martes, 18 de febrero de 2020

"Hombres de armas", por Terry Pratchett.

 Decimoquinta entrega de la saga del Mundodisco: la gigantesca tortuga cósmica A'Tuin continúa su vagar sin aparente rumbo por el Multiverso; sobre ella, cuatro gigantescos elefantes, sobre cuyos lomos descansa el Mundodisco.
 Esta entrega se centra en la cómica guardia urbana de la pútrida ciudad de Ankh-Morkpork. Al capitán Vimes, que está a punto de jubilarse al casarse con la multimillonaria amante de los dragones Lady Ramkin; al cabo Noddy, un tipo con la capacidad de sobrevivir de un cubito de hielo en un desierto (eso sí, un cubito de hielo muy pertinaz); el cabo Zanahoria, enano (adoptado) de dos metros de altura, se juntan tres nuevos agentes: un troll (Detritus), un enano (verdadero, Cuddy) y una mujer (Angua). Juntos han de hacer frente al crimen organizado de Ankh-Morkpork (pero organizado de verdad, con gremios y todo eso) y a una extraña nostalgia monárquica que empieza a cundir en el territorio.

 De nuevo, Pratchett hace un retrato tan distorsionado de la realidad que no puede ser más verosímil. Pero es más aún: Pratchett crea arquetipos humanos encarnados en trolls, enanos, magos y demás criaturas fantásticas. Tomemos, por ejemplo, el perfecto meapilas (encarnado aquí en el cabo Zanahoria) que es más papista que el Papa, escrupuloso cumplidor de toda norma social, ñoño y aburrido hasta la náusea... todos recordamos a alguien así, yo, al menos, tengo varios conocidos y familiares cortados por este patrón; luego está el tonto incapaz de entender nada, buena persona (en la novela, buen troll) con una creatividad bajo cero, alguien que sólo sabe repetir las vidas de sus antepasados, ¿suena a alguien? a mí sí; también está la fémina que se cree objeto de todo tipo de discriminación y opresión por el mero hecho de ser mujer, ¿suena?; y luego el tipo de mediada edad avanzada, de vuelta de todo, harto de todo, que sólo quiere largarse y que le dejen en paz. En fin, la maestría narrativa de Pratchett deja claro que fue un gran conocedor del alma humana y todos sus recovecos. En estas novelas del Mundodisco se hace mofa de todo, empezando por uno mismo, algo que es muy sano y permite seguir tropezando, quiero decir, adelante en esta tortuosa existencia.