miércoles, 1 de junio de 2016

Ahora leyendo: "El desierto de los tártaros", por Dino Buzzati.

 Según parece, Dino Buzzati (1906-1972) fue un autor de grandes ventas en Italia, siendo esta novela breve, El desierto de los tártaros, la más famosa. Se trata de una novela a medio camino entre el naturalismo y la ciencia ficción, o al menos así lo entiendo yo: se narra con objetividad los años de formación militar de un joven teniente, Giovanni Drogo, en una alejada fortaleza en el inicio de un desconocido desierto; por otro lado la incertidumbre de dicha fortaleza, en qué país está, en que período histórico, etcétera,  crea un suspense que podría llevar al texto a ser una novela de ciencia ficción.
  Aquí, la edita Alianza editorial, y mi ejemplar, modernamente adquirido, es de la tercera edición. 
 Tan solo llevo seis capítulos (de treinta) leídos, pero de momento no me está dando ni frío ni calor. Es una prosa ligera, de aspecto periodístico (el propio Buzzati fue periodista para Il Corriere della Sera durante la mayor parte de su vida profesional), con alguna descripción más lograda y detallada. Según los de Alianza editorial, la trama "se halla cargada de resonancia que la conectan con algunos de los más hondos problemas de la existencia, como la seguridad como valor contrapuesto a la liberad, la progresiva resignación ante el estrechamiento de las posibilidades, o la frustración de las expectativas de hechos excepcionales que cambien el sentido de la existencia". En fin, me parece un tanto pretencioso, pero esperemos a avanzar más en la historia.
  El miedo que me suscitan estos autores es que, a pesar del gran éxito que hayan conseguido a lo largo de las décadas, puede que no sean más que un mero éxito editorial, no verdaderamente literario. Me explico: he leído autores consagrados por público y crítica, con novelas que se citan en toda charla literaria que se precie de tener cierta altura, y que, en realidad, no son sino excelentes productos de marketing que no merecen tales flores. Un ejemplo claro es el de Salinger, que fue encumbrado por la industria editorial norteamericana con su El guardián entre el centeno, una obra perfectamente olvidable, pero que fue elevada a la más alta categoría por una industria ávida de vender productos. Con todo, Italia no es Estados Unidos, y mi experiencia como lector de textos de autores italianos es que es una situación bastante semejante a la española, con una industria potente capaz de vender bien verdaderos bodrios, pero no de forma tan exagerada como en el país americano. Veremos que tal avanza la novela.