Estos siete libros contienen. como su nombre indica, la sabiduría antigua y religiosa condensada en máximas edificantes de diverso tipo. Tradicionalmente se los ha separado en tres grupos: Salmos, Proverbios, Cantar de los cantares y Sirácida serían atribuibles a Salomón; en ellos se trata de organizar al pueblo de Israel al modo egipcio y fenicio. Se trata de una sabiduría de orden práctico, aunque también moral pues su máxima aspiración es que el creyente discierna sobre el bien y el mal, lo bueno y lo malo. En todos los casos se recuerda que Dios creó el mundo con un orden establecido, así, el hombre que se adapta a ese orden es sabio y por tanto feliz, el hombre que no se adapta es necio e infeliz. Un segundo grupo de estos libros sapienciales, el conformado por Job y Eclesiastés da una versión más íntima y personal de la sabiduría. ¿Por qué existo? ¿Por qué sufro si soy justo? Estas magnas preguntas parecen ser las principales en estos dos libros, lo cual los hacen más cercanos, más humanos. Por último, tendremos el libro de Sabiduría, que presenta una sabiduría religiosa que acaba llegando a concluir que la sabiduría es, en verdad, el temor de Dios. Así que podemos ver que la sabiduría a la que hacen referencia los libros sapienciales en general no es la que hoy en día consideramos como el conocimiento extremo de una determinada materia científica, claro está, sino una "sabiduría de la vida" que tiene que ver directamente con el amor a Dios y Su voluntad.
Job: Todo el mundo, incluso aquéllos con escasa cultura religiosa (cada vez, lamentablemente, más), conoce aunque sea de oídas el libro de Job; el famoso dicho popular "tener más paciencia que el santo Job" ayuda a su conocimiento, y, en verdad, no está desencaminado en absoluto. El mensaje principal de este libro se puede resumir en otro dicho popular, aquel que rezaba: "Dios aprieta, pero no ahoga". O dicho de una forma más elaborada: la fe es puesta a prueba cada día de nuestras vidas; la fidelidad a Dios es premiada, pues esta vida es temporal, lo importante es la Vida Eterna. Desde un punto de vista estilístico el libro tiene una gran belleza narrativa (cabría decir que es prosa poética) con algunas frases verdaderamente brillantes que resumen todo: "Desnudo salí del vientre de mi madre, desnudo allí regresaré. El Señor me lo había dado, el Señor me lo ha quitado; sea bendito el nombre del Señor". Job 1,21.
Salmos: verdadera antología de poemas religiosos. Oraciones sencillas pero con fundamento, algunas de ellas bellísimas (en mi opinión, las llamadas de "religión personal"); otras siguen siendo de una temática muy veterotestamentaria, en el sentido de que presentan una religión tribal, de lucha contra el enemigo, son aquellos salmos que piden protección personal pero también la destrucción de los enemigos. Teóricamente fueron compuestos por el rey David, aunque esto es harto improbable, principalmente porque narran cosas que aún no existían en su reinado.
Proverbios: Otro libro atribuido al rey Salomón. Se incluyen consejos aplicables a todo momento de la vida. Recuerda la necesidad de confiar en Dios, pero también cómo relacionarse con la familia, los amigos, la profesión, lo material... Como no podía ser de otra forma teniendo en cuenta la minuciosidad de los proverbios, algunos son muy coyunturales, habiendo quedado totalmente obsoletos hasta llegar a ser del todo inmorales (véase, por ejemplo, el trato que se ha de deparar a los esclavos). Otros mantienen su vigencia, con algunos párrafos hermosos y memorables.
Qohélet o Eclesiastés: Parece que ahora esté más de moda el primer nombre, de origen hebreo, que significa "discutir" o "argüir", aunque yo sigo prefiriendo el segundo, de origen griego, con el que lo conocí de niño. Es un libro sapiencial clásico, de una enorme belleza, que, en realidad, busca a Dios y a la Vida Eterna por vía de la negación de lo material hasta llegar a un verdadero nihilismo material. Para llegar a concluir que lo único que tiene sentido en la vida terrenal es la vida espiritual, denuesta de forma eficaz la vida terrena (las riquezas, los títulos, las vanidades humanas) con su volubilidad e inconsistencia. Está narrada como confesión personal, lo cual le da un grado de cercanía e intimidad que agradece cualquier alma atormentada (que es la de cualquiera que haya vivido en el mundo de los hombres con un poco de sensibilidad y espiritualidad). Es totalmente atemporal, por tanto, rabiosamente actual; lo entienden (y sienten) por igual un hombre del siglo XXI y uno de la época de Cristo.
Cantar de los cantares: la excepción sorprendente no ya de los libros sapienciales, sino del Antiguo Testamento y aun de toda la Biblia. Es, ya se sabe, un poema amoroso-erótico. La explicación más plausible desde un punto de vista religioso es que las referencias constantes al esposo y a la amada, que son cambiados por Dios y el alma. La verdad es que, en algunos fragmentos, dicha asimilación está más que cogida por los pelos... Lo digo porque hay descripciones físicas de la amada en la que es poco menos que imposible traer a colación nada remotamente espiritual. Haciendo de abogado del Diablo, es evidente que este poema, aunque también atribuido a Salomón, es, en realidad, un poema persa, y, en el ámbito persa, y después árabe, eran muy frecuentes este tipo de poemas amorosos o eróticos.
Sabiduría: También considerado de origen salomónico en un principio, hoy se piensa muy posterior. Esto es por razones obvias: fue escrito directamente en griego y tiene como finalidad prevenir al creyente del supuesto peligro del helenismo. El helenismo, ya sabemos fue un brutal dominio cultural que se inició con Alejandro Magno y que influyó a casi todo el mundo antiguo, también a los reinos de Israel y Judá. Hoy, al menos en el ámbito europeo, vemos esta época como una de las primeras típicamente europeas, cuyos posos llegan hasta nuestros días; pero para los líderes del pueblo de Israel de aquella época, el helenismo era terriblemente peligroso por su capacidad de seducir con una belleza estética y material que dichos líderes consideraban contraria a la pureza hebrea. En un sentido estructural tiene tres partes: en la primera se recuerda que la verdadera sabiduría viene de Dios; luego se afirma que la justicia de Dios es inmortal; para acabar rememorando los hechos más notables narrados en el Éxodo para aplicar sus consecuencias a nuestras vidas.
Sirácida: El extraño nombre de este libro hace referencia a su supuesto autor, un tal Ben Sirá. El mensaje es, de nuevo, claro: la única sabiduría posible viene de Dios. Al igual que el anterior pone en solfa al helenismo, cultura que obligaba a los israelitas a hablar griego y a practicar el politeísmo griego. Se dan consejos varios de aplicación diaria: humildad, prudencia, valor de la mujer prudente y los buenos amigos...