lunes, 30 de noviembre de 2015

Ahora leyendo: "Abril", por Joseph Roth.

 Un pequeño relato. Y sin embargo, posee todas las características de su narrativa: frases cortas, poco adjetivadas; personajes perdidos, huérfanos, melancólicos; sociedades indiferentes, brutales, autistas... Abril.
  Es, como el subtítulo indica, la historia de un amor. De un amor imaginario, platónico y ficticio, que compite con otro real, carnal y físico. Es un relato narrado en primera persona con las particularidades de Roth, en especial la de que el personaje está en perpetuo viaje; en Abril la acción dura desde que llega a la pequeña ciudad innominada hasta que la abandona. Este sentirse en eterno éxodo es habitual en Roth, tal vez muestre el desarraigo que el autor sentía desde que su país de nacimiento y crianza, Austria-Hungría, había sido troceado tras la Gran Guerra, como si no estuviese nunca en casa. Tal vez por eso fue a morir a París.
 

domingo, 29 de noviembre de 2015

Ahora leyendo: "La tela de araña", por Joseph Roth.

 Es extraordinaria la capacidad de Roth para mostrar los cambios psicológicos que se producen en un individuo a lo largo del tiempo, esta breve novela es magistral en este sentido.
  La tela de araña debiera ser de lectura obligada para entender cómo una nación tan grande como Alemania (grande en todos los sentidos, en el ámbito demográfico pero también por su acervo histórico y cultural) cayó bajo el engaño del nacionalsocialismo y la patraña que millones creyeron. Todo se muestra en un solo protagonista: Theodor Lohse, típico producto de la clase media en decadencia en la República de Weimar. Lohse, al igual que gran parte de sus iguales, se ve obligado a humillarse ante otros, aquellos que ejercen poder económico, social o militar; esto, contrariando la idea de pertenecer a una "raza de señores", le lleva a una frustración y un resentimiento contra todo y contra todos; la incapacidad para asumir su homosexualidad también influye en ese rencor. A estos sentimientos generalizados en la Alemania de entreguerras hay que sumar la debacle económica que lleva a la extrema pobreza a millones. ¿Resultado? Las masas se dejan llevar por el populismo fácil del nacionalismo más simplón unido a la idea del líder omnipotente como figura paterna.
  La prosa rápida y concisa de Joseph Roth, golpea con hechos ya conocidos de antemano. Al leer esta novela breve se va recordando los hechos que lentamente llevaron a Europa al desastre de la Segunda Guerra Mundial. La personalidad de Theodor Lohse es la de cualquier alemán, cualquier ciudadano del mundo en fin, que frustrado y fracasado en todas sus aspiraciones vitales sucumbe al canto de sirena de la barbarie... de nuevo, dicho de una obra de Roth: una gran novela.

martes, 24 de noviembre de 2015

Ahora leyendo: "El Leviatán", por Joseph Roth.

 Y vuelvo, cómo no, a Joseph Roth. No me cabe duda: si hace años encontré en Primo Levi esa lectura que sosiega, consigue que se empatice con los protagonistas y el autor, y a la vez enriquece, hoy siento eso mismo con la obra de Roth. Esta vez es un pequeño relato, El Leviatán, publicado por Acantilado.
  Precisamente los de Acantilado lo dejan bien claro en la contraportada: "Una vez más Joseph Roth pone su escritura al servicio de un relato que posee la sencillez de los cuentos orales y la ejemplaridad de la parábola". En efecto, es un relato sencillo, sin ampulosidad ni en la trama ni en la forma, pero tiene algo de hechizante, de atemporal, igual que una parábola bíblica, que, a pesar de las formas antiguas, es perfectamente aplicable en cualquier época.
 El protagonista del relato es (algo común en Roth) un judío de la Rusia zarista, un comerciante de coral que vive una existencia sencilla, rutinaria pero vocacional; sin embargo la tentación en forma de avaricia lanzará sus redes y destruirá su ordenada vida. Es un auténtica moraleja en forma de relato, pero narrada de una forma tan fría que no se siente más que curiosidad, no siente uno rechazo ni aprecio por el comerciante de coral.
   Es norma general en las novelas y relatos de Joseph Roth que sus personajes, normalmente gentes con vidas encauzadas, algunas gloriosas pero la mayoría anónimas, sufran un contratiempo terrible que los lleva a la destrucción sin escapatoria posible. Roth, siempre narrador omnisciente, no toma partido por el personaje, lo describe minuciosamente pero con indiferencia como un entomólogo que diseca un insecto sin importarle un comino la suerte del propio animal en sí.
 Si se tiene sensibilidad e inteligencia suficiente (me temo que la combinación de ambas cualidades excluye a más del 99% de la humanidad) no es fácil leer a Roth, se siente uno aterido de frío por la tremenda verosimilitud con la que narra la impiedad de la existencia.

viernes, 20 de noviembre de 2015

Ahora leyendo: "Relatos de un peregrino ruso".

