miércoles, 12 de diciembre de 2012

Lecturas de juventud: "Los gozos y las sombras" de Gonzalo Torrente Ballester

  En una edición de bolsillo de Alianza Editorial, que tengo tan gastadas que no se leen bien las portadas. La trilogía de Torrente Ballester: "El señor llega", "Donde da la vuelta el aire" y "La pascua triste" fue una compañía de mis diecisiete o dieciocho años, ¡qué gran compañía!
 La primera novela en concreto, "El señor llega", la habré leído seis o siete veces (es raro que relea narrativa, no así poesía). Me recuerdo a mí mismo leyendo (sumergiéndome, mejor dicho) en los entresijos sociales de Pueblanueva del Conde, con una realidad que se extingue (la de los señoríos cuasi feudales -representados por doña Mariana-), otra que surge (la del liderazgo fascista -encarnado en Cayetano Salgado-), la "tercera vía", (la del anarquismo -con la persona de Juanito Aldán-); leía embelesado,  admirando a Carlos Deza y detestando las manipulaciones de doña Mariana y de Cayetano... en mi opinión la mejor obra de uno de los grandes de la literatura en castellano.
   En los primeros ochenta, TVE hizo una serie de trece capítulos basada en la trilogía, como suele ser habitual, la obra literaria tiene muchos más matices y complejidades, pero aún así, la serie era espléndida, capta los cambios sociales y los personajes están espléndidamente representados por Eusebio Poncela, Carlos Larrañaga, Amparo Rivelles, Charo López o Santiago Ramos entre otros.

Ahora leyendo: "El hombre que fue jueves" de G.K. Chesterton

  Recuerdo haber leído en mi juventud (casi diría adolescencia) "El Napoleón de Notting Hill", incluso recuerdo quién fue el compañero de colegio que me lo recomendó. Supongo que no entendí nada, pues desde luego no es para leer a los catorce o quince años. 
  Siempre oí hablar de Chesterton, críticas positivas y negativas, tanto en lo personal como en lo exclusivamente literario, así que comencé por este:
   De Chesterton, aparte de lo antes citado, conocía las peripecias del "padre Brown" por televisión (TVE emitió la serie de la BBC a principios de los 80), me pareció las típicas historias detectivescas anglosajonas sin mucho interés; casualmente, esto no lo supe hasta más recientemente, el cura Brown era párroco en Bradford, ciudad inglesa en la que yo viviría décadas después y donde conocería a la que hoy es mi mujer... casualidades de la vida...
   Había leído también sobre las peripecias espirituales de Chesterton, nacido y criado en una familia de estable racionalismo ateo, migró hacia el Anglicanismo primero, para convertirse al Catolicismo en su madurez. Quizás sea por su inquietud espiritual, quizás por cierta indefinición en muchas sentencias, Chesterton ha sido definido en el mundo literario anglosajón como "the prince of paradox", sus textos tienen tantas interpretaciones como lectores, veremos cuáles son las mías...

lunes, 10 de diciembre de 2012

Lecturas de juventud: la Generación del 98

  Poco después de leer a Delibes, a Cela o a Martín-Santos, retomé la narrativa de la Generación del 98, que muy probablemente podría citarse como la más importante influencia de los antes nombrados; tendría yo dieciocho o diecinueve años.
   El aire "decadentista" y pesimista de esta generación siempre enlazó bien con mi carácter; su renovado afecto por la olvidada Castilla (la idea romántica de esa región) también lo compartía, quizá anticipando que acabaría viviendo en ella; la separación ideológica de la "españolidad oficial" de la época, casi buscando una voluntaria marginalidad...
   Unamuno, quizás más espiritual que el resto, fue la punta de lanza, recuerdo que en el colegio me"habían hecho leer" Niebla, me dejó un regusto muy positivo, por su originalidad, continué por La tía Tula, Abel Sánchez o Del sentimiento trágico de la vida. De Valle-Inclán, al que muchos lo sitúan entre el Modernismo y la Generación del 98, leí Tirano Banderas, Luces de Bohemia (quedé rendidamente enamorado de la gloriosa miseria de Max Estrella) o El ruedo ibérico.
   Azorín me entusiasmó con sus cuadros costumbristas de la trilogía de Antonio Azorín, recuerdo inundarme de una paz interior de siglos... Era como si todos estos autores conectaran con algo dentro de mí, que generaba esa tranquilidad, como la voz antigua de la familia...
   Casi todo lo que leía en aquella época era narrativa, ya fue más adelante, superados los 25 años cuando volví a leer poesía, de nuevo otro noventayochista (aunque también a caballo del Modernismo), Antonio Machado, sencillez, honradez y una hondura humana tan grande como su calidad poética.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Ahora leyendo: "viaje al fin de la noche" de Louis Ferdinand Céline

