viernes, 21 de febrero de 2014

Sociedad de humanos, sociedad de insectos.

 Creo que fue en una novela de Hesse en donde se argumentaba que en la evolución humana encarnada en los seres que alientan actualmente no todos habían llegado a hombre, que algunos habían quedado en pez o rana. Pues bien, quizá sea incluso más extremo: la mayor parte de la sociedad humana ha quedado en insecto. En insectos que no llegan a comprender la trascendencia de sus vidas, que repiten maquinalmente la existencia de sus padres y abuelos, con el sacrosanto nombre de "tradición". Así es, las generaciones se suceden sin que haya importantes cambios más que en los elementos accesorios: la ropa, la alimentación, el transporte... poco más; los principios que rigen la vida de los hombres siguen siendo los mismos hoy, en el siglo XXI, que hace dos o tres siglos, ¡qué desatino!
 Las generaciones de hormigas o termitas se suceden sin fin, en realidad ni saben que existen, se limitan a seguir sus instintos (nuestras tradiciones) para jugar a ese dramático juego que llamamos vida.
 Como las hormigas, nuestros coetáneos viven de forma irreflexiva, banal, sin comprenderse...