 En este volumen están compilados siete relatos anónimos aparecidos en Rusia a finales del siglo XIX y principios del XX, son narraciones muy sencillas de alguien que busca desesperadamente la fe, alguien que se despoja de todo lo terrenal para tratar de elevarse espiritualmente.
  Son textos, pues, de gran espiritualidad, muy planos desde el punto de vista literario, prosaicos incluso, pero, obviamente, no se buscaba tal calidad. Tampoco es teológicamente elevado, es más, es hasta ramplón. Ya digo, es un pobre creyente que tras una vida desgraciada (muere su mujer, pierde todos sus bienes incluyendo su casa, se ve abocado a la mendicidad) inicia una peregrinación por los monasterios con mayor fama de santidad de la fe ortodoxa rusa.
  Según parece, son relatos muy queridos en Rusia y en los países culturalmente influenciados por esa nación, que, sin duda, fueron prohibidos o al menos no impresos en tiempo de la Unión Soviética, pero con la época "putinesca" (ya se sabe, ahora hasta el ex-espía de la KGB es un piadoso creyente) el pueblo ruso vuelve a buscar sus raíces cristianas en estos textos.
 Me ha decepcionado un poco, la verdad. Esperaba algo un poco más profundo, o, al menos, más entrañable, pero no es ni profundo ni entrañable, es más un conjunto de relatos planos sobre un tipo que busca encontrar a Dios a través del consejo de otros en lugar de buscarlo en sí mismo. Tal vez haya que buscar ejemplos de esa espiritualidad ortodoxa en otros textos.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Ahora leyendo: "La gran caída", por Peter Handke.

 ¡Por qué diablos leo a Peter Handke! Estaba revisando en mi biblioteca después de acabar La gran caída y resulta que he leído cuatro novelas más de este tipo, a saber: La mujer zurda, Desgracia impeorable, El momento de la sensación verdadera y El miedo del portero ante el penalty, además de un poemario titulado Vivir sin poesía. No sé que me atrae de este escritor, pues cuando acabo sus novelas siempre me queda una sensación de vacío, de incomprensión.
  La gran caída es la narración de un día en la vida de un tipo; apenas se dice nada de él, que es actor, que tiene un hijo con el que casi no se trata, que mantiene una relación de pareja un tanto atípica... en realidad no pasa nada en las ciento ochenta páginas del libro. De hecho uno espera llegar a esa famosa "gran caída" que se preconiza varias veces para quedar insatisfecho una vez más... no, al final tampoco pasa nada... 
 Peter Handke pasa por ser uno de los escritores actuales más importantes en la lengua de Goethe. Austriaco de nacimiento, saltó a los titulares de la prensa internacional cuando condenó los bombardeos de la OTAN sobre Serbia, es decir, cuando se opuso a lo políticamente correcto en el continente. Algunos le acusaron entonces de defender a Slobodan Milosevic, y otros recordaban que por línea materna tenía orígenes eslovenos (algo no infrecuente en Carintia, la región austríaca fronteriza con ese país). Sea como fuere, la anécdota reforzó su posición de intelectual en la Europa de los mercaderes y grandes corporaciones en la que nos ha tocado vivir.
   Pero, en mi opinión, Handke es un escritor mediocre. Se ha querido ver en él la personificación de la posmodernidad, los males de la sociedad moderna: incomprensión, alienación o soledad, pero, desde luego, es todo tan sutil que pasa desapercibido. Opino que una literatura tan importante a nivel europeo y mundial como la de habla alemana necesita tener una gran figura en el candelero permanentemente y, tal vez, a falta de mejores nombres salta el de Peter Handke; desde luego nada que ver con los Heinrich Böll, Günter Grass, o, por supuesto, con Thomas Mann.

"El convoy", por Denis Lapière y Eduard Torrents.

