jueves, 6 de abril de 2017

Ahora leyendo: "El honor perdido de Katharina Blum", por Heinrich Böll.

 He vuelto a Böll después de leer a Lenz, incluidos ambos junto con Grass y alguno más en la "Literatura de escombros" alemana. Al parecer la publicación de esta novela breve supuso un verdadero escándalo sobre todo por la denuncia contra la perversidad sin límites del tabloide alemán por excelencia: el "Bild" (antes conocido y nombrado en la novela como "Bild zeitung"). El tema de la novela es sencillo: la destrucción sistemática de una persona sencilla y trabajadora, Katharina Blum, con la única finalidad de alimentar el morbo y aumentar la tirada del tabloide. Es, no cabe duda, una crítica certera contra la falta de moralidad de este tipo de prensa rosa, pero también contra todos aquellos que se dejan llevar de prejuicios estúpidos y maledicencia sin límites, es decir, la práctica totalidad de la sociedad.
  Tal vez esta novela no provocaría hoy el escándalo que provocó en 1974 (hoy estamos acostumbrados a tragar tanta basura que no escandaliza nada de nada), pero que nadie dude de que los tabloides (y, en general, la información de bajísima calidad) marcan nuestras vidas de forma inexorable. Ejemplos de esto último hay miles, no solo en lo referido a sucesos particulares como narra esta novela, también los que tienen que ver con la toma de decisiones importantes que pueden llegar a modificar la política internacional de un determinado país. Pero que nadie se engañe, los culpables somos todos. La institucionalización de la mentira, del juicio apresurado cuando no del prejuicio, de la ausencia de espíritu crítico solo puede existir cuando yo me dejo engañar. Mentirosos, manipuladores y gentuza en general ha existido siempre, pero solo son peligrosos cuando son exitosos y capaces de modificar la opinión de masas.
  Por eso da tanto miedo cuando uno asiste a la maniquea división política de nuestra sociedad, viendo como todos y cada uno de los que me rodean se posicionan automáticamente en uno u otro bando y se tragan la basura que los medios de comunicación les venden. Así, no tienen necesidad de juzgar, ya se lo dan masticadito en su televisión, su periódico, su sitio de internet... están deseando que les den un motivo para darse de bofetadas. En realidad, a menudo me sorprendo de que no haya una guerra ya en marcha, porque la situación anímica de la sociedad es verdaderamente prebélica.