lunes, 7 de enero de 2013

Suicidio literario

  La entrada anterior me dejó meditabundo... en realidad dudé si ampliarla o comenzar otra con este tema, me decido por la segunda. Decía antes que leer y escribir en la cama es una forma de aislarnos del mundo que nos zahiere constantemente, una manera de "quitarnos del medio" de las estúpidas prisas de esta sociedad y sus exigencias pueriles... Al decir "quitarnos del medio" ya está todo dicho.
  Leer es, en mi opinión, desaparecer como individuo para formar parte de una realidad paralela a la que somos llamados con una invitación en negro sobre blanco. Escribir es, según lo veo, inventar nuevas personalidades, nuevas experiencias, nuevas vidas en definitiva. En ambos casos salimos de nuestras propias vidas, ¿no es esto un "suicidio consumado sin cadáver"?
   Todos los que leemos y escribimos de forma compulsiva sabemos hasta que punto podemos desaparecer de nuestro entorno, los que nos rodean han de sufrir nuestras huidas con resignación. Lo cierto es que los años pasan (y las décadas), y muchas veces he pensado si "he dejado de vivir con mi forma de vivir", valga la paradoja; inmediatamente me digo que he vivido miles de vidas impresas y que, además, aquellos (pobres desgraciados) que no leen no viven más, acaban cayendo en las terribles redes (esas sí que matan, al menos la inteligencia) de la televisión, las rutinas no racionalizadas, las conversaciones fútiles, las frases hechas... Lo veo claro... pero aún así...
  

La cama, "ese oscuro objeto de deseo"

  No, obviamente no estoy hablando de la cama desde un punto de vista erótico, no. Hablo de ese mueble en el que pasamos la mayor parte de nuestras vidas y que muchos solo usan para dormir... Desde luego, gran parte de la humanidad ha probado a leer en la cama, sí, con una pequeña fuente de luz es, probablemente, uno de los mejores sitios para hacerlo, ¿y para escribir?
  Escribir en la cama no es algo novedoso, de hecho, podría ser considerado normal dado el carácter bohemio o "poco serio" que muchos dan a los escritores. Lo cierto es que  quienes lo hayan probado sabrán que no es una mala opción. Cuentan que Proust escribió los siete volúmenes de su En busca del tiempo perdido en la cama, de otros como Onetti es sabido que pasó sus últimos años leyendo y escribiendo en la cama de su residencia madrileña.
  La pregunta es: ¿es pura pereza? ¿Son, los escritores, como muchos piensan, una panda de vagos improductivos? Que cada uno conteste como quiera. En mi opinión, el hecho por el que la cama puede ser otro sitio más de creación literaria se debe a que es usual que solo busquemos un lugar en el que apartarnos del mundo... qué mejor sitio que en nuestra propia y calentita cama.