso y despierte


contemplando


cómo se pasa la vida,


cómo se viene la muerte


tan callando,


   cuán presto se va el placer,


cómo, después de acordado,


da dolor;


cómo, a nuestro parecer,


cualquiera tiempo pasado


fue mejor.



II

Pues si vemos lo presente

   Pues si vemos lo presente


cómo en un punto se es ido


y acabado,


si juzgamos sabiamente,


daremos lo no venido


por pasado.

-116-

   No se engañe nadie, no,


pensando que ha de durar


lo que espera


mas que duró lo que vio,


pues que todo ha de pasar


por tal manera.



III

Nuestras vidas son los ríos

   Nuestras vidas son los ríos


que van a dar en la mar,


que es el morir,


allí van los señoríos


derechos a se acabar


y consumir;


   allí los ríos caudales,


allí los otros medianos


y más chicos,


y llegados, son iguales


los que viven por sus manos


y los ricos.



IV

Invocación

Dejo las invocaciones

   Dejo las invocaciones


de los famosos poetas


y oradores;


no curo de sus ficciones,

-117-

que traen yerbas secretas


sus sabores;


   aquel sólo invoco yo


de verdad,


que en este mundo viviendo


el mundo no conoció


su deidad.



V

Este mundo es el camino

   Este mundo es el camino


para el otro, que es morada


sin pesar;


mas cumple tener buen tino


para andar esta jornada


sin errar.


   Partimos cuando nacemos


andamos mientras vivimos,


y llegamos


al tiempo que fenecemos;


así que cuando morimos


descansamos.



VI

Este mundo bueno fue

   Este mundo bueno fue


si bien usásemos dél


como debemos,


porque, según nuestra fe,

-118-

es para ganar aquel


que atendemos.


   Aun aquel Hijo de Dios,


para subirnos al cielo,


descendió


a nacer acá entre nos,


y a morir en este suelo


do murió.



VII

Ved de cuán poco valor

   Ved de cuán poco valor


son las cosas tras que andamos


y corremos,


que, en este mundo traidor


aun primero que miramos


las perdemos:


   de ellas deshace la edad,


de ellas casos desastrados


que acaecen,


de ellas, por su calidad,


en los más altos estados


desfallecen.



VIII

Decidme: La hermosura

   Decidme: La hermosura,


la gentil frescura y tez


de la cara,


la color y la blancura,

-119-

cuando viene la vejez,


¿cuál se para?


   Las mañas y ligereza


y la fuerza corporal


de juventud,


todo se torna graveza


cuando llega al arrabal


de senectud.



IX

Pues la sangre de los godos

   Pues la sangre de los godos,


y el linaje y la nobleza


tan crecida,


¡por cuántas vías y inodos


se pierde su gran alteza


en esta vida!


   Unos, por poco valer,


¡por cuán bajos y abatidos


que los tienen!;


otros que, por no tener,


con oficios no debidos


se mantienen.



X

Los estados y riqueza

   Los estados y riqueza,


que nos dejen a deshora


¿quién lo duda?

-120-

no les pidamos firmeza,


pues son de una señora


que se muda.


   Que bienes son de Fortuna


que revuelven con su rueda


presurosa,


la cual no puede ser una


ni estar estable ni queda


en una cosa.



XI

Pero digo que acompañen

   Pero digo que acompañen


y lleguen hasta la huesa


con su dueño:


por eso no nos engañen,


pues se va la vida apriesa


como sueño;


   y los deleites de acá


son, en que nos deleitamos,


temporales,


y los tormentos de allá,


que por ellos esperamos,


eternales.



XII

Los placeres y dulzores

   Los placeres y dulzores


de esta vida trabajada


que tenemos,

-121-

no son sino corredores,


y la muerte, la celada


en que caemos.


   No mirando a nuestro daño,


corremos a rienda suelta


sin parar;


desque vemos el engaño


y queremos dar la vuelta,


no hay lugar.



XIII

Si fuese en nuestro poder

   Si fuese en nuestro poder


hacer la cara hermosa


corporal,


como podemos hacer


el alma tan gloriosa,


angelical,


   ¡qué diligencia tan viva


tuviéramos toda hora,


y tan presta,


en componer la cautiva,


dejándonos la señora


descompuesta!



XIV

Esos reyes poderosos

   Esos reyes poderosos


que vemos por escrituras


ya pasadas,

-122-

con casos tristes, llorosos,


fueron sus buenas venturas


trastornadas;


   así que no hay cosa fuerte,


que a papas y emperadores


y prelados,


así los trata la Muerte


como a los pobres pastores


de ganados.