 Sigo pensando que hay millones de historias tremendas e interesantes relacionadas con la Guerra Civil española y la posguerra, especialmente aquellas relacionadas con el exilio o el maquis, que fueron ninguneadas por el franquismo pero también por sus actuales herederos políticos. Dichas historias pueden ponerse en el formato que se quiera: novelas, poemas o cómics; este último es el caso de El convoy, dibujado por Eduard Torrents con un guión de Denis Lapière aunque basado en hechos reales de familiares de Torrents.
  Se trata de una joven familia barcelonesa que se ve abocada al exilio en las postrimerías de la Guerra Civil. Las autoridades francesas de aquel vergonzante Régimen de Vichy del mariscal Pétain (uno de los canallas más impresentables del colaboracionismo con los nazis) concentraron a los republicanos españoles en campos en la playa para luego, al menos a los varones, entregarlos a los alemanes que los deportaron a su vez al campo de exterminio de Mauthausen. Parece que fueron cerca del millar los españoles que fueron enviados y casi todos perecieron. Torrents y Lapiére meten a sus personajes en aquellas terribles vicisitudes y nos los presentan en 1975, con la muerte de Franco como paisaje temporal; esta vez es la hija de aquella pareja que hubo de salir de España, Lita, que, ya adulta, rememora aquellos nefastos años cuando se entera de que su padre no murió en Mauthausen sino que sobrevivió reside en Barcelona y se ve en furtivos encuentros con su madre.
  El guión es bastante bueno, por la verosimilitud histórica y, a la vez, la particularidad de esta familia concreta; con todo, en mi humilde opinión, le falta mordiente, aun narrando hechos tan tremendos no ha conseguido engancharme como debiera (y a mí este tema siempre me atrajo, como lector y como escritor). Los dibujos de Torrents, por otro lado, son excelentes, muy clásicos, esos llamados de "línea clara" pero con una calidad y una originalidad altísimas; destacaré aquí el realismo de edificios históricos, calles y vehículos. Un gran cómic, por tanto, que ayuda a que entendamos un poco mejor aquellos años oscuros de nuestra historia.

lunes, 16 de noviembre de 2015

Inciso teatral: "Moby Dick", adaptado por teatro Gorakada.

 Pocas veces he salido de una representación teatral para niños pensando que había superado con mucho otras para adultos... este es el caso. Una compañía teatral vasca, Gorakada, que representa una adaptación de la novela de Melville. 
  Solo cinco actores, dos de ellos músicos, un atrezzo mínimo, y sin embargo... el resultado es verdaderamente brillante, el montaje espectacular, la calidad actoral y musical sobresaliente, y, mejor todavía, apenas se desvía de la novela (solo pequeños guiños humorísticos para hacerlo más atractivo a los chicos).
  Una calidad teatral que no es fácil de encontrar en teatro infantil.
Las dos fotos están sacadas de la página web de la compañía. www.gorakada.com

domingo, 15 de noviembre de 2015

sábado, 14 de noviembre de 2015

Endechas (Cancionero castellano)

Parióme mi madre
una noche escura,
cubrióme de luto,
faltome ventura.


Cuando yo nascí,
era hora menguada,
ni perro se oía,
ni gallo cantaba.


Ni gallo cantaba,
ni perro se oía,
sino mi ventura
que me maldecía.


Apartaos de mí,
bien afortunados,
que de sólo verme,
seréi desdichados.


Dixeron mis hados,
cuando fui nascido,
si damas amase
fuese aborrecido.


Fui engendrado
en signo nocturno,
reinaba Saturno
en curso menguado.


Mi lecho y la cuna
es la dura tierra;
crióme una perra,
mujer no, ninguna.


Muriendo, mi madre,
con voz de tristura,
púsome por nombre
hijo sin ventura.


Cupido enojado
con sus sofraganos
el arco en las manos
me tiene encarado.


Sobróme el amor
de vuestra hermosura,
sobróme el dolor,
faltóme ventura.

Sem Tob de Carrión (1290 - c.1369)

 Hablando de la narrativa creada por judíos askenazíes (más o menos adheridos a su religión y tradición cultural) como Sholem Aleijem, los propios Joseph Roth o Stefan Zweig y tantos otros, lamento que, debido a la brutalidad del siglo XX (crasa estupidez, los siglos no son brutales, los brutales son los hombres que los habitan), esa cultura judía fue barrida del crisol cultural europeo... y creo que no me equivoco ni un ápice... Sin embargo, a veces olvidamos que en nuestro país convivían (de forma precaria, no soy ningún "buenista" fan de lo políticamente correcto) tres culturas que también fueron reducidas a un solo color. Para recordarlo traigo a un judío español, corrijo, un judío castellano (no existía España todavía), Sem Tob, de la actual provincia de Palencia.

Imagen tomada de Wikipedia
 Sobre la vanidad del esfuerzo humano.

Non sabe la persona
torpe que se baldona
por las priesas del mundo
qué nos da a menudo;

non sab que la manera
del mundo ésta era:
tener siempre viçiosos
a los ombres astrosos,

e ser d'él guerreados
los omnes onrados.
Alça los ojos, cata:
verás en la mar alta,

e sobre las sus cuestas
andan cosas muertas,
e yacen çafondadas
en él piedras presçiadas;

e el peso así
avaxa otrosí
la más llena balança
e la más vazia alça.

