miércoles, 10 de julio de 2019

"La espuma de los días", de Boris Vian.

 Hace un par de meses leí Que se mueran los feos. No me gustó, ya lo escribí. No me gustó el humor surrealista un tanto simplón (aunque tal vez fuera cosa de la traducción, siempre compleja, pero que en ese tipo de humor se antoja casi imposible) ni el subgénero narrativo (novela negra); pero para no ser injusto con tan afamado autor me propuse a mí mismo la lectura de una segunda novela. Hela aquí:
  Y tampoco me está llenando... El humor surrealista quizá haya perdido bastante. Supongo que cuando se escribía así, en la primera mitad del siglo XX era algo novedoso y rompedor, pero hoy en día me parece facilón y un tanto cansino. Al no ser novela negra, sin embargo, me la estoy tragando un poco mejor. Narra la vida de un par de parejas jóvenes que, entre bromas, hacen planes de vida y comienzan una existencia en común. Cuando todo parece encarrilarse a Chloé le descubren un nenúfar en el pulmón (broma surrealista, ríase el que pueda, para encubrir la tuberculosis pulmonar). Por otro lado, se supone que los jóvenes son de situación económica desenvuelta, aunque ninguno trabaja, uno de ellos se considera coleccionista de Jean Sol Partre (broma peculiar con el nombre de Jean Paul Sartre, que fuera, según parece, gran amigo y promotor del propio Boris Vian); la pareja de Chloé, Colin, acaba por trabajar (por supuesto, trabajos disparatados como incubar armas de fuego o ser funcionario de la administración que da las malas noticias que ocurrirán al día siguiente) para comprar flores a su pareja enferma, hasta que se produce el fatal desenlace. A pesar del tono desenfado y burlesco, en la novela flota en todo momento la sensación de desastre inmediato, de terrible destino que hará despertar bruscamente a los jóvenes.
 Parece ser que esta novela fue promocionada activamente por tipos de gran influencia cultural y social del momento, como el propio Jean Paul Sartre y Raymond Queneau (fundador junto con Vian y otros del grupo OuLiPo), aunque no tuvo éxito masivo. El propio Boris Vian se convirtió en un autor de culto, algo que parece totalmente opuesto al triunfo en ventas, y, mucho me temo, no ha envejecido bien tras su muerte prematura. En todo caso son autores que han dejado un hito literario que los sitúa como referencia en la literatura en lengua francesa de mitad del siglo XX y que tienen como gran mérito haber indagado en todas las posibilidades de creación literaria posible (de hecho, el grupo OuLiPo se traduce al castellano por "taller de literatura potencial"). 
 He de reconocer que he leído más rápido esta novela; el último tercio me ha parecido interesante, disparatado pero interesante. Con todo, tal vez sea demasiado conservador en mis gustos literarios, porque creo que esta será la última novela que lea de Vian.