viernes, 21 de agosto de 2015

"Las humedades", finalista del I Concurso Donbuk de relatos cortos de terror.

 Para muchos poca cosa, para mí un pequeño impulso para seguir escribiendo. Mi relato Las humedades ha quedado finalista en el I Concurso de relatos cortos de terror de la editorial Donbuk. Copio y pego:

 “Reconstrucción (y otros relatos de terror)” es la antología que recopila los relatos ganadores y finalistas del I concurso Donbuk de relatos cortos de terror, un compendio de historias oscuras, sórdidas y brutales, y siempre, siempre, terroríficas.
Los relatos que componen este “collage del miedo” pasan del terror más clásico, de palpable inspiración en la pluma de Lovecraft o Poe, a otro más psicológico que ahonda en lo profundo (y tenebroso) de la mente humana.  Encontraremos desde presencias monstruosas, a asesinos despiadados. Conoceremos pueblos lúgubres y perdidos y exploraremos la fría y oscura ciudad.
Acompáñanos en este viaje por el miedo, te aseguramos que la experiencia valdrá la pena.

Los relatos que componen este libro son:

Reconstrucción-Juan José Tapia Urbano – 1er Premio
Autista-María José Fernández Gomez – 2do Premio
Un armario con polillas-Federico Escudero Álvarez – 3er premio
Finalistas:
Bajo la pintura– Juan Miguel Gutiérrez de la Solana Sánchez
La araña -Fernando González del Hierro Cilla
Las hijas de la oscuridad-Judith García Farré
El escritor impío-Santiago Alonso Buers
El morador-Oscar Rodriguez Martin
Y ahora… ¿Quién se atreve a llamarme cerdo?-Ana Isabel Espinosa
El hilo de plata-Jose Manuel Gonzalo Parrera
El viejo asilo-M.R.Castillo
Borrador de una chica mutilada de pies a cabeza-Marina Aguilar Salinas
Le vi-Aroa Río Moreno
Las humedades-Javier Lacomba de Maruri
El olor de la sangre-Mónica García Rodríguez
La habitación cerrada-Jaime Molina García
El novio de otro mundo-Manuel Cubero Urbano
En el infierno-Carlos Arroyo Cobos
No puedes dejarme– Manuel Sánchez Ramos
Háblame al oído -Mercedes Ávila
La caza-Lisardo Suárez
Uno de vampiros-Vanessa Sanchez Soriano
Me voy a dormir-Andrés Gandía Palau
Doña Justa y las campanas-Carmen Huelves Ramos
El sacrificio que pidieron los seres de las capas-Paloma Díez Martínez
Las ganas de fumar-Cala
Piernas-Andrés Manuel Jiménez Molerfo
Una sombra– Luis del Moral Martínez
Lección magistral-Óscar Fernández Carballedo
La habitación de invitados-Noemí Hernández Muñoz
La voz-Helena Reyes Cuevas
El secreto de Los Alamos-Jorge Bada Cabeza
El Abisinio color tormenta-Gabriel Muleiro
Oscuridad-Sergio Mesa Medina
No mires debajo de la cama-Ana Reyes Serrano
Te amo-María Cristina Montenegro Cometa
Un día soleado-David Monzón Valverde
El sin nombre-David Gómez López
Laberinto de hormigón-Xabier Sevillano Vaca
El cofre azul-Estefanía Ramírez Ceballos
El reencuentro-Augusto Hernández González
Dondequiera que esté-María Carrillo Rivas
Sin vivir en mí-David Casado Sánchez
Muertes colaterales-Ziortza Moya Milo
El sauce y el Cadillac-Víctor García Bustos
El tiempo escondido-Marta Foyedo Lahoz
Stinkfist-Verónica García Alves

"La guerra de trincheras", por Jacques Tardi.

 Obviamente "solo" hace falta sensibilidad, empatía o inteligencia emocional (como se quiera decir) para entender el brutal sufrimiento, la animalesca degeneración y la podredumbre moral que alcanza el ser humano en la guerra. Sin embargo, Jacques Tardi tenía los referentes de su padre y su abuelo que lucharon en las dos grandes contiendas mundiales. Parece ser que ambos sobrevivieron físicamente, pero , como era de prever, quedaron muy tocados anímicamente para el resto de sus vidas. Lo más terrible de todo, no obstante, es que otros muchos, habiendo visto lo mismo en sus progenitores, no hayan sacado la misma conclusión que Tardi: que la guerra es la expresión más palpable de la ruindad del hombre.
  En mi caso personal lo antes mencionado es patente: mis dos abuelos, Antonio y Alfonso, combatieron (obligados, claro) en la Guerra Civil española; ambos trataron por encima de todo de sobrevivir día a día (tratando de conseguir destinos alejados del frente, no exponiéndose al fuego, no significándose en ningún sentido...), cosa que consiguieron. Pues bien, con todo, a poco que rascaras en sus recuerdos, afloraban las barbaries a las que estuvieron sometidos (Alfonso, por ejemplo, estuvo a punto de ser fusilado, salvándose in extremis por una azarosa coincidencia; Antonio debió quedar tan tocado que planeó ingresar en un monasterio de clausura en el que, tal vez, olvidarse de todo, aunque ya estaba casado y tenía un hijo). Probablemente, nada de eso esté fuera de lo normal en una guerra, pero a mí, obviamente, me toca muy cerca. Bien, pues, cuál será la estupidez humana, que los hijos de mis abuelos, mi padre y mis tíos, no han llegado a comprender todavía el horror por el que pasaron sus padres. Incluso mi "augusto progenitor" sigue siendo hoy un inmoral belicista... ¿Podrá escarmentar en cabeza ajena el ser humano?.
  Precisamente esa es la finalidad de obras como La guerra de trincheras, hacernos entender de una p*** vez la sinrazón de la guerra, la más animalesca versión del hombre. Aquí, el "formato cómic" hace que llegue más fácilmente a las generaciones más jóvenes, verdadero futuro de la sociedad.