Nunca leo biografías, me parecen demasiado fútiles en un mundo
despiadado, brutal e inmisericorde como el humano. Incluso las de
“grandes hombres” que supuestamente han marcado la historia de
sus países o de todo el mundo me parecen muestras ridículas del
afán del “mono con pantalones”, ese estúpido animal que cree
estar por encima de los otros. Sin embargo, me dejé engañar una vez
más por la propaganda editorial, en este caso por la de Alba
Editorial, editorial a la cual tengo cierto aprecio en tiempos
recientes, sobre todo por publicar de nuevo grandes clásicos de la
literatura victoriana. Entre eso y lo que leí en la página de
Wikipedia sobre el autor y su libro me decidió a sacarlo de la
biblioteca. Craso error.
En breve, el diario es el de Bruce Frederick Cummings, que escribe
bajo el pseudónimo de W.N.P. Barbellion. El tal Barbellion fue un
inglés nacido en 1889 y fallecido en 1919, tan solo treinta años de
vida, por tanto. Es en principio el diario de un joven (comienza en
1903, cuando cumplía catorce años) apasionado por el estudio
zoológico, un estudiante aplicado y muy ambicioso, pero que tiene
una salud extraordinariamente frágil (dolores de cabeza frecuentes,
palpitaciones, dolores generales con frecuencia e incluso parálisis
de miembros), además de una situación familiar (de salud de sus
padres, principalmente) también muy precaria. A medida que el chico
se va convirtiendo en hombre, crecen sus ambiciones, anhela publicar
tratados de zoología, trabajar en prestigiosos centros de
investigación de su país... pero la salud se debilita a pasos
agigantados y la repentina muerte de su padre le impide estudiar
carrera alguna. Todo esto crea en el joven, claro está, un
sentimiento enorme de frustración que aparentemente amarga su
carácter. Acaba trabajando en el Museo Británico, pero en un puesto
de escasa importancia y en el que, además, es menospreciado por sus
compañeros al carecer de estudios universitarios. Su salud es cada
vez peor, las parálisis laterales se alternan con momentos de fatiga
extrema que le impiden incluso levantarse de la cama, así como
ceguera temporal de uno u otro ojo. Finalmente, conocerá que padece
esclerosis múltiple, la enfermedad que lo aniquilará con tan solo
tres décadas de vida.
Historia
personal tremenda, pues. El diario está muy pulcramente escrito, se
lee de forma rápida y sencilla. Es (dependiendo de la sensibilidad
del lector, claro) una lectura emotiva, de “interés humano” que
dicen por ahí, pero no tiene valor literario alguno. De nuevo, no
quiero ser injusto con el diarista ni con aquellos a los que les
gustan los diarios: éste está narrado con brillantez, pero es que
(cuesta decirlo cuando la vida de este chico es tan terrible) son
muestra de un egoísmo sin límites. En este caso, sin embargo, no
hay que desdecirse: él mismo afirma en varias ocasiones que es un
egotista y que su ambición es desmedida, algo que contrasta
tristemente con su pobre salud y problemas familiares. El tono del
diario es francamente pesimista, pero de un pesimismo que hiere y
aniquila (aquí, de nuevo, dependerá de la sensibilidad del lector).
Barbellion repite una y otra vez el malestar psicológico que le
supone tener la pésima salud que tiene y la sensación de fracaso y
frustración que lo anega; en numerosas ocasiones se plantea el
suicidio, e incluso llega a hacerse con una pistola para acabar con
su vida. Y ese es uno de los males de los diarios, en mi opinión, no
ya de los que finalmente se publican y son exitosos, no, de todos,
los diarios acaban por acentuar la manía que afecta a cada uno, en
el caso que nos ocupa, la manía depresiva e incluso suicida. Lamento
decirlo, El diario de un hombre decepcionado
no tiene valor literario alguno, puede tener ese interés humano al
que antes hacía referencia, pero, en mi opinión, no justifica su
publicación en un ámbito meramente literario. Por otra parte, ya
esto es algo que me aplico yo, leer estos diarios tan deprimentes en
la época que nos ha tocado vivir es francamente desaconsejable, no
aportan nada más que acentuar esa depresión de la que uno trata de
huir como del Diablo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.