miércoles, 20 de septiembre de 2023

"Composition Book", by Grant Snider (www.incidentalcomics.com).

 

Image taken from the site www.incidentalcomics.com

"Naturaleza hostil", de Arnaldur Indridason.

  Igual que en los años 60 y 70 del pasado siglo se dio el llamado "Boom latinoamericano", que lanzó a los escaparates de las librerías obras de Cortázar, Borges, García Márquez, Vargas LLosa, etcétera, en las últimas dos décadas hubo una explosión de novela negra de autores nórdicos. ¡Quién no ha oído hablar de Stieg Larsson y su multimillonaria saga Millennium, del noruego Jo Nesbo, de la superventas sueca Camilla Lackberg! Ha sido un éxito de ventas tremendo a nivel mundial, lo que se dice un bestseller. Ahora bien, en aquel Boom latinoamericano se colaron autores que tenían una calidad muy inferior a Borges o Cortázar, y parecía que lo único que los unía era el hecho de ser escritores latinoamericanos. Dicho de otra forma, en los años 60 y 70, las editoriales promovieron a ciertos escritores únicamente por su origen geográfico para vender libros como rosquillas movidas únicamente por el afán mercantil (al fin y al cabo son empresas y su meta es la obtención de beneficios, claro). Es decir, parte del Boom latinoamericano fue un fenómeno editorial, no tanto un fenómeno literario. ¿No habrá pasado lo mismo recientemente con la novela negra nórdica? Para intentar comprobarlo leo una novela de un islandés bastante conocido en novela policíaca: Arnaldur Indridason.
 Igual que en otras novelas policiacas, los autores ya tienen personajes tipo que repiten en todas, en este caso es un policía de Reikiavik, un tal Erlendur Sveinsson, que unirá a sus conocimientos e instinto de sabueso policiaco un pasado atormentado (la muerte de su hermano pequeño en una tormenta de nieve, por ejemplo) y un presente complicado (carencia de relación afectiva, por ejemplo). Y aquí es donde empiezo a ver semejanzas un tanto cutres. Digo "semejanzas cutres" porque pienso que la novela policiaca fue iniciada, al menos de forma exitosa y reconocible como subgénero propio, con Arthur Conan Doyle y su Sherlock Holmes. Sherlock Holmes ha sido un personaje imitado sin límite, pero en plan cutre, porque sus imitaciones son mucho más pobres y superficiales. Pero, igual que Holmes tenía problemas con la morfina, era misántropo a más no poder, su comportamiento era asocial como poco... los detectives recientes son también gente problemática. Además, en las novelas policíacas, a imagen y semejanza del Doctor Watson, con su comportamiento más normal, pero también más romo y obtuso, salieron mil imitadores (ahora que lo pienso, por cierto, la pareja Holmes-Watson no difiere mucho de la de Quijote-Sancho, uno el inteligente -o estrambótico- y el otro más pegado al mundo); así, igual que Holmes-Watson están las parejas de Agatha Christie con Poirot y el capitán Hastings o incluso, más cercano en el tiempo y la geografía, Bevilacqua y Chamorro de Lorenzo Silva. En fin, ya sé que, en realidad, si no es copia, siempre hay una inspiración al menos en la literatura anterior, pero es que en la novela negra es mucho...
 Y luego está la cuestión paisajística. No sé cómo será en las novelas de autores suecos o noruegos, pero en la de este tal Indridason, el componente clima y paisaje agreste es fundamental. Y es que Islandia, país al que, desgraciadamente, nunca he viajado y que debe ser un verdadero paraíso, no deja de ser un pequeño país de apenas cuatrocientas mil almas, perdido rozando el Círculo Polar Ártico, con un paisaje extraordinario poblado por inmensos glaciares y volcanes activos, con un clima extremo aparentemente inapropiado para el desarrollo de una sociedad humana. Así, el propio Indridason hace de esos paisaje y de ese clima unos protagonistas más de la novela, que cambian drásticamente la vida de los personajes humanos.
 En fin, me ha parecido una novela amena, morbosa (como todas las novelas policiacas, que disfrutan describiendo asesinatos brutales), razonablemente bien escrita, incluso con alguna figura literaria como la analepsis... pero (esto también creo que es un defecto general de las novelas negras) es un tanto predecible, pues en casi todas ellas, el asesino acaba siendo el que menos se figura uno pues lo presentan inicialmente como un dechado de virtudes (ya digo, tan previsible que, en esta novela, un servidor se dio cuenta desde el principio). Para concluir, una novela aceptable pero muy comercial, para gente que lee por matar el tiempo, algo que nunca he acabado de entender plenamente, toda vez que tiempo es lo único que tenemos en la vida, y nunca sabemos cuánto...