domingo, 3 de noviembre de 2019

"Bookshelf Organization (For the Obsessive-Compulsive)", by Grant Snider (incidentalcomics.com).

Imagen tomada del sitio www.incidentalcomics.com

"Misterios", de Knut Hamsun.

 Hamsun no es el único autor, ni mucho menos, con el que tengo sentimientos encontrados. De hecho, un autor austriaco que ha sido recientemente galardonado con el Premio Nobel me genera los mismos sentimientos: por un lado los aprecio y por otro los detesto. ¿Tendrá que ver, pues, el hecho de que ambos hayan sido Nobel? No lo creo, más bien tendrá que ver con formas particulares de redactar o puntuar. En el caso concreto del noruego es verdaderamente demencial el uso de los signos de puntuación; no es que sea singular es que es anárquico: los guiones de diálogo aparecen cuando le viene en gana; las comas, puntos y coma y puntos son distribuidos de una forma tan peculiar que hay que concentrarse sobremanera para no perder el hilo en más de una ocasión. 
  El personaje principal, Johann Nilsen Nagel, es característico de Hamsun: un tipo tan intempestivo, variable en su sociabilidad, imprevisible y, en definitiva, raro que a veces diera la sensación de ser un enajenado. De hecho, por comparación con un personaje secundario, El Minuto, que supuestamente es un loco, el propio Nagel parece más desequilibrado que el "tonto oficial" del pueblo.  Es un personaje claramente inadaptado socialmente, pero que tiene encanto suficiente como para no ser rechazado por la sociedad, es simplemente un tipo muy variable, un día agrede verbalmente a alguna y al día siguiente se le declara; miente como un bellaco, hasta el punto de desdecirse constantemente (a veces dice ser rico y otras ser pobre, niega saber tocar el violín y luego lo toca primorosamente...). Es un tipo desconcertante, para los personajes secundarios que pululan en el libro y, por descontado, para el propio lector; y, sin embargo, la descripción tan exhaustiva de Hamsun consigue delinear su personalidad (cercana a lo que formalmente podríamos entender como locura) hasta el punto que se termina por conocer al tal Nagel como a un viejo amigo.
  En todo caso, el resultado es extrañamente atrayente. Formalmente, la prosa de Hamsun es rápida, es todo narración, no hay apenas descripciones, tampoco oraciones subordinadas ni adjetivación; así, se lee rápidamente y con facilidad. Los cambios de pensamiento y comportamiento del personaje principal dan un aire imprevisible y un zigzageo que imprime un ritmo más rápido si cabe.