lunes, 18 de abril de 2016

Ahora leyendo: "El mago de Lublin", por Isaac Bashevis Singer.

 Creo que ya lo puse en este blog: lo que más me atrae de la llamada literatura en yidis es la semblanza que nos trae de una sociedad europea más que fue barrida a sangre y fuego en unos de los episodios  más tristes del pasado siglo XX. Era una sociedad marginal (más bien, marginada), minoritaria, pero europea al fin. Me refiero, obviamente a la sociedad judía askenazí que poblaba lo que hoy es Polonia, Lituania, Ucrania, Bielorrusia y Rusia entre otros países.
  En ese sentido, Isaac Bashevis Singer es el representante por excelencia de la literatura escrita en yidis, él y su hermano Israel Yehoshua representan, con el permiso Sholem Aleijem y unos pocos más una lengua que agoniza lentamente, sostenida más en ámbito familiar que otra cosa, una lengua europea que hemos dejado morir y otros han matado a tiro limpio (nazis, zaristas, estalinistas y demás morralla). 
 El mago de Lublin cuenta la historia de Yasha Mazur, un judío de principios del siglo XX de aquella ciudad polaca que se gana la vida como mago, ilusionista y acróbata, y que tiene en las mujeres (tanto la propia como las ajenas) su gran debilidad. Es posible que otra de las grandes virtudes de esta literatura en yidis sea que sus novelas y obras teatrales están ambientadas en una época convulsa por los cambios sociopolíticos y económicos que llevarán a la Gran Guerra a este apesadumbrado continente; esto facilita crear personajes verosímiles y redondos narrando los distintos movimientos ideológicos a los que se someten.
Imagen tomada de Commons Wikimedia.
  Singer fue, como se aprecia en el escaneado del libro que adjunto, premio Nobel en 1978. Esto de los premios en general y en concreto los Nobel es siempre controvertido. En mi humilde opinión, este gran escritor no merece tan insigne premio, o, mejor dicho: si lo merece él lo merecen otros cuantos que ni por asomo entraron jamás en las "quinielas" de posibles seleccionados. Pero ya se sabe, todos los premios, ya sean los comerciales entregados por editoriales como los públicos otorgados por instituciones nacionales, se deben a criterios económicos y políticos, y cuando tales criterios pesan en literatura... poco más se puede hacer. En todo caso, es un placer leer a Isaac Bashevis Singer, recoger esas perlas de sabiduría de aquella cultura que tan brutalmente fue exterminada en el siglo pasado.