  Lamento haber empezado a leer a Céline por una obra secundaria y sobre todo posterior a aquella por la que es mundialmente conocido; leí "de un castillo a otro" hace un tiempo -se puede ver en otra entrada de este blog-, y ahora estoy leyendo su obra principal, anterior a aquella. Probablemente sea aplicable a todos los escritores (y a todos los seres humanos), las distintas obras son muestra palpable de nuestra evolución personal, en el caso de Céline es especialmente evidente.
  Ya en "viaje al fin de la noche" se aprecia una amargura y un rechazo a la estúpida sociedad humana sin ningún tipo de tapujo, pero sin embargo, fue escrita en 1932, cuando Céline era un reputado médico parisino y admirado escritor; sería después de la Segunda Guerra Mundial cuando  sería lanzado a las cloacas de la biempensante sociedad, acusado de antisemita y traidor a la patria entre otras lindezas; de ese periodo es "de un castillo a otro", aquí Louis Ferdinand Céline es un furibundo asocial, un verdadero marginado, admirado por pocos y odiado por muchos a un tiempo.
   ¿Por qué fue marginado un notabilísimo escritor como Céline? Su antisemitismo era patente, pero no mayor del que había mostrado el resto de la ciudadanía francesa, ¿su "traición a la patria"? Francia fue el ejemplo más patente de traidores a esa supuesta patria, empezando por el "gran héroe de Verdun" el innoble -y finalmente repudiado" general Pétain... No, probablemente Céline fue marginado por atreverse a decir la verdad, de forma descarnada y brutal, pero verdad al fin. Dibujó a la sociedad como un hatajo de hipócritas que basan su escalafón en un montón de mentiras y falsedades secularmente aceptadas.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Franz Kafka y Jaroslav Hasek

  No podía faltar. Kafka es un referente para casi todos los seres humanos modernos que se plantean su existencia y tratan de buscar un sentido. La sociedad que retrata Franz Kafka es totalmente actual: su deshumanización, la alienación individual ante la masa, la pérdida de valores tradicionales en aras de una civilización mestiza... todo eso supone Kafka, quizás haya muchos que no le entiendan, pero probablemente habrá más a los que les angustie sobremanera. 
  Se decía de Kafka que retrataba sociedades autoritarias como la comunista y la fascista, por lo que sus obras fueron prohibidas en países como la Unión Soviética y la Alemania nazi; pero, en mi opinión, retrata todas, desde luego retrata la mía, mostrando una indiferencia ante el dolor y los problemas personales semejante a lo que haría una colmena de abejas o un hormiguero.
    Cierto es que Kafka se ha convertido en un gran negocio editorial y de turismo para Praga y Chequia en su conjunto, pero todavía sigue siendo (lo afirmo sin pudor) el escritor del marginado, del diferente (del que se siente diferente), del "raro". Aplicamos el término kafkiano para situaciones sin sentido, en las que poderosas maquinarias deshumanizadas hacen trizas cualquier esperanza humana... ¿y no es esa una definición exacta de nuestra sociedad?
   Gran negocio para la turística Praga la figura de Kafka... ¿y Hasek? Jaroslav Hasek pasa por ser la figura literaria más importante en lengua checa (recordemos que Kafka escribía -y vivía- en alemán -la lengua de los que pocas décadas después exterminarían a su pueblo, sus hermanas inclusive-), su obra más conocida y traducida a todas las lenguas fue "el buen soldado Svejk", que narra en tono humorístico las aventuras de un tipo sencillo que trata de sobrevivir a la guerra de las formas más peregrinas que puede, una suerte de Sancho Panza checo.
 
