miércoles, 23 de abril de 2014

Ahora leyendo: "El bosque animado", de Wenceslao Fernández Flórez

 Las distintas épocas son terribles para los escritores, especialmente los contemporáneos, y sobre todo para aquellos que se ven tentados de tomar partido en el mundo político; aunque les vaya bien en su tiempo serán severamente juzgados en los posteriores. Eso le pasó a Wenceslao Fernández Flórez. Este autor gallego se significó notablemente por el "bando nacional" en la sangrienta contienda que asoló este país el siglo pasado, ya en el franquismo, siguió contando en la "supuesta nómina de los afectos al régimen". Lo cierto es que, siendo ecuánime, Fernández Flórez fue bastante independiente: no tuvo reparos en criticar agriamente aquellos aspectos que no le gustaban de aquellos años, especialmente en el ámbito cultural; sin embargo, el sambenito de "escritor franquista" no se lo quita nadie. Algo injusto en verdad.
  Es injusto juzgar una obra literaria por las veleidades políticas de su autor. En este caso concreto parece que se significó por propia voluntad, pero son frecuentes los casos en los que para poder publicar o que las editoriales distribuyan oportunamente uno u otro libro, hayan tenido que tomar partido por una línea de pensamiento determinado, ejemplos a porrillo, incluidos algunos actuales.
 El bosque animado es la mejor obra de Fernández Flórez. Una novela que no tiene un hilo argumental bien definido, sino que desgrana las alegrías y tristezas de los habitantes de la fraga de Cecebre como un tótum revolútum en un conjunto dinámico, ensamblando las míseras existencias humanas como parte indisoluble del bosque.
  Está escrito con una sensibilidad inmensa, de alguien que adoraba a sus criaturas, como un demiurgo misericordioso que se apiadase de las imperfecciones de sus pequeños seres. Hay en la prosa de Wenceslao Fernández Flórez una reminiscencia de tiempos pasados con una escritura más lenta y adjetivada, aunque los protagonistas y sus vivencias sean radicalmente modernos.