viernes, 14 de marzo de 2014

Inciso cinematográfico: "The Boys from Brazil", dirigida por Franklin Schaffner

 Película del año 78 basada en la novela homónima de Ira Levin, protagonizada por Gregory Peck, Laurence Olivier y James Mason.
  La película, por ende la novela, narra un rumor seudocientífico que corrió en tiempos de la Guerra Fría cuando cientos de asesinos nazis vivían protegidos por gobiernos fascistoides (alguno tan cercano como el nuestro), dicho bulo era la supervivencia de Hitler: en algunos casos de carne y hueso y en otros, como es el caso, en descendientes suyos. Concretamente, esos supuestos hijos del asesino habrían sido clonados por el también monstruo nazi Josef Mengele y serían, por tanto, física y psicológicamente iguales a aquel nefasto personaje histórico.
 Desde el punto de vista cinematográfico, la cinta está hecha con grandes cantidades de dinero, que permitió, por ejemplo, que se rodara en Londres, Viena, Pennsylvania y en Paraguay, amén por supuesto de contar con tan honorable elenco. El film es efectista y entretenido, pero por encima de todo no puedo dejar de reconocer el inmenso trabajo de todo un clásico: Laurence Olivier.
  Laurence Olivier está inconmensurable. Ya anciano, encarna al cazanazis Ezra Lieberman (evidente álter ego de Simon Wieshental) imitando su germánico acento inglés y su carácter de anciano tesonero. Los demás: Gregory Peck, James Mason, Lilli Palmer y demás estrellas son francamente buenos, pero es Olivier quien da verdadera credibilidad actoral.
 Ya desde el punto de vista del guión, he de reconocer que es demasiado fantasioso, aunque tiene lejanos visos de verosimilitud, al menos respecto al rumor del que hablaba antes; sin embargo, considero bastante mezquino juntar "churras con merinas", es decir, ficción con realidad en temas tan sensibles como los relