lunes, 10 de enero de 2022

"To All the Great Books I Haven't Read", by Grant Snider (www.incidentalcomics.com)


 Image taken from the website www.incidentalcomics.com

"El diario de un hombre decepcionado", de W.N.P. Barbellion.

 Nunca leo biografías, me parecen demasiado fútiles en un mundo despiadado, brutal e inmisericorde como el humano. Incluso las de “grandes hombres” que supuestamente han marcado la historia de sus países o de todo el mundo me parecen muestras ridículas del afán del “mono con pantalones”, ese estúpido animal que cree estar por encima de los otros. Sin embargo, me dejé engañar una vez más por la propaganda editorial, en este caso por la de Alba Editorial, editorial a la cual tengo cierto aprecio en tiempos recientes, sobre todo por publicar de nuevo grandes clásicos de la literatura victoriana. Entre eso y lo que leí en la página de Wikipedia sobre el autor y su libro me decidió a sacarlo de la biblioteca. Craso error.
En breve, el diario es el de Bruce Frederick Cummings, que escribe bajo el pseudónimo de W.N.P. Barbellion. El tal Barbellion fue un inglés nacido en 1889 y fallecido en 1919, tan solo treinta años de vida, por tanto. Es en principio el diario de un joven (comienza en 1903, cuando cumplía catorce años) apasionado por el estudio zoológico, un estudiante aplicado y muy ambicioso, pero que tiene una salud extraordinariamente frágil (dolores de cabeza frecuentes, palpitaciones, dolores generales con frecuencia e incluso parálisis de miembros), además de una situación familiar (de salud de sus padres, principalmente) también muy precaria. A medida que el chico se va convirtiendo en hombre, crecen sus ambiciones, anhela publicar tratados de zoología, trabajar en prestigiosos centros de investigación de su país... pero la salud se debilita a pasos agigantados y la repentina muerte de su padre le impide estudiar carrera alguna. Todo esto crea en el joven, claro está, un sentimiento enorme de frustración que aparentemente amarga su carácter. Acaba trabajando en el Museo Británico, pero en un puesto de escasa importancia y en el que, además, es menospreciado por sus compañeros al carecer de estudios universitarios. Su salud es cada vez peor, las parálisis laterales se alternan con momentos de fatiga extrema que le impiden incluso levantarse de la cama, así como ceguera temporal de uno u otro ojo. Finalmente, conocerá que padece esclerosis múltiple, la enfermedad que lo aniquilará con tan solo tres décadas de vida.
Historia personal tremenda, pues. El diario está muy pulcramente escrito, se lee de forma rápida y sencilla. Es (dependiendo de la sensibilidad del lector, claro) una lectura emotiva, de “interés humano” que dicen por ahí, pero no tiene valor literario alguno. De nuevo, no quiero ser injusto con el diarista ni con aquellos a los que les gustan los diarios: éste está narrado con brillantez, pero es que (cuesta decirlo cuando la vida de este chico es tan terrible) son muestra de un egoísmo sin límites. En este caso, sin embargo, no hay que desdecirse: él mismo afirma en varias ocasiones que es un egotista y que su ambición es desmedida, algo que contrasta tristemente con su pobre salud y problemas familiares. El tono del diario es francamente pesimista, pero de un pesimismo que hiere y aniquila (aquí, de nuevo, dependerá de la sensibilidad del lector). Barbellion repite una y otra vez el malestar psicológico que le supone tener la pésima salud que tiene y la sensación de fracaso y frustración que lo anega; en numerosas ocasiones se plantea el suicidio, e incluso llega a hacerse con una pistola para acabar con su vida. Y ese es uno de los males de los diarios, en mi opinión, no ya de los que finalmente se publican y son exitosos, no, de todos, los diarios acaban por acentuar la manía que afecta a cada uno, en el caso que nos ocupa, la manía depresiva e incluso suicida. Lamento decirlo, El diario de un hombre decepcionado no tiene valor literario alguno, puede tener ese interés humano al que antes hacía referencia, pero, en mi opinión, no justifica su publicación en un ámbito meramente literario. Por otra parte, ya esto es algo que me aplico yo, leer estos diarios tan deprimentes en la época que nos ha tocado vivir es francamente desaconsejable, no aportan nada más que acentuar esa depresión de la que uno trata de huir como del Diablo.