domingo, 1 de noviembre de 2020

"The Hardest Part of Writing...", by Grant Snider (incidentalcomics.com).

 

Image taken from the web www.incidentalcomics.com

"Metro 2035", por Dmitry Glukhovsky.

  No es la primera vez que me pasa, ni mucho menos; pero esta novela me ha decepcionado mucho, la verdad es que no esperaba mucho, pero aun así no ha cumplido mis expectativas. Me gusta mucho la Ciencia ficción, se puede apreciar en este blog; me gusta porque es el subgénero narrativo que más fácilmente consigue en mi estado anímico algo que he buscado siempre en la lectura: evasión. Mi vida no es terrible en absoluto, diría incluso que es cómoda y aburguesada, y tengo la inteligencia suficiente como para entender que es un lujo estar vivo, sano, felizmente acompañado y razonablemente satisfecho a los cincuenta años; no obstante, toda vida humana tiende al descontento, a la añoranza de lo no conseguido o perdido y a la infravaloración de lo alcanzado; para esa evasión del "spleen" vital es fantástica la Ciencia ficción. Pero, además, la Ciencia ficción permite una libertad creativa que, a los autores talentosos e imaginativos, facilita la creación de mundos fantásticos verdaderamente interesantes. No nos olvidemos de que Ciencia ficción es Julio Verne, Mary Shelley, H. G. Wells, Asimov, Lovecraft, algunos más modernos como Ray Bradbury, Brian Aldiss. Philip K. Dick, Terry Pratchett o Neil Gaiman, todos ellos talentos inmensos. Pero lo malo, ya lo dije alguna vez es ir poco a poco descendiendo en la calidad literaria hasta llegar a autores que, francamente, no merecen la pena leer, ése es el caso, lamento decirlo, del tal Dmitry Glukhovsky.
 La verdad es que no recuerdo cómo ni dónde oí hablar de este autor, supongo que en algún blog literario como éste mismo. Lo cierto es que me llamó la atención el argumento general de la obra (varias novelas ya) y su conversión en un exitoso videojuego. La trama es sencilla pero con muchas posibilidades: tras una guerra nuclear entre las otrora grandes potencias, Estados Unidos y Unión Soviética, se ha producido la contaminación radiactiva generalizada en la superficie terrestre, la muerte masiva de varios miles de millones de seres humanos y la supervivencia de unos pocos miles que se refugian en los túneles del metro de Moscú. Allí sobreviven de mala manera cultivando setas y criando cerdos a los que alimentan con las propias setas y desperdicios humanos. Como no podía ser menos en una sociedad humana, por precaria que sea ésta, se establecen distintas facciones y grupúsculos que luchan por detentar el poder y aniquilar a la otra parte; en este caso, los grupos rivales ocupan sus respectivas estaciones de metro en las que colocan barreras y obstáculos varios. Como toda novela de Ciencia ficción, un héroe, Artyom, se encarga de mantener vivas las esperanzas de su comunidad tratando de subir a la superficie de la destruida capital rusa para, con ondas de radio, tratar de comunicar con hipotéticos supervivientes fuera del metro. Para complicar un poco más la situación, Artyom, al que se le unen unos personajes más, ha de ascender a la superficie por estaciones que están ocupadas por grupos rivales, lo cual los lleva a iniciar un periplo por los túneles de metro preñados de todo tipo de amenazas. Ése es el argumento principal, como se ve es sencillo pero prometedor y, bien pergeñado puede dar resultados brillantes. Lástima que no lo consiga.
  Por cierto, Metro 2035, cuyo título hace referencia a la localización y el año hipotético en que se dan los hechos, no es la primera novela, ésta fue Metro 2033, a la cual siguió Metro 2034 y la que estoy leyendo. La conversión de las novelas en videojuego es fácil de comprender, toda vez que el jugador virtual tome el papel de uno de los personajes de la novela y desarrolle su juego avanzando por la enorme red de túneles moscovita enfrentándose a todo tipo de peligros y consiguiendo metas más o menos grandes. En fin, ya digo, pudo ser una buena novela, pero temo que está escrita con poco talento, con muchos lugares comunes y es previsible e incluso a ratos aburrida, algo que, en Ciencia ficción, es un pecado mortal.