viernes, 9 de octubre de 2020

Joseph Roth, periodista. Malos tiempos para la lírica.

                                              

Joseph Roth. Imagen tomada de Wikimedia Commons
 Joseph Roth es un escritor dotadísimo para el ensayo periodístico, ya lo dije. Sin embargo, leyendo los artículos compilados en Primavera de café se observa un estado anímico del autor que, probablemente, no sea bien comprendido por el lector. Me explico: 1919, año en que fueron escritos, fue un terrible año para Austria en conjunto y Viena en particular; la derrota en la Gran Guerra supuso el fin del imperio y el despertar a la terrible realidad: destrucción física del país, parálisis económica, desempleo generalizado, grandes bolsas de pobreza, usura y estraperlo... el desastre, vamos. Roth lo refleja fielmente en sus artículos, pero de forma aséptica, sin compadecerse, sin mostrar empatía, lo hace de forma brillante pero sin sentimiento. Hoy, 2020, aun comprendiendo la situación socioeconómica y política de aquel país, se pueden leer los artículos disfrutando de la genialidad del autor, de su capacidad de crear metáforas, símiles (como, por ejemplo, cuando compara las pompas de jabón que ha visto hacer a unos niños en la calle con las mentiras propagandísticas de los políticos para insuflar patriotismo en los maltrechos corazones de los combatientes), podemos leer todos esos recursos literarios, digo, y valorarlos de forma abstracta, en sí mismos. Pero es comprensible que para el lector austriaco del Der Neue Tag (periódico en el que fueran publicados) en 1919, esos alardes literarios fueran malentendidos, llegando a ser considerados, incluso,  como una burla, sorna inaceptable sobre los millares de muertos y lisiados o sobre los destruidos económicamente por los desastres de la guerra. Así, es comprensible que Roth sea mucho más leído, comprendido y admirado por los lectores del siglo XXI (ya pasado, por no decir olvidado, los fracasos y desastres de aquella guerra) que por sus coetáneos.
 Pocas frases más tradicionales y usadas como aquella que reza: "nadie es profeta en su tierra", pero, tal vez, en el caso de Joseph Roth habría que añadir: "nadie es profeta en su tiempo".