martes, 2 de noviembre de 2021

"Eloísa está debajo de un almendro", de Enrique Jardiel Poncela.

  No recordaba cuándo fue, sí que yo era muy jovencito y que Pilar Bardem tenía un papel principal. Gracias a internet y sus millones y millones de datos, pude constatar que la adaptación teatral que vi de Eloísa está debajo de un almendro, fue nada más y nada menos que en 1991, en el Centro Cultural de la Villa de Madrid, ¡hace ya treinta años! No había leído, sin embargo, el texto, así que... aquí está...
 Jardiel Poncela fue otro de los incontestables protagonistas de la dramaturgia de la primera mitad del siglo XX, como tantos se fue a la comedia (aunque parece que su vida fue más bien trágica) quizá porque la sociedad de la época ya tenía suficientes problemas en la vida real como para ver más en un escenario, o tal vez su producción cómica fue una defensa frente a la rudeza de la existencia, no sé. Lo cierto es que casi todo lo que se escribía y representaba en aquella época eran comedias, ya fuera teatro puro o zarzuela. Los estudiosos del tema han incluido a Jardiel en el llamada "teatro del absurdo", aunque, habiendo leído anteriormente a Mihura, el sentido cómico en Jardiel Poncela está más en los equívocos y malentendidos (motor clásico de la comedia tanto en cine como en teatro, por otra parte) que en los chistes incongruentes o sin sentido.
 Grosso modo, el argumento es el siguiente: unos jóvenes, Mariana y Fernando, están enamorados; Mariana encuentra irresistible el aura misteriosa del chico, su ocupación sospechosa; a la vez, la tía de la joven, Clotilde, está enamorada del tío de Fernando, Ezequiel. Son, por tanto dos familias: los Briones, a la que pertenecen las féminas, y los Ojeda, de la que forman parte los varones, cuyos amoríos se entrecruzan. La atracción fatal que sienten ellas hacia ellos se refuerza ante la sospecha de que asesinan mujeres y las entierran en su jardín. En el último acto se revelará que todo es un malentendido, que lo que mata Ezequiel no son sino gatos a los que pone nombre de mujer, el "gaticidio" se debe a que está investigando las causas y curación de la pelagra (avitaminosis de la vitamina B3 que causaba estragos en la época en algunas zonas montañosas de Asturias entre otras regiones). 
 Los personajes más cómicos, por torpes y atolondrados, son la propia Clotilde y los criados de los Briones, Fermín y Leoncio, que no curan de espanto ante lo que imaginan de los Ojeda. Hay algún chiste surrealista o sin sentido, pero son minoría, ya digo, lo jocoso entra por los malentendidos entre personajes.
 Un aspecto interesante del texto es el tratamiento que el autor da a las acotaciones. A diferencia de otros dramaturgos (concretamente, de Mihura y Muñoz Seca, que acabo de leer), en Jardiel, las acotaciones tienen un tratamiento narrativo muy cuidado, no son simples instrucciones de atrezo o utilería para la puesta en escena, sino que describe con una minuciosidad y, sobre todo, un afán de corrección y de creatividad que supera lo meramente práctico.

 Una obra entretenida y divertida que ha sido escenificada hasta la saciedad, pero, en mi humilde opinión, de inferior calidad a Tres sombreros de copa de Mihura o La venganza de don Mendo de Muñoz Seca. Creo que falta embrollo, complicaciones... de esas tres clásicas etapas de toda obra de teatro (presentación, desarrollo, desenlace), le falta algún personaje más y más situaciones complicadas que acaben por desembarazarse en el último acto. La comedia de Muñoz Seca que citaba arriba es ejemplo de cómo en ese acto central, el del enredo, éste aumenta notablemente por la incorporación de personajes y tramas secundarios que enriquecen notablemente la acción.