viernes, 5 de julio de 2013

Ahora leyendo (en narrativa): "La sensualidad pervertida", de Pío Baroja

  Tercera y última novela de la serie Las ciudades, que no son trilogía pues son totalmente independientes. Esta última es la supuesta biografía de otro álter ego de Baroja, Luis Murguía.
   Al igual que Baroja, Murguía es vasco; al igual que el escritor, el protagonista ha vivido por distintas partes de España; al igual que don Pío, Luis es un pensador de corte nitzscheana.
  Al leer a Baroja, creo que ya lo dije en otra entrada, no puedo evitar acordarme de mis abuelos maternos, -me pasa también con Pérez Galdós-. Lo cierto es que aun siendo aquel vasco y este canario, ambos habían vivido grandes periodos de sus vidas en Madrid, con lo cual los giros lingüísticos y los modismos son típicamente madrileños, algo que compartían mis abuelos como miembros, más o menos, de su generación. 
 
  Leyendo estas novelas de Baroja me acuerdo de su peculiar forma de hablar, con muchos vocablos que se han perdido o al menos han quedado ya como anacronismos: alcoba, zaguán, alféizar... lamentablemente han sido sustituidos por otros muchos más cutres: dormitorio, entrada o "vierteaguas", sí, aunque no se crea, los arquitectos han conseguido introducir en el diccionario de la RAE el espantajo vierteaguas. Con Fortunata y Jacinta de Galdós ya es extraordinaria la semejanza del habla del Madrid de principios del siglo XX.