lunes, 4 de julio de 2016

Conclusiones tras leer "Galápagos", de Kurt Vonnegut.

  Segunda novela de Vonnegut que leo, conclusiones semejantes a la anterior. Si en Matadero cinco había mucho de autobiográfico como el joven soldado estadounidense combatiente en la Alemania nazi ya en retirada y el brutal bombardeo aliado de la ciudad de Dresde, en Galápagos todo es ficción, pura y dura ficción. Esa sea, probablemente, la diferencia más notable entre ambas novelas, pues la estructura (más bien "desestructura"), el tratamiento de los personajes y la forma general de contar la historia son comunes a ambos libros.
  Galápagos es, en efecto, una visión del pasado (presente para el escritor, 1986) desde un futuro distópico en el que la sociedad humana ha conseguido liberarse de todos sus enormes defectos, pero sobre todo del principal: ese gigantesco cerebro que solo le ha traído problemas; los humanos de un millón de años después son poco más que animales que tratan de satisfacer sus instintos primarios, que no razonan al estilo humano actual y que no se complican la vida con entelequias filosóficas. Además de eso, se narra con gran ironía el fin de la sociedad humana actual, muerta de éxito, y la vuelta, justo en el Archipiélago de Galápagos, a ser una especie más sencilla, más animalesca y menos complicada cerebralmente, todo es, por tanto, culpa de un cerebro demasiado desarrollado.
 La trama es, desde luego, muy original (rasgo que parece característico del escritor americano), pero en el ámbito de la estructura yo echo en falta algo más de estructura. La sucesión analepsis y prolepsis lleva a dar una imagen deslavazada del texto, por no hablar de la narración de varias historias de forma simultánea, que luego, eso sí, acaban por confluir.