martes, 25 de agosto de 2020

Inciso cinematográfico: "The Eagle Has Landed", dirigida por John Sturges en 1976.

  Siempre digo que las únicas películas bélicas que me gustan son las explícitamente antibelicistas. The Eagle Has Landed no lo es. Sin embargo, tampoco es una patraña militarista para animar a los incautos jóvenes a alistarse y morir por un trapo de colores (sean cuales sean los colores). Es, en realidad, una película espectacular, "hollywoodiense" aunque sea británica, con presupuesto elevado y con un elenco actoral de lo más granado (para esas lides, nunca mejor dicho) de ambos lados del Atlántico.¡Vaya, que no es muy militarista para ser bélica! Tal vez sea porque, rodada en 1976, fresco todavía el desastre de la Guerra de Vietnam, las "únicas" guerras estaban lejos de Occidente y de sus tropas (al menos, nominalmente) como en Eritrea, Guatemala o Rodesia; esto por un lado, por otro, la Segunda Guerra Mundial quedaba ya treinta años atrás y sus barbaries ya empezaban a, si no olvidarse, al menos, enfriarse. Vamos que en 1976, sobre todo en Reino Unido, había cabida para una película como esta, que sin ser verdaderamente militarista, se recreara de un modo un tanto infantil en el honor militar, la belleza de los uniformes (sobre todo de algunos actores uniformados...) y la audacia de la inteligencia militar (oxímoron indiscutible).

  Yo, a Dios doy gracias, no sentí tal ardor guerrero ni siquiera desde septiembre de 1991 a septiembre de 1992, cuando tuve que llevar un uniforme de marinero, aunque me quedaba un poco lejos la Primera Comunión. Sin embargo, con cierto rubor, he de admitir que cuando encontré en los "repositorios internáuticos" esta película la bajé con cierto afán, sabiendo que podía pasar por un divertido entretenimiento, siempre y cuando apagara durante dos horas mi crítica psique y disfrutara del pueril ocio de ver adultos jugando a las guerras, con un nivel de verosimilitud y calidad de atrezo, eso sí, de primera categoría.

Imagen tomada del sitio imdb.com

 En fin, la película se basa en una novela de Jack Higgins, un autor británico que tuvo gran éxito en los 70 con novelas de thriller y alguna más basada, como la presente, en distopías históricas. El argumento es sencillo pero (al menos, novelísticamente hablando) brillante: la inteligencia militar alemana planea secuestrar a Winston Churchill; para ello, aprovechando que el primer ministro británico irá, presumiblemente, a una pequeña localidad cerca de Norfolk, en la costa oriental inglesa, lanzan a dieciocho paracaidistas alemanes haciéndolos pasar por polacos; a la vez, un irlandés, furibundo antibritánico les espera para darles cobertura y facilitar su llegada. Una vez en suelo británico, todo parece ir bien (esto es otro de los atractivos de la película, que, siendo británica, sea vista desde el punto de vista alemán), pero un hecho casual, la muerte de uno de los soldados al salvar a una niña de las aspas de una noria, provoca que sean descubiertos y precipitan los acontecimientos. el final mantiene la incógnita de una forma francamente brillante, hasta los últimos minutos no se desvela todo, con un giro final que embellece la película.

 Lo mejor, aparte del vestuario, el atrezo y la fotografía (los tres excelentes), es el elenco actoral, con actores de primer nivel como Michael Caine en el papel del Coronel Steiner, Donald Sutherland como el irlandés Devlin, Robert Duvall como el Coronel Radl, Donald Pleasence interpretando a Himmler o Anthony Quayle al Almirante Canaris. Son actores extraordinarios para los papeles que han de interpretar: Caine como héroe romántico y rebelde, Sutherland como tipo interesado y pragmático, Duvall como el militar fiel hasta la médula... todos encajan perfectamente y, de hecho, interpretaron otros papeles muy semejantes en otras películas a lo largo de sus carreras.

Imagen tomada del sitio onlyabloodyblog.wordpress.com

 En definitiva, una película entretenida, divertida, verosímil, protagonizada por actorazos, si uno consigue aparcar por un momento el hecho de que narra un hecho bélico y que, a diferencia de en la película, los muertos no fueron actores que se levantaron después de rodar la escena.