domingo, 23 de diciembre de 2012

Ahora leyendo: "El buque fantasma" de Richard Middleton

  No conocía al tal Middleton, parece ser que puede ser englobado en lo que los anglosajones llaman "novela gótica" denominación no muy afortunada que incluye a escritores del Romanticismo especialmente interesados en temas ocultos y misteriosos, ejemplo típico: Edgar Allan Poe.
   Middleton es muy posterior a Poe, su corta existencia transcurrió entre 1882 y 1911; vida, según parece, desgraciada e insatisfactoria que le llevó a suicidarse antes de cumplir los 30. Dejó un puñado de relatos y poemas con temática fantástica y de humor negro.
  Actualmente no soy muy aficionado a estos temas, aunque siendo joven leí a Poe de arriba a abajo y desde él, continué hacia Lovecraft y otros maestros del "terror gótico"; si compré esta colección de relatos cortos fue por la editorial.
   La editorial Valdemar es uno de esos honrosos ejemplos que demuestran que en el negocio editorial no todo son las enormes multinacionales que, como verdaderos charcuteros alemanes -palabras de uno de sus mayores representantes, José Manuel Lara-, pesan los libros a publicar cual chorizos sin mostrar el más mínimo interés cultural. Valdemar ha optado por un sector que estaba poco desarrollado en España, esa novela gótica, de terror, de ciencia ficción, literatura fantástica en general, de la que antes hablaba. ¡Brindo por ellos!

José Saramago

   A diferencia de Perec, todo el mundo conoce a Saramago, era un verdadero "fenómeno mediático", no solamente por el Nobel, sino por sus conocidas ideas en los ámbitos social y económico.
  No entraré a discutir las opiniones en los ámbitos antes citados, me ceñiré al plano literario. Saramago es, para mí, especialmente en los contenidos de sus novelas, un buscador de la naturaleza humana, tanto individual como colectiva, alguien que trata de despojar esa naturaleza de todos los convencionalismos racionalistas que la han emponzoñado desde tiempos inmemoriales, un poco como Tolstoi; lo que más me cuesta de sus novelas es la lingüística caótica que limita todo a comas, obviando el uso de otros signos (dicen las malas lenguas que eso se debe a que su mujer, Pilar, fue quien traducía directamente al castellano, ignorando la labor profesional de un buen traductor).
  Los personajes de Saramago son eminentemente buenos, sencillos, hombres y mujeres que tratan de sacar sus duras vidas adelante contra viento y marea. Destacaré La balsa de piedra, no tanto porque sea su mejor novela, no lo es, sino porque pone en el candelero una vieja idea que no quiero desterrar totalmente: la unión de los distintos pueblos de Iberia.