Frecuentemente nos hacemos mil preguntas, mil indagaciones sobre qué es lo que nos gusta, lo que nos atrae magnéticamente hacia una película; qué es lo que nos hace verla una y otra vez... podremos dar unos cuantos motivos, pero no son suficiente para justificar esa atracción... A mí eso me pasa con El cielo sobre Berlín. Por cierto, en España se tradujo, de una forma un tanto cutre como Las alas del deseo... traducción literal del título en inglés, supongo que sería mera cuestión de marketing.
Me acerqué al cine de Wenders a través de Peter Handke, de quien ya hablé y que colaboró en varias ocasiones con el cineasta. De entre todas las películas de Wenders, para mí, esta es la mejor; combina una sabia utilización en la alternancia del Blanco y negro con color, así como de grúas y "steadycam" para dar una sensación subjetiva de la ciudad en los ojos de los ángeles. Bruno Ganz está, como suele ser habitual en él, inconmensurable, y Otto Sander no se queda a la zaga. El resultado es una película hipnótica, diferente, en la que el argumento se supedita a las condiciones técnicas (entre las que yo remarcaría el uso de la "steadycam" para dar continuidad a las escenas) y que deja tan buen sabor de boca que apetece verla con frecuencia.
El éxito de crítica y público fue enorme, tanto que Wenders rodó una continuación, la conocida ¡Tan lejos, tan cerca! que, a pesar de tener un presupuesto mucho mayor y colaboraciones y cameos importantes, no tuvo la acogida que tuvo aquella. Por cierto, tiempo después, en Hollywood rodaron un "remake" que titularon City of Angels, un pastelote romanticón con Meg Ryan y Nicolas Cage que no sirve más que para perder el tiempo.