miércoles, 29 de enero de 2014

Ahora leyendo: "Trilogía de Auschwitz". de Primo Levi

 Primo Levi es, ya lo he repetido hasta la saciedad, uno de los escritores que más he admirado toda mi vida, capaz de rehacerse una vida (rifarsi una vita) tras la barbarie del campo de exterminio; florecer como persona, con mujer, hijos, proyectos; florecer profesionalmente, retomando su oficio tras el horror, hasta llegar a ser director de la fábrica, Levi era químico; y florecer como escritor, llegando a ser, en mi opinión, uno de los mejores cuentistas de todos los tiempos con relatos fantasiosos, imaginativos, sorprendentes... Todo eso hizo Primo Levi, sin embargo jamás olvidó el terrible pasado, no le habríamos culpado si lo hubiera hecho para no sufrir, pero no, como el mismo decía "la memoria es un deber"; dedicó mucho tiempo y energía a dar conferencias en colegios, institutos, universidades, televisiones, periódicos... todo con una finalidad: que no se olvidara el terror, pero no por morbo sino con afán inmunizador, preventivo, sabedor de que todo "lo que ha sucedido puede volver a suceder".
  Primo Levi fue un gigante de la humanidad, aunque no llegara al metro setenta, un gigante capaz de asumir lo que parece inaceptable para seguir adelante con finalidad didáctico, sin resentimientos, sin venganzas... un verdadero humanista. Incluso su terrible fin lo humaniza más si cabe (Levi se suicidó arrojándose por el hueco de la escalera de su casa de siempre, donde nació, en Corso Re Umberto, Turín; su familia siempre creyó en el fin elegido no en el inverosímil accidente), este final, digo, lo humaniza más si cabe, pues lo presenta como un hombre sufriente, con una inmensa carga sobre sus débiles hombros, luchando contra miles de demonios interiores, creando aun con todo, desafiando la brutalidad, la insensibilidad de sus contemporáneos con una inmensa y demoledora misericordia y comprensión.
 La Trilogía de Auschwitz se inicia con Si esto es un hombre que es una invocación no solo a la víctima y a su verdugo, sino al mismo lector que ha de encontrar su propia humanidad en esas páginas, ha de reencontrarse con su naturaleza más primordial, con lo poco que nos quede de dignidad.