XV

Dejemos a los troyanos

   Dejemos a los troyanos,


que sus males no los vimos,


ni sus glorias;


dejemos a los romanos,


aunque oímos y leímos


sus historias;


   no curemos de saber


lo de aquel siglo pasado


qué fue de ello;


vengamos a lo de ayer,


que también es olvidado


como aquello.



XVI

¿Qué se hizo el Rey Don Juan?

   ¿Qué se hizo el Rey Don Juan?


Los Infantes de Aragón


¿qué se hicieron?

-123-

¿Qué fue de tanto galán,


qué de tanta invención


que trajeron?


   ¿Fueron sino devaneos,


qué fueron sino verduras


de las eras,


las justas y los torneos,


paramentos, bordaduras


y cimeras?11



XVII

Qué se hicieron las damas

   ¿Qué se hicieron las damas,


sus tocados y vestidos,


sus olores?


¿Qué se hicieron las llamas


de los fuegos encendidos


de amadores?


   ¿Qué se hizo aquel trovar,


las músicas acordadas


que tañían?


¿Qué se hizo aquel danzar,


aquellas ropas chapadas


que traían?

-124-


XVIII

Pues el otro, su heredero

   Pues el otro, su heredero,


Don Enrique, ¡qué poderes


alcanzaba!


¡Cuán blando, cuán halaguero


el mundo con sus placeres


se le daba!


   Mas verás cuán enemigo,


cuán contrario, cuán cruel


se le mostró;


habiéndole sido amigo,


¡cuán poco duro con él


lo que le dio!



XIX

Las dádivas desmedidas

   Las dádivas desmedidas,


los edificios reales


llenos de oro,


las vajillas tan fabridas,


los enriques y reales


del tesoro;


   los jaeces, los caballos


de sus gentes y atavíos


tan sobrados,


¿dónde iremos a buscallos?


¿qué fueron sino rocíos


de los prados?

-125-


XX

Pues su hermano el inocente

   Pues su hermano el inocente,


que en su vida sucesor


le hicieron,12


¡qué corte tan excelente


tuvo y cuánto gran señor


le siguieron!


   Mas, como fuese mortal,


metiole la Muerte luego


en su fragua.


¡Oh, juicio divinal,


cuando más ardía el fuego,


echaste agua!



XXI

Pues aquel gran Condestable

   Pues aquel gran Condestable,


maestre que conocimos


tan privado,


no cumple que de él se habla,


mas sólo cómo lo vimos


degollado.


   Sus infinitos tesoros,


sus villas y sus lugares,


su mandar,


¿qué le fueron sino lloros?


¿Qué fueron sino pesares


al dejar?

-126-


XXII

Y los otros dos hermanos

   Y los otros dos hermanos,


maestres tan prosperados


como reyes,


que a los grandes y medianos


trajeron tan sojuzgados


a sus leyes;


   aquella prosperidad


que en tan alto fue subida


y ensalzada,


¿qué fue sino claridad


que cuando más encendida


fue matada?



XXIII

Tantos duques excelentes

   Tantos duques excelentes,


tantos marqueses y condes


y varones


como vimos tan potentes,


di, Muerte, ¿do los escondes


y traspones?


   Y las sus claras hazañas


que hicieron en las guerras


y en las paces,


cuando tú, cruda, te ensañas,


con tu fuerza las aterras


y deshaces.

-127-


XXIV

Las huestes innumerables

   Las huestes innumerables,


los pendones, estandartes


y banderas,


los castillos impugnables,


los muros y baluartes


y barreras,


   la cava honda, chapada,


o cualquier otro reparo,


¿qué aprovecha?


Cuando tú vienes airada,


todo lo pasas de claro


con tu flecha.



XXV

Aquel de buenos abrigo

   Aquel de buenos abrigo,


amado por virtuoso


de la gente,


el maestre Don Rodrigo


Manrique, tanto famoso


y tan valiente;


   sus hechos grandes y claros


no cumple que los alabe,


pues los vieron,


ni los quiero hacer caros


pues que el mundo todo sabe


cuáles fueron.

-128-


XXVI

Amigos de sus amigos

   Amigos de sus amigos,


¡qué señor para criados


y parientes!


¡Qué enemigo de enemigos!


¡Qué maestro de esforzados


y valientes!


   ¡Que seso para discretos!


¡Qué gracia para donosos!


¡Qué razón!


¡Qué benigno a los sujetos!


¡A los bravos y dañosos,


qué león!



XXVII

En ventura Octaviano

   En ventura Octaviano;


Julio César en vencer


y batallar;


en la virtud, Africano;


Aníbal en el saber


y trabajar;


   en la bondad, un Trajano;


Tito en liberalidad


con alegría,


en su brazo, Aureliano;


Marco Atilio en la verdad


que prometía.

