Enorme diferencia de esta novela con las dos que leí con anterioridad de Enquist (El libro de las parábolas y La biblioteca del Capitán Nemo). En estas decía que la estructura estaba deslavazada, que parecían las típicas notas y reflexiones cogidas a vuelapluma de forma inconexa, como un cuaderno en el que uno anota las ideas que le vienen a la cabeza. La partida de los músicos, sin embargo, es lo contrario: estructura lineal, con pocas analepsis o prolepsis, sigue la línea cronológica natural. Por otro lado, hay algunas semejanzas, como la ambientación en el norte de Suecia (Västerbotten y Norrland) y algunos personajes que se repiten (Eva-Liisa y Josefina Malkström) y, por supuesto, una semejanza estilística que no deja duda de la autoría de Enquist para las tres, pero, ya digo, La partida de los músicos tiene una estructura convencional, la propia de la novela del siglo XIX. Teniendo en cuenta que esta novela fue publicada en 1978 y las otras dos ya en el siglo XXI, se me plantea una duda: ¿tuvo Enquist que adaptarse a esta convencionalidad estructural en la época, y ya siendo ampliamente conocido y respetado pudo escribir "a su manera", o, por el contrario, las editoriales suecas publicaron las dos novelas menores cuando el autor ya era claramente rentable? Supongo que no lo sabré nunca, pero, una vez más, mosquea mucho, francamente.
El argumento se centra en los inicios del sindicalismo en el país escandinavo, ambientado en las dos regiones septentrionales que he citado y en la línea temporal de 1903 a 1910. Personajes principales son el sindicalista y agitador Elmblad, que, viajando desde Estocolmo, trata de hacer comprender a los atrasados norteños que pueden y deben organizarse para evitar abusos por parte de los empleadores; así como las ya mencionas Eva-Liisa y Josefina, además del tío Aron y Nicanor. Estos últimos son habitantes de Västerbotten, gente que son retratados de forma inmisericorde como analfabetos acobardados que sólo saben cumplir órdenes del patrón o del pastor, que, naturalmente, les instan a ser sumisos y dóciles cual borregos.
Los hechos narrados mantienen la brutalidad propia de este autor, como siempre narrados con una naturalidad que raya en la indiferencia, aun cuando abundan las amenazas, palizas y agresiones de todo tipo, acabando incluso en el suicidio. Parece ser que Enquist gusta de pergeñar personajes duros que sufren en silencio situaciones sociales y personales que hoy se nos antojan insoportables; sin duda son hijos del clima y el paisaje de ese norte remoto.
Un detalle especialmente interesante concierne a la traducción del texto. Parece ser que Enquist, que escribe en sueco estándar, la variedad hablada en Estocolmo o Upsala y considerada la versión culta, hace hablar a sus personajes en el dialecto propio de Västerbotten, lo cual aumenta las dificultades de comunicación del estocolmense Elmblad con los obreros de los aserraderos locales. Bien, para no perder esos giros dialectales, los traductores de la edición de Nórdica (Marina Torres y Francisco J. Uriz) han optado por sustituir los diálogos en dialecto por una variedad dialectal del aragonés, por contraposición al castellano al que está vertido la práctica totalidad del texto. El resultado es brillante, pues mantiene esas diferencias dialectales que son fundamentales en el libro y sin las cuales éste quedaría mermado, y, a la vez, el lector hispanohablante medio entiende perfectamente esos pequeños fragmentos en dialecto aragonés. Además, estos traductores firman el prólogo en el que aparte de explicar su forma de abordar el texto, aportan datos sobre la situación política y social de Suecia en los años en los que se desarrolla la novela. Esto es francamente útil para poner en antecedentes a los lectores en español que, como un servidor, desconocen los pormenores sociopolíticos del país escandinavo. Ambas cosas ennoblecen la difícil e ingrata tarea de traducir cualquier texto, especialmente cuando, como éste, lo están en dos variedades dialectales.