Veintiocho relatos del inmortal creador de La Regenta. Si en su obra cumbre se muestra como un narrador apabullante por su capacidad de pergeñar personajes redondos y verosímiles sin esconder nada ni bueno ni malo (naturalismo en grado sumo), en los relatos se aprecia mejor esta cualidad. Es como si en los cuentos se hubiera condensado la inmensa calidad del asturiano (y zamorano de nacimiento).
No estoy de acuerdo con la brevísima recensión de la contraportada de esta edición (editorial Edicomunicación, aparentemente, ya desaparecida) cuando dice: "El autor les puso el título de Morales no porque reflejen ejemplos dignos de ser imitados, sino porque nos revelan las facetas más sensibles del ser humano...". No estoy de acuerdo porque, como ya desgranaré ahora, los relatos sí muestran comportamientos y personajes morales. Es curioso recordar que Clarín fue tomado por un "liberal ateo" en su época, cuando la moral que refleja es claramente cristiana; otra cosa es que defendiera la separación entre Iglesia y Estado, o que llegara a pensar, tal vez, que la Iglesia católica de su tiempo era una organización perniciosa, pero, leyendo sus relatos, se puede apreciar un apego notable a las virtudes evangélicas. En todo caso, temo que la editorial pusiera esa reseña para no asustar al lector tipo de estos tiempos (la edición es de 1999) y asegurarse así más ventas. Business is Business.
En El cura Vericueto se narra la historia de un cura rural, aparentemente ultraconservador y especialmente avaro. Cuando parece que uno está leyendo un relato anticlerical, Clarín gira el argumento para descubrir que esa avaricia ratonera, esa usura pobretona y mezquina del cura tiene como finalidad pagar una deuda de juego contraída tiempo atrás. Se presenta como una firme adhesión al principio de honorabilidad, algo hoy muy pasado de moda, pero que hace cien años era tomado por un principio fundamental de bonhomía.
Boroña es un relato sobre un indiano rico que regresa a Asturias para morir y que, en sus últimos días, sólo recuerda el pan de maíz, pobre sustento, que comía de niño. Por cierto, hoy el Diccionario de la Lengua Española de la RAE admite el vocablo sustituyendo la "ñ" por "n", es decir, "borona".
La conversión de Chiripa es un relato humorístico en el que un mendigo acaba convirtiéndose a la fe católica por una serie de circunstancias descacharrantes. Alguno podrá ver un cierto ateísmo, pero, en realidad, no hay sino una feroz crítica a una Iglesia pacata y pueblerina que sólo trata de hacer adeptos como un vendedor a comisión.
El número uno es un extraordinario cuento sobre la humanidad, sus grandezas y miserias. Tiene un final claramente moralizante en un sentido cristiano, aquel de "los últimos serán los primeros, y los primeros, los últimos".
El relato titulado Para vicios es una genial disección de un tipo de alma humana muy frecuente no hace tanto (y ahora también, aunque con diferentes parámetros). Es, de nuevo, otro cuento moral, desprecia mediante el sarcasmo la religiosidad falsa, hipócrita, farisaica, que juzga a todos y ella, claro, es la peor... De nuevo, del Evangelio: "no juzguéis y no seréis juzgados".
La sensibilidad exquisita se muestra en El dúo de la tos, donde dos jóvenes tuberculosos (enfermedad que hacía estragos en el siglo XIX y que, de hecho, acabó matando a Clarín a sus cuarenta y nueve años) se enamoran el uno del otro. Pero no es, claro, un relato pasional, pues los jóvenes tísicos se enamoran de sus respectivas enfermedades, de sus necesidades de afecto, de sus soledades... Es un bellísimo texto que rezuma ternura por todos lados.
Un grabado es un delicado retrato del padre viudo que ejerce de padre y de madre. Un padre amante de sus hijos, cariñoso y protector, que se desvive por ellos. Esa figura, que siempre existió y existirá, ha sido puesta en duda por el feminismo misándrico de los últimos tiempos. ¡En fin!
El Quin es un conmovedor relato personificado en las miserias de la vida de un perro, de su nacimiento a su muerte. El Quin (mala pronunciación de la palabra inglesa, King) es un perro sensible, necesitado de afecto que sólo recibe dureza y maltrato.
La noche-mala del diablo es un cuento moral (cristiano) en el que el diablo intenta imitar a Dios dando un hijo al mundo. Éste nacerá, por contraposición a la Nochebuena, en la "noche-mala". Sin embargo, el hijo del diablo no es el Cristo, no puede luchar contra la liberación que promete Jesús de Nazaret.
Y así hasta veintiocho excelentes relatos. No todos ellos, pero la mayoría, como digo, tienen un evidente carácter moralizante al mostrar conductas o individuos como modelos a seguir.