En el çielo estrellas
e sabe cuentas d'ellas
non escuresçen una
sinon el sol y la luna.     

jueves, 12 de noviembre de 2015

Ahora leyendo: "Musgos de una vieja rectoría", por Nathaniel Hawthorne.

 Otro de los grandes escritores anglosajones románticos del XIX que no encaja en eso que los británicos llaman "Literatura Victoriana" porque, obviamente, no era del país de aquella reina. Esa es prueba irrefutable del craso error de ligar un estilo literario a una coyuntura política de un país concreto; puede que para nuestra Generación del 98 sí fuera válido puesto que no hay parangón en otras literaturas nacionales, sea de lengua hispana u otra cualquiera, sin embargo, las características claves de esa famosa "Literatura Victoriana" se encuentran en muchos países fuera del Reino Unido, e incluso en literaturas no anglófonas. Ejemplo: este tipo nacido en Salem (Massachusetts) que no era súbdito de la reina Victoria.
   De hecho, los americanos, que no querían que les metieran en el mismo saco que a su antigua metrópoli, desarrollaron el concepto de "Romanticismo oscuro" (Dark Romanticism) para calificar las obras de Poe, Melville o el propio Hawthorne... Literatura Victoriana o Romanticismo oscuro, lo cierto es que en el siglo XIX, a ambos lados del Atlántico se desarrolla una literatura que gusta de lo anormal, lo grotesco, lo extraño, cayendo ya con frecuencia en el terror, algo que para su época era muy novedoso, pero que todavía hoy, al menos a quien esto escribe, sigue atrayendo mucho. El Romanticismo literario se aleja del anodino Realismo y del Naturalismo para encontrar un morboso e incluso enfermizo gusto en lo "no natural".
  Hawthorne, inmortalizado por su La letra escarlata, es uno de los puntales de ese subgénero literario que tantos seguidores tiene hoy en día. Su nacimiento en Salem parece que lo predispone, pues, ya se sabe que aquella población de Nueva Inglaterra sufrió una de los más terribles (y, en realidad, vergonzantes) accesos de puritanismo religioso mezclado con superchería y barbarie humana que llevó a la hoguera a un buen número de "presuntas brujas" allá por los finales del siglo XVII.
 Los relatos reunidos en Musgos de una vieja rectoría pueden parecer un poco simplones y pacatos si tratamos de incluirlos en el subgénero de la literatura de terror, pero hay que pensar que Hawthorne tal vez nunca pensó en ese ámbito, simplemente sacó un puñado de excelentes relatos fruto de su misantropía, soledad recalcitrante y gustos al margen de lo "socialmente correcto".

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Leyendo en poesía: "Antología Cátedra de Poesía de las Letras Hispánicas".

 Siempre hay tontos de remate que, en clara demostración de su infantil vanidad, desdeñan las antologías poéticas por considerarlas propias de novatos... de hecho, yo conozco a docenas de aquellos. Pues bien, aquí estoy, con un grueso tomo (aunque en edición de bolsillo) de más de mil páginas que compila toda la poesía editada por Cátedra... y bien orgulloso de mi "tomito".
  Con todo, esta antología va por la décima edición, con lo que se demuestra la tontería de la gente que no tiene la asertividad suficiente para decir que una buena antología es la mejor guía para descubrir autores que uno no conoce. En realidad esto lo creo para todo, tanto para poesía como en narrativa, de hecho se puede comprobar en este blog la cantidad de antologías de relatos y cuentos de terror de la editorial Valdemar; así he descubierto verdaderas joyas ignotas y también algún que otro bodrio.
  Esta recopilación se inicia con jarchas y acaba con un poema de Ada Salas una poeta (o poetisa, como se decía antiguamente) extremeña de apenas cincuenta años. 
 Un volumen, en definitiva, para disfrutar y mantener como verdadero libro de consulta de cualquier biblioteca que se precie de tal nombre.

lunes, 2 de noviembre de 2015

"Avoiding Procrastination", by Grant Snider (incidentalcomics.com).



"I Am a Rock", Simon & Garfunkel.

A winter's day
In a deep and dark December;
I am alone,
Gazing from my window to the streets below
On a freshly fallen silent shroud of snow.
I am a rock,
I am an island.

I've built walls,

A fortress deep and mighty,
That none may penetrate.
I have no need of friendship; friendship causes pain.
It's laughter and it's loving I disdain.
I am a rock,
I am an island.

Don't talk of love,

But I've heard the words before;
It's sleeping in my memory.
I won't disturb the slumber of feelings that have died.
If I never loved I never would have cried.
I am a rock,
I am an island.

I have my books

And my poetry to protect me;
I am shielded in my armor,
Hiding in my room, safe within my womb.
I touch no one and no one touches me.
I am a rock,
I am an island.


And a rock feels no pain;
And an island never cries.