sábado, 29 de diciembre de 2012

Otro "segundo (o tercero, no sé ya) útero materno": las salas de concierto, especialmente de cámara

  Por distintas razones (tiempo, dinero, responsabilidades...) voy mucho menos de lo que quisiera, pero todavía siento esa protección, esa tranquilidad que también percibo cuando voy (a esas sí que voy diariamente) a las bibliotecas. Siendo niño, quizás de 11 o 12 años, el colegio organizó una excursión al auditorio de la Fundación Juan March, recuerdo perfectamente la obra, fue una que se convertiría en una de mis favoritas para siempre: Preludio a la siesta de fauno de Claude Debussy; un claro acierto, una pieza ideal para niños y jóvenes (en realidad una pieza ideal para cualquier persona con sensibilidad e imaginación, los llamados "poemas sinfónicos" son verdaderas descripciones musicales); lo cierto es que recuerdo aquel día perfectamente, las gratas sensaciones no me han olvidado. Al auditorio de la Fundación Juan March he vuelto muchas veces, de hecho me parece un lujo que se ofrezcan conciertos gratuitos de esa calidad, al menos se da un uso cultural y formativo al dinero obtenido por la banca.
   Al no vivir en Madrid, puedo ir muy pocas veces a la Juan March, ahora voy, cuando puedo, al auditorio Miguel Delibes de Valladolid, la foto es precisamente de su sala de cámara. Curiosamente me siento más a gusto en salas de cámara que sinfónicas, supongo que, en parte, porque me gusta mucho más la música antigua, barroca o romántica que la de las grandes orquestas sinfónicas, pero también supongo que se debe al menor tamaño de las de cámara, con menos gente, más tranquilas... lo cierto es que en el momento de atenuarse las luces del patio de butacas siento que la relajación comienza a surtir efecto, me dispongo a relajarme y dejar que la música me inunde.