-129-


XXVIII

Antonio Pío en clemencia

   Antonio Pío en clemencia;


Marco Aurelio en igualdad


del semblante;


Adriano en elocuencia,


Teodosio en humanidad


y buen talante;


   Aurelio Alejandro fue


en disciplina y rigor


de la guerra;


un Constantino en la fe,


Camilo en el gran amor


de su tierra.



XXIX

No dejó grandes tesoros

   No dejó grandes tesoros,


ni alcanzó muchas riquezas


ni vajillas;


mas hizo guerra a los moros,


ganando sus fortalezas


y sus villas;


   y en las lides que venció,


cuántos moros y caballos


se perdieron;


y en este oficio ganó


las rentas y los vasallos


que le dieron.

-130-


XXX

Pues por su honra y estado

   Pues por su honra y estado,


en otros tiempos pasados,


¿cómo se hubo?


Quedando desamparado,


con hermanos y criados


se sostuvo.


   Después que hechos famosos


hizo en esta misma guerra


que hacía,


hizo tratos tan honrosos


que le dieron aun más tierra


que tenía.



XXXI

Estas sus viejas historias

   Estas sus viejas historias


que con su brazo pintó


en juventud,


con otras nuevas victorias


ahora las renovó


en senectud.


   Por su grande habilidad,


por méritos y ancianía


bien gastada,


alcanzó la dignidad

-131-

de la gran Caballería


de la Espada.



XXXII

Y sus villas y sus tierras

   Y sus villas y sus tierras


ocupadas de tiranos


las halló;


mas por cercos y por guerras


y por fuerza de sus manos


las cobró.


   Pues nuestro rey natural,


si de las obras que obró


fue servido,


dígalo el de Portugal


y en Castilla quien siguió


su partido.



XXXIII

Después de puesta la vida

   Después de puesta la vida


tantas veces por su ley


al tablero;


después de tan bien servida


la corona de su rey


verdadero;


   después de tanta hazaña


a que no puede bastar


cuenta cierta,

-132-

en la su villa de Ocaña


vino la Muerte a llamar


a su puerta



XXXIV

diciendo: -«Buen caballero

   diciendo: -«Buen caballero


dejad el mundo engañoso


y su halago;


vuestro corazón de acero


muestre su esfuerzo famoso


en este trago;


   y pues de vida y salud


hicisteis tan poca cuenta


por la fama,


esfuércese la virtud


para sufrir esta afrenta


que os llama.



XXXV

No se os haga tan amarga

   «No se os haga tan amarga


la batalla temerosa


que esperáis,


pues otra vida más larga


de la fama gloriosa


acá dejáis,


   (aunque esta vida de honor


tampoco no es eternal

-133-

ni verdadera);


mas, con todo, es muy mejor


que la otra temporal


perecedera.



XXXVI

El vivir que es perdurable

   «El vivir que es perdurable


no se gana con estados


mundanales,


ni con vida delectable


donde moran los pecados


infernales;


   mas los buenos religiosos


gánanlo con oraciones


y con lloros;


los caballeros famosos,


con trabajos y aflicciones


contra moros.



XXXVII

Y pues vos, claro varón

   «Y pues vos, claro varón,


tanta sangre derramasteis


de paganos,


esperad el galardón


que en este mundo ganasteis


por las manos;


   y con esta confianza,

-134-

y con la fe tan entera


que tenéis,


partid con buena esperanza,


que esta otra vida tercera


ganaréis.»



XXXVIII

[responde el Maestre]

No tengamos tiempo ya

   -«No tengamos tiempo ya


en esta vida mezquina


por tal modo,


que mi voluntad está


conforme con la divina


para todo;


   y consiento en mi morir


con voluntad placentera,


clara y pura,


que querer hombre vivir


cuando Dios quiere que muera,


es locura.



XXXIX

[Oración]

Tú, que, por nuestra maldad

   Tú, que, por nuestra maldad,


tomaste forma servil

-135-

y bajo nombre;


tú, que a tu divinidad


juntaste cosa tan vil


como es el hombre;


   tú, que tan grandes tormentos


sufriste sin resistencia


en tu persona,


no por mis merecimientos,


mas por tu sola clemencia


me perdona.»



XL

Fin

Así, con tal entender

   Así, con tal entender,


todos sentidos humanos


conservados,


cercado de su mujer


y de sus hijos y hermanos


y criados,


   dio el alma a quien se la dio


(el cual la dio en el cielo13


en su gloria),


que aunque la vida perdió,


dejonos harto consuelo


su memoria.