Como el otro día estuve hablando en este humilde blog de Peer Gynt, la suite de Edvard Grieg, obra muy cara para mí, me acució la inquietud de no haber leído la obra de Ibsen en la que se inspira. Lo primero, he de decir que es extraordinariamente difícil hacerse con una copia en papel del drama en cuestión. Lo busqué en vano en bibliotecas públicas; luego de viejo, tanto en librerías como en internet; por último, traté de comprarlo nuevo... Al parecer no se edita esta obra desde hace décadas (pero muchas, ¡eh!). Bueno, al final, gracias a esa heterodoxa (y, a veces, poco fiable, la verdad) enciclopedia en línea que es Wikipedia, descargué una copia apócrifa, pero que al final resultó ser válida y fiel. (Tan difícil es encontrar una copia en papel, que no dudo en incluir aquí el enlace de la página uruguaya por si alguien la busca: https://www.cjpb.org.uy/wp-content/uploads/repositorio/serviciosAlAfiliado/librosDigitales/Ibsen-Peer-Gynt.pdf. Ya se sabe: copiar y pegar para conseguirla).
Esta es una edición aún más rara, de 1951, en esperanto. Imagen tomada de Wikimedia Commons.
Se trata de un drama en cinco actos (muy desiguales entre ellos de extensión) con rasgos ligeramente parecidos a Fausto de Goethe, pero, claro, de mucha menor calidad.
Acto primero: La acción se inicia presentando a Aase, una campesina noruega, y a su hijo Peer Gynt. Éste es un joven pasional, amigo de riñas y amoríos que no deja indiferente a nadie en su aldea. (En la suite de Grieg, por cierto, aquí se representaría el movimiento titulado La mañana). Peer conoce en una boda a unos forasteros con dos hijas, Solveig y Helga, quedando prendido de la primera.
Acti segundo: En la boda, el novio pide a Peer que hable con su novia, Ingrid, pues no quiere casarse finalmente con él. Gynt, en lugar de hacer eso, la seduce y la rapta, llevándosela a la montaña (en la obra de Grieg, el movimiento El rapto de la novia). Una vez en la montaña, el chico abandona a la joven novia y se encamina a la montaña de Dovre. En la cima de esa montaña es recibido por su rey, que le presenta a su hija casadera. En un primer momento, Gynt accede a casarse con ella, pero luego comprende los sacrificios que ha de hacer para se príncipe (como el de convertirse en duende) y huye de la cueva, (en la obra musical, el apasionante movimiento En la gruta del rey de la montaña). Se dormirá y despertará de nuevo junto a Solveig.
Acto tercero: Pasa el tiempo, Peer Gynt está en un bosque talando pinos. Su madre, Aase, sometida a la pobreza, está siendo embargada de cuantos bienes posee. Solveig escapa de su casa y va al bosque en busca de Peer; estando en la cabaña de éste, llega la hija del rey de la montaña con el hijo deforme que tuvieron. Peer huye hacia casa de su madre, donde la encuentra moribunda, (en este momento, el movimiento de la obra de Grieg, La muerte de Aase).
Acto cuarto: Peer huye a Marruecos. Ya es un hombre de mediana edad que ha hecho fortuna con negocios tan deleznables como la trata de negros. Recorriendo el norte de África llega a Egipto, allí Peer ha cambiado, ya no es impulsivo y pasional, sino reflexivo y pausado, casi filosófico. En el desierto conoce a Anitra, una bella bailarina que lo seduce con su baile (La danza de Anitra en Grieg) y, lo despluma, robándole toda su riqueza y abandonándolo en el desierto. Continúa su viaje por Arabia (Danza árabe).
Acto quinto: Se inicia el último acto con Peer Gynt ya maduro, en un barco frente a las costas noruegas. Una tempestad hace naufragar el buque, y él consigue sobrevivir aun a costa de permitir que un cocinero con familia se ahogue. Regresa a su tierra natal (en la suite de Grieg, El retorno de Peer Gynt) y no es apenas reconocido. Sí lo reconoce, sin embargo, el "fundidor de almas", una especie de diablo que busca almas de pecadores para fundirlas en un caldero. Esta criatura le conmina a encontrar un testigo en su favor para que asegure que en su vida siempre trató de ser "él mismo". Gynt se encuentra con el rey de la montaña, quien no está dispuesto a testificar en su favor, ya que cree que actuó siempre como duende, no como hombre. Por fin, Peer se reencuentra con Solveig, quien lo había estado esperando fielmente, ella lo absuelve de sus desmanes y agravios, así, el fundidor de almas no puede llevarse su espíritu. La obra finaliza con Peer y Solveig abrazados, cantándole ella la dulce canción que Grieg tituló en su suite La canción de Solveig.
Henrik Ibsen. Imagen tomada de Wikimedia commons.
En fin, ese es el argumento del drama de Ibsen. Así narrado parece muy deslavazado, pero, créanme, a la simple lectura, no sé en su representación, también parece atropellado y sin estructura. Ya decía, es una especie de epopeya si no fuera porque no está escrito en verso, pero las vicisitudes épicas que narra, con criaturas mitológicas incluidas como troles y duendes, así lo clasificaría.
Henrik Ibsen pasa por ser el padre de la literatura noruega moderna, principalmente de la dramaturgia. Eso se debe, en parte, a que la literatura en esa lengua es relativamente escasa (es una nación con apenas cinco millones de almas hoy en día) y a que la época en la que escribe era justo la de la transición del noruego de dialecto regional a lengua nacional y de cultura. En todo caso, Ibsen tiene obras muy, pero que muy diferentes a Peer Gynt; estoy pensando en Casa de muñecas, un drama feminista que se lleva representando décadas con gran éxito en todo el mundo occidental. En ese sentido, parece que Peer Gynt se ha representado muy pocas veces, en parte por las dificultades técnicas que presenta, en parte porque, ya desde que Ibsen lo escribiera, tiene unas formas claramente anacrónicas. Vamos, que entre la obra literaria de Ibsen y la musical de Grieg no hay duda de cuál es la mejor y la que ha envejecido con más lozanía, aunque la buena se haya inspirado en la menos buena...