viernes, 23 de diciembre de 2016

Ahora leyendo: "Trilogía de la ocupación", por Patrick Modiano.

 Craso error es considerar que todo lo que escribe un Nobel de literatura es destacable e incluso superior al resto de la producción literaria contemporánea. Un Nobel, como cualquier escritor, tiene altibajos en la calidad de su producción, pero claro, las editoriales están dispuestas a publicar absolutamente todo con tal de ganar dinerito... y me temo que muchos lectores se tragan todo también... espero no ser uno de ellos.
 En El lugar de la estrella, novela escrita al parecer en 1968, contiene algunos elementos comunes a todo Modiano (ambientado en París, aparente desafección por los personajes y sus vidas, vidas erráticas...), pero también hay un cinismo y una ironía que no había notado en otras novelas del francés. Aquí, narra en primera persona a un judío colaboracionista en apariencia, pero que trata de hacer negocios con los arios pervirtiendo a los mismos, principalmente con la trata de blancas de chicas francesas. Hay un elemento provocador en un doble sentido: el colaboracionismo de buena parte de la población francesa que no solamente no opuso resistencia a la ocupación nazi, sino que hizo negocio con ella; y por otro lado la de los judíos masacrados y víctimas del odio de los asesinos y la indiferencia del resto de los europeos que, sin embargo, una exigua minoría de ellos también sacan pingües beneficios con sus supuestos asesinos. Supongo que cuando vio la luz en aquel año levantaría muchas ampollas, aunque, también hay que recordar el cambio social y político que supuso el Mayo del 68 al cual, en modesta proporción, ayudaría esta novela, a romper creencias biempensantes y discursos oficiales de supuestas heroicidades militares.

 Con todo, a veces se hace un tanto incómodo leer pasajes tan irreverentes y provocadores. Eso es lo malo de muchas novelas, que si se piensa cuando fueron escritas y en qué contexto sociopolítico se entiende que fueran necesarias, aunque hoy hayan quedado obsoletas.

jueves, 8 de diciembre de 2016

Ahora leyendo: "El jardín de humo y otros cuentos de intriga", de G. K. Chesterton.

 Chesterton es un tipo muy interesante, e injustamente olvidado como literatura de segundo nivel, lo que yo llamo "lecturas de té y pastas". Gilbert Keith Chesterton tuvo la inmensa suerte de nacer cuando moría Dickens (en 1870 moría el autor de Oliver Twist y el del Padre Brown nacía en 1874) y muchos de los grandes autores de literatura victoriana: George Eliot, las hermanas Bronte; aunque fue coetáneo de Henry James o Thomas Hardy. El hecho de que los grandes de verdad hubieran muerto cuando el gigantón de Chesterton publicaba le facilitaba llegar a su lector tipo: señoras de la alta sociedad británica, con un nivel cultural alto y mucho tiempo libre. Por eso, yo (sé que soy injusto) lo llamo "lectura de té y pastas".
  Sí, soy injusto. Chesterton fue un escritor de un talento literario fuera de lo corriente, su capacidad de descripción minuciosa, los personajes bien desarrollados y las tramas enredadas así lo proclaman, ¿y entonces? Entonces pasa que decidió tirar por el lado fácil (otra injusticia por mi parte) y escribir historias perfectamente banales sobre detectives aficionados (el cura Brown, principalmente) y gente con pocas exigencias vitales, nada más lejos de la feroz crítica social en la obra de Dickens. Con todo, a Chesterton lo aguanto y soy capaz de recrearme en esas excelentes características de su prosa a las que hacía mención antes, cosa que no soy capaz de hacer con la "pedorra" de George Eliot, una señora rica y aburrida que escribió la más soporífera novela sobre la insustancial vida de la nobleza británica de aquella época, Middlemarch.
  Ya dejo definitivamente de ser injusto para decir que el pequeño tomo editado por Valdemar recoge cuatro cuentos de carácter detectivesco encuadrado en aquella época y clase social. La calidad del autor permite que puedan ser considerados como frescos descriptivos además de como mero entretenimiento... aun así, prepararé té y pastas...

domingo, 4 de diciembre de 2016

Leído: "Ubú rey", por Alfred Jarry.

 Una de las mejores cosas que tiene la lectura es que cada lector tiene una interpretación única y particular que, en mi opinión al menos, es tan válida como la del propio autor. Esto hace que cada obra literaria se convierta en millones, tantos como lectores tenga. 
 Ubú rey es una obra teatral burlesca como pocas. Se burla, precisamente, de lo más caro al género humano: la ambición. Una pequeña obra que desnuda todas las vergüenzas del género humano, todos los fallos de un animal bípedo que cree haber sido creado "a imagen y semejanza" de un dios todopoderoso. 
  Ubú somos todos. Bonito eslogan que hoy en día oímos tanto (cuando queremos acompañar anímicamente a alguien atacado o vilipendiado decimos que "ese somos todos" o "yo soy ese"). Pero aquí no es un gesto altruista, aquí es un reconocimiento de nuestras más mezquinas realidades. El ansia del poder por el poder, teniendo como arma principal la más poderosa que todo humano tiene: la estupidez.
 En este país se representó la obra de Jarry, actualizándola a la coyuntura política y temporal con el archiconocido grupo teatral "Els Joglars", que la rebautizaron como Ubú president. Esa es una de las mayores ventajas que tiene la buena literatura, que es atemporal, por ello cambiando un poco lo superficial podremos, tal vez, entenderlo mejor. El miope nacionalismo español vio con agrado lo que ellos creían ser una burla del nacionalismo catalán, cuando en realidad era burla del ansia de poder.
  Alfred Jarry ambienta la obra en Polonia, pero con una acotación queda todo explicado: "La acción transcurre en Polonia, es decir, en ninguna parte". Todos somos pues en mayor o menor medida unos locos arrogantes, borrachos de poder, estúpidos e ignorantes... todos somos Ubú. Como nuestro gran rey, repitamos al unísono su famosa interjección: ¡Mierdra"

sábado, 3 de diciembre de 2016

Trampantojo, por Max (Babelia de 3 de diciembre de 2016).

Imagen tomada del suplemento cultural de El País, Babelia, de 3 de diciembre de 2016.
 Oportuno (como siempre) Max, a cuenta, esta vez, de la inmoralidad de unos y otros con la obra de Roberto Bolaño.