Seguimos con los ídolos de masas. Su obra cumbre, aquella de la que todo el mundo hable: Rayuela, la encontré interesante, sobre todo diferente al leerla en las dos formas principales, ya se sabe: lineal, o según el esquema aportado por Cortázar; notabilísimas también Los premios, Libro de Manuel, Bestiario, La vuelta al mundo en ochenta mundos, Último round... y tantas otras; pero lo que más me impactó con enorme diferencia fueron las Historias de cronopios y de famas.
Siempre pensé que Cortázar era más un autor de relatos y cuentos que de novelas, obviamente con su talento (uno de los más grandes que ha adornado a un ser humano) todo lo que escribía rayaba la perfección, pero, en mi opinión, es como cuentista cuando llega a un nivel inalcanzable. Leyendo Historias de cronopios y de famas, me he reconciliado con mi naturaleza humana, he sido capaz de reírme de todo (especialmente de la prepotencia del hombre), incluso he releído partes cuando mi habitual depresión me llevaba a extremos autolesivos... en realidad he de decir que leyendo esa obra de Cortázar he sido capaz de soportar la estupidez de la vida, al menos por un día más. Es por ello por lo que considero a Julio Cortázar como mi benefactor personal, mi verdadero sustento espiritual.