  La obra de Hasek tuvo mucho éxito en su momento, al contrario que la de Kafka quien no se atrevió a publicar en vida y que gracias a su amigo Max Brod serían mostradas al mundo después de su muerte; la novela de Hasek fue publicada en periódicos por entregas...
  Las semejanzas entre Kafka y Hasek son muchas, algunas diferencias cruciales también. Ambos fueron coetáneos, nacieron en 1883, Hasek moriría en 1923 y Kafka en el 24; vivieron en una ciudad que rondaba los 200.000 habitantes en el cambio de siglo, una ciudad pequeña en la que no hubiera sido raro que se cruzaran; y ambos, como antes dije, son los máximos exponentes literarios de la moderna República Checa. Probablemente ahí acaben las semejanzas, Hasek pertenecía a la clase trabajadora de habla checa, su vida fue siempre muy azarosa desde el punto de vista social y laboral; Kafka pertenecía a la burguesía de habla alemana (aunque fuera una familia judía) y en el ámbito social y laboral fue alguien de vida estable y acomodada (aunque psicológicamente viviera en permanente zozobra). Muchas semejanzas y algunas importantes diferencias, pero al fin, el "orgullo literario praguense".

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Hermann Hesse

  Otro de los grandes de la literatura de todos los tiempos. Cuando la gente de mi generación habla de novelas que le han marcado como persona, suele hablar de Cien años de soledad, de García Márquez; yo cito El lobo estepario, de Hesse.
  Hermann Hesse fue uno de los escritores occidentales si no más espirituales, al menos uno de los que más buscó el alma humana de aquellos que no eran filósofos sino meros prosistas.
   Hombre profundamente pacifista, Hesse trató psicoanalizar al ser humano corriente (parece que incluso llegó a mantener amistad con un discípulo de Jung). Todas sus novelas suponen un afán por desentrañar la naturaleza humana, por llegar a comprender a esa especie que ha llegado a dominar el planeta de punta a punta. 
   En el lobo estepario, Hesse encuentra una dualidad muy frecuente, al menos una en la que muchos nos retratamos: la de ser un humano dócil y civilizado, ansioso por fomar parte de la sociedad y buscar la aprobación de nuestros iguales; y la del lobo estepario, que solo quiere defender su identidad individual, abandonar cualquier clase de convencionalismo y vindicarse a sí mismo por encima de todas las cosas.

martes, 4 de diciembre de 2012

Fragmento del sexto y último capítulo de mi novela: "Honrarás a tu padre"

6 – Paco Largo

Las imaginarias de garita, eso era lo que más detestaba. Las patrullas por Denia y su término municipal, las tareas auxiliares en el control de alcoholemia, la escolta en el transporte de detenidos hasta los Juzgados de Alicante... todo lo llevaba bien, menos hacer guardias de garita. El guardia civil Francisco Largo reflexionaba así, aburrido como estaba de la tediosa imaginaria. ¿A qué tanta seguridad? -se preguntaba- La posibilidad de un atentado o un robo de armas era escasa. Estábamos en el año 1967, la única hostilidad hacia el Régimen, hasta el momento, era el de los maquis, que habían sido eliminados hace tiempo de la zona más cercana a Denia, el Maestrazgo. Pero allí estaba Paco, como todos le llamaban, haciendo frente al húmedo relente de la brisa marina, él, que, nacido en una pequeña pedanía toledana, no había visto el mar hasta que llegó al destino.
Paco Largo era un típico guardia civil de los años sesenta: Había dejado su pueblo, Casasnuevas, tan pronto como supo que sería admitido en la Escala de Cabos y Guardias del Colegio de Guardias Jóvenes “Duque de Ahumada” de Valdemoro. La disciplina y el prestigio de la Benemérita le atraían, pero también trataba de huir de la miseria que rodeó su infancia y los maltratos de un padre brutal y alcoholizado. Sabía leer y escribir, pero cometía demasiadas faltas ortográficas y leía demasiado despacio, casi silabeando, como para poder ascender a Guardia Civil de Primera; esto, sin duda, le frustraba en extremo. Lamentaba haber abandonado tan pronto la escuela, para iniciar sus correrías de pillo por su comarca; fue entonces cuando las palizas que le propinaba su padre se hicieron más frecuentes, casi diarias. La dureza de la vida en la Guardia Civil se le antojaban un dulce descanso, comparado con su existencia en aquella desestructurada familia. Estando en el Colegio de Guardias Jóvenes tuvo que casarse de forma apresurada con su novia de siempre, Concha, natural de la limítrofe localidad de Layos, cuando aquella había quedado encinta del que sería su primer hijo, Francisco; luego llegaría la niña, Pilar, y su vida entraría en una rutina de trabajo y familia que le angustiaba sobremanera. Poco a poco había empezado a beber; en el ambiente castrense no parecía estar mal visto tomar unas cuantas copas de más, y él parecía tener cierta propensión hereditaria al alcoholismo, con lo que, sin darse cuenta, empezaba a estar borracho noche sí, noche también. Tenía lo que se llama “mal beber”, esto es, se le agriaba el carácter con el alcohol, y lo pagaba con la mujer y los chicos, que ya temían su vuelta tras pasar por el bar.
  • ¡Paco, ya estoy aquí! Ha llegado tu relevo. - Su compañero, el guardia civil Miguel Ayuso, entraba en la garita.
  • ¡Ya era hora! Tengo los pies que no sé si son míos o del vecino...
  • ¡Hala! Vete a casa y deja de quejarte, que estás siempre igual.
  • ¿Y para qué me voy a ir a casa si tengo patrulla a las diez? ¡Maldita sea mi suerte!
  • Tranquilo, Paco. Vete a casa que te esperan Concha y los chicos...
  • ¡Bah! Voy a ver si encuentro un bar abierto...
Así hizo. Dejó las armas reglamentarias en el pequeño arsenal de la casa-cuartel; se cambió con sus ropas de civil, siempre humildes, recuerdo, quizá, de su pasado; y salió a la busca de un bar abierto a aquella intempestiva hora. Lo encontró. Aguardó a la llegada del día entre copas de coñac y se despidió de aquel antro con un café, por aquello del aliento...
  • ¡Paco, hijo! ¿Dónde has estado? ¿No salías de guardia a las seis? - Concha preguntaba retóricamente, conocía demasiado a “su Paco” para saber que venía del bar.
  • ¡Bah! ¡Déjame en paz!
Mientras ella arreglaba a los niños para llevarlos al colegio, Paco se echó en la cama, apenas le quedaba una hora para volver a ponerse en uniforme.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Lecturas de juventud: H.P. Lovecraft

  Recuerdo en la adolescencia tener largas charlas con un compañero de colegio, el había sido literalmente "abducido" por Asimov, cada semana aparecía con una nueva novela... Lo recuerdo con tristeza y nostalgia porque me enteré de su muerte hace no muchos meses... era un tipo peculiar, un poco aislado del resto del resto de la clase, especialmente del tema deportivo, algo que también me pasaba a mí. Cuando me enteré de su muerte, recordaba que algunas veces ibamos los dos leyendo por la calle hasta llegar a nuestras respectivas casas (ambos vivíamos en la calle Ibiza de Madrid, el en la acera de los impares y yo en la de los pares), hacíamos una parada en la todavía hoy existente librería Méndez, para extasiarnos ante su escaparate... Poco más me unía a él, de hecho, cuando dejamos el colegio cada uno siguió su vida y perdimos el contacto... solo ahora me acuerdo de él.
  La relación entre Asimov y Lovecraft puede parecer obvia al ser ambos autores de la llamada narrativa de ciencia ficción, pero es que, además, cada uno de ellos había creado un mundo propio paralelo, aunque a veces mucho más terrorífico, del anodino mundo en que morimos día a día.
  De Lovecraft leí relatos y novelas ya en mi juventud, muchos de aquellos libros eran prestados o tomados de bibliotecas, pero todos me absorbían días enteros. Me sumergía en historias tan alucinantes como las del propio Verne, pero con una cierta incomodidad que me producía las historias de terror en el vello del cogote... Recientemente, compré los dos tomos de la narrativa completa compilada por la excelente editorial Valdemar... Me volví a sentir como aquel veinteañero que escapaba de su sórdida realidad con la genial imaginación de Lovecraft... Dedico este nostálgico sentimiento a la memoria de mi amigo David.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Ahora leyendo: "El amante de Lady Chatterley" de D.H. Lawrence

  Posiblemente un autor adelantado a su tiempo. Un escritor muy capacitado, con una extensa producción en apenas 45 años de vida, admirado tras su muerte, pero incomprendido por sus contemporáneos.
  David Herbert Lawrence vive a caballo entre dos siglos, del final de la época victoriana, con la culminación de la revolución industrial y la xima expresión del Imperio Británico; la era eduardiana, que conlleva el inicio del declive imperial y la Primera Guerra Mundial que lo constataría. Fueron tiempos de cambios sociales, los rígidos corsés victorianos se hacían pedazos en favor de una sociedad menos clasista, más abierta en todos los sentidos (incluido el sexual)... en ese contexto, trabaja uno de los escritores ingleses más imaginativos de su época.
   El amante de Lady Chatterley pasa por ser la obra más importante de Lawrence. Todavía hoy es considerada como un obra erótica (quizá de forma un tanto simplista), pero en su época fue considerada pornográfica y llevó a su autor a la postración social más absoluta. Como explicaba antes, la obra de Lawrence refleja los profundos cambios que acontecían en la Inglaterra de su tiempo: los dos temas principales son la supresión de las barreras clasistas, con la relación entre una mujer de la nobleza y un hombre de clase trabajadora; y la aceptación con mayor naturalidad de la sexualidad y la pasión frente a los convencionalismos de la época.

viernes, 30 de noviembre de 2012

Lev Tolstoi

 Un hombre prolífico donde los haya, autor de inolvidables novelas que retratan como pocas la sociedad zarista a lo largo de generaciones, "Guerra y paz", "Ana Karénina", "La muerte de Iván Illich", "Resurrección", "Hadji Murat"... prolífico porque tuvo nada más y nada menos que trece hijos con la misma mujer; pero sobre todo prolífico porque cultivó todos los géneros literarios, es mundialmente admirado por su narrativa, pero también escribió poesía, teatro y ensayo. En este último género me quiero centrar. 
  Los ensayos de Tolstoi giraron en torno a la naturaleza humana, la estructuración de la sociedad y sus creencias religiosas. El autor se movió dentro del Cristianismo Ortodoxo en el que fue educado, pero trató siempre de volver a las Escrituras para buscar la esencia última de los Evangelios: la liberación del ser humano.
   Tolstoi hace especial referencia al "Sermón de la montaña"; aquél que condena la religiosidad hipócrita, que ensalza la igualdad entre los seres humanos, más aún, busca la igualdad entre todos como hijos de Dios. El escritor era un hombre rico, poseedor de haciendas ("dachas" según la cultura rusa), fortuna e incluso título nobiliario; de todo se deshizo, en busca de una pobreza voluntaria (que no fue del todo permitida por el autoritario carácter de su mujer y alguno de sus hijos) y trató de vivir lo más acorde posible a dicho texto evangélico.
   Tolstoi es uno de los grandes teóricos, al igual que Luther King, Dostoievsky o Iván Illich (no confundir con el personaje de la novela tolstoyana, éste fue un sacerdote católico teólogo y pedagogo), del llamado anarquismo cristiano, que basa la igualdad entre los seres humanos en esa igualdad como hijos de Dios, propugna una sociedad sin autoridad, ya que la única autoridad admisible es la de Dios (ergo la autoridad humana tiene un origen demoníaco).
  El anarquismo cristiano promueve una sociedad sin desigualdades, una búsqueda del Reino de los Cielos en la misma tierra (de ahí el título del ensayo, epónimo de la frase evangélica), una no resistencia al mal y, por supuesto, reniega de todas las Iglesias como estructuras piramidales humanas muestra evidente de esa autoridad demoníaca (no en vano, el propio Tolstoi sería excomulgado de su Iglesia Ortodoxa Rusa), siempre, claro está, dentro del pacifismo que se supone a los discípulos de Jesús de Nazaret.