miércoles, 16 de septiembre de 2020

"El cosmos largo", por Terry Pratchett y Stephen Baxter.

  Que un tipo de la producción literaria de Terry Pratchett tenga colaboraciones con otro autor de renombre del mismo tipo de narrativa de ciencia ficción es un verdadero lujo. Es un verdadero lujo porque los cuarenta y un volúmenes que forman la saga del Mundodisco ya  suponen una creatividad y un talento que muy pocos autores tienen (sobre todo teniendo en cuenta que no hay repeticiones, algo, desgraciadamente, más usual de lo que se supone entre autores de gran éxito); pero, además, es un lujo porque la yuxtaposición de dos talentos parecidos, pero diferentes no sirve sino para que se complementen y generen obras que dejan a sus lectores boquiabiertos y expectantes. Lamentablemente, Pratchett murió a la tempranísima edad de 66 años, plena madurez creativa para muchos escritores, lo cual nos dejó un poco huérfanos a todos sus admiradores. En todo caso, lo escrito, escrito queda, para disfrute de generaciones actuales y venideras.
 La colaboración de Pratchett en este caso es con Stephen Baxter, un renombrado autor de esa llamada "ciencia ficción dura" que tanto gusta a los aficionados, tanto por ser más verosímil como por tener menos errores de bulto en los aspectos científicos. El propio Baxter es matemático e ingeniero, lo cual no merma su capacidad de imaginación de mundos futuros o presentes con diferencias patentes con el actual. 
 Bien, pues Pratchett y Baxter firmaron cinco excelentes libros en común, en la llamada La tierra larga. Éste que leo es la quinta entrega, El cosmos largo.
 Es la quinta novela, sí, el fin de la saga. Cometí el error de empezar por el final. En todo caso, los autores dan la suficiente información sobre la saga en todas las novelas como para que el lector no se quede en ascuas o perdido por cosas que no ha leído antes, además, las novelas son suficientemente independientes como para ser leídas en distinto orden del publicado.
 La tierra larga juega con modificaciones de la dualidad espacio temporal, pero de una manera original, pues no se trata del futuro o del pasado, ni siquiera de lejanos planetas o galaxias, sino de la misma Tierra, que resulta que existe en cantidades casi infinitas. Son mundos idénticos al conocido pero con una diferencia sustancial: no hay seres humanos en ellos. Varían en su geografía, clima, flora y fauna, pero no dejan de ser otra versión de la Tierra, que, al estar libre de humanos, supone una potencialidad sin fin. La tecnología permite que el paso entre planetas sea extraordinariamente sencillo y barato, con una pequeña caja (cruzadora, la llaman) o en dirigibles. Cuando se simultanean un conjunto de desastres, algunos naturales (una erupción volcánica masiva en Yellowstone que aboca el planeta a un invierno permanente) y otros provocados por los propios humanos (estallido de bombas nucleares), la gran mayoría de los siete mil millones de humanos decide abandonar la "Tierra Datum"(nombre que dan al planeta original), pero, al ser tan grande el número de planetas, la mayoría viven aislados, en una suerte de paraíso natural, cazando y recolectando para comer. 
 Ese es el principio básico de la saga, pues el desarrollo se basa en las vivencias de los personajes principales (Joshua Valienté y Lobsang entre otros) que colonizan planetas como si de un capítulo del Génesis se tratara.
 Las aventuras de los personajes, como se puede imaginar, son sorprendentes pero razonablemente verosímiles, y cada libro supone una vuelta de tuerca más en la colonización de los distintos planetas espejo de la Tierra. En la quinta entrega, El cosmos largo, a la situación ya contada se une otra nueva: la recepción de un mensaje desconocido desde alguno de esos planetas, un mensaje enigmático y sugerente: "uníos a nosotros".
 Obviamente, yo no lo narro como Pratchett, pero incluso leyendo esta pobre descripción mía se tiene la sensación de que con el torrente imaginativo de Pratchett y Baxter las posibilidades narrativas son tan infinitas como los millones de planetas Tierra en paralelo. Es un ejemplo para aquellos bobos que piensan que ya está todo escrito y poco queda esperar. Tristemente, como dije antes, Pratchett nos dejó demasiado pronto, ¡quién sabe la cantidad de argumentos y personajes que poblaban esa cabeza y que nos hemos perdido para siempre!