Me inició en este escritor del que tampoco había leído nada hasta la fecha, Sándor Márai.
Otro escritor de aquel país centroeuropeo, quizás forzado por las grandes familias reales que era el Imperio Austrohúngaro, un país hecho con muchas lenguas: alemán, húngaro, serbo-croata, rumano, eslovaco; de varias religiones: católicos, ortodoxos serbios, ortodoxos húngaros, musulmanes bosnios, judíos; y mil y una sensibilidades étnicas: alemanes, húngaros, checos, eslovenos, bosnios, serbios, rumanos... No es raro que aquel enorme país de más de seiscientos mil kilómetros cuadrados no durara mucho más de cincuenta años... pero lo cierto es que dejó un puñado de excelentes escritores, cada uno con características propias: Stefan Zweig, Joseph Roth, Franz Kafka, Ivo Andric o Rainer Maria Rilke entre otros. La mayoría de ellos tenían una adscripción cultural y territorial propia dentro de ese enorme territorio, aunque algunos como Roth o el propio Zweig echaban de menos el antiguo país -al menos así queda registrado en algunas de sus novelas-, Sándor Márai era claramente húngaro, pues en tal lengua escribió y en ese "moderno" país es considerado referente cultural.
Márai Sándor (con el nombre ordenado como se hace en el país magiar, primero el apellido y luego el nombre) huyó del comunismo en 1948, era considerado demasiado burgués por los nuevos amos, se radicó en Estados Unidos donde vivió hasta el fin de sus días, por cierto, que fue como dicen los más respetuosos "muerte voluntaria", se descerrajó un tiro en la sien cuando supo que no podría vivir ya de forma autónoma; es curioso, pero este detalle, que en mi opinión no es muy relevante ya que se quitó la vida cerca de los 90 años, es repetido en todas las reseñas y entradillas que se encuentran en sus libros, ¿razón? El hecho de que un escritor se haya suicidado le hace subir enteros en su cotización como producto a vender para la editorial en cuestión.