martes, 15 de febrero de 2022

Forges, siempre Forges...

 

Imagen tomada del sitio www.forges.com

"La felicidad del lobo", de Paolo Cognetti.

  Quinta novela de Cognetti que leo (todas las que se han traducido al castellano): Las ocho montañas, Sin llegar nunca a la cima, Nueva York es una ciudad sin cortinas, El muchacho silvestre y ésta. Salvo la de Nueva York, todas muy parecidas... pero muy, muy parecidas. Alguien mal intencionado podría decir que el italiano tiene unos temas principales (la soledad, la búsqueda de uno mismo y la montaña) que repite una y otra vez enfocándolos desde puntos distintos o, mejor dicho, desde tiempos distintos (en su infancia, en su juventud y en su madurez). No quiero ser injusto con Paolo Cognetti, es un buen escritor, con una voz clara y personal (y eso es muy difícil de conseguir) que transmuta en una prosa cristalina, directa y sin artificios. Haciendo un símil montañero, su narrativa es como un fresco arroyo de montaña: lozano, natural, vivificador... Pero también es verdad que temo que se esté agotando. Temo, incluso, que la editorial (Einaudi en su país y Penguin Random House en el nuestro) esté alargando el "fenómeno Cognetti" como el chicle por mero interés económico. Caso de ser así (espero equivocarme) no cabe esperar mucho más. En todo caso, de momento se puede pasar una agradable tarde leyendo esta novela: La felicidad del lobo.
 Argumento de La felicidad del lobo: Fausto (evidente álter ego del escritor) es un cuarentón, escritor diletante que huye de un parón creativo y del fracaso de una relación de pareja poniendo rumbo a la alta montaña alpina (concretamente a las faldas del Monte Rosa, en una ficticia aldea que bautiza como Fontana Fredda). Allí trabaja como cocinero en un pequeño restaurante abierto en temporada de esquí, a la vez que establece relaciones peculiares con los habitantes temporales y permanentes de la montaña. 
 Como decía antes, en realidad el tema principal es la búsqueda de la soledad y la tranquilidad en la montaña para encontrarse a sí mismo, huyendo del barullo de la gran urbe que acaba por comerse la voz propia con tanto griterío. Los parecidos con Las ocho montañas, la novela que dio a conocer en toda Europa a Cognetti y por la que recibió el Premio Strega de 2017 y el Prix Médicis Étranger, son evidentes no sólo en la ambientación y temática sino también en la estructura. En Las ocho montañas el protagonista tenía un amigo que era la "voz humana del bosque", aquí en La felicidad del lobo es Santorso, un antiguo guardia forestal que enseña a Fausto los secretos de la montaña; en Las ocho montañas el protagonista se refugia en la cabaña de alzada, en La felicidad del lobo se refugia en la cocina de ese restaurante de montaña; en Las ocho montañas el protagonista afronta la relación nunca fácil con su padre, en La felicidad del lobo es la relación de pareja la que naufraga... Todo muy semejante, ya digo.
 Otro aspecto interesante que también se aprecia en otras novelas de Cognetti es la tendencia a la metaliteratura. En la novela en cuestión, el restaurante en el que trabaja es el "Festín de Babette", como el excelente cuento de Karen Blixen, aquella autora de Memorias de África; también recurre con frecuencia a Jack London, referencia evidente de alguien que trata de retornar a la naturaleza; menciona a Mario Rigoni Stern y su El sargento en la nieve y a Hemingway.
 En definitiva, una pequeña novela bien pergeñada, entrañable y sin grandes complicaciones, que promueve las virtudes humanas (que no son ajenas a otras especies animales) como el compañerismo, el amor, el sacrificio y el perdón. Pero eso sí, sin mojigaterías ni moralinas. Tal vez Paolo Cognetti se esté agotando como escritor o, al menos, sus novelas tengan demasiadas cosas en común, pero todavía merece la pena dedicar un par de tardes a oxigenarse con el aire fresco de los Alpes.