miércoles, 2 de junio de 2021

"La zona muerta", por Stephen King.

  Otra de King, ésta publicada en 1979. Ahora se trata de un tema bastante caro a King: la capacidad de premonición, desarrollada tras un accidente automovilístico. Tal vez el genérico nombre del personaje principal (Johnny Smith) haga referencia a la hipotética capacidad de cualquiera (un "Juan Nadie") para prever situaciones futuras, algo que parece atraer sobremanera al autor. De hecho, la novela en cuestión tiene muchas conexiones con otras obras de King, tanto en los personajes secundarios, que son reutilizados, como en esa supuesta capacidad paranormal que da tanto juego a un escritor de ciencia ficción. Y, ya sea dicho de paso, aunque me repita como el ajo, escasean los autores de ciencia ficción como Stephen King, cuya prosa tiene una calidad francamente alta, con descripciones psicológicas excelsas que no desmerece en absoluto la narración de los hechos.
 Al leer la novela se podría llegar a entrever la posibilidad de crear una suerte de novela río, en la que hubiera una continuidad del personaje principal y variación de la temática y personajes secundarios, algo semejante al Sherlock Holmes de Conan Doyle; pero Stephen King no ha trabajado nunca así al parecer, aunque hay una adaptación cinematográfica en forma de serie en la que se presentan más casos en los que la clarividencia de Smith ayuda a solucionarlos. En todo caso, La zona muerta es una notable novela, no de las mejores de King, pero sí con calidad para convertirla en otro best seller del escritor de Maine, tan habituado ya que debe estar a suculentos cheques firmados por su editorial.
 Aspecto destacable es la implicación política del autor en la novela. Sabido es que King no reniega a meterse en el fango de la confrontación política, algo que, probablemente, le perjudique económicamente (quizá realmente esté tan por encima de preocupaciones económicas que no le importe). Lo cierto es que han sido bastantes las ocasiones en que ha declarado públicamente su apoyo al Partido Demócrata estadounidense y ha despotricado amargamente de algún que otro candidato republicano (de lo más conocido recientemente, de Donald Trump, al que acusó abiertamente de ser racista). Pues bien, la política está impresa en la novela en cuanto las dotes adivinatorias del personaje sirven para que éste sea capaz de ver en un candidato republicano al estado de New Hampshire la encarnación de Satán, un satán de andar por casa, eso sí, pero capaz de llevar a uno de los países más poderosos del planeta a una guerra que podría saltar fácilmente sus fronteras y generalizarse. Es sorprendente que la novela fuera publicada en 1979, pues la semejanza en los métodos populistas y el extraño atractivo para buena parte del electorado del personaje Greg Stillson es  muy semejante a lo que décadas después ocurrió con el propio Donald Trump. Tal vez el propio Stephen King tenga dotes adivinatorios.

 Otra novela más de King; otra lección de creación de personajes y su evolución en el tiempo; otra lección de pergeñar argumentos interesantes, atractivos y amenos, a medio camino entre la realidad más prosaica y la ciencia ficción más inverosímil; otra lección de gran literatura... aunque alguno no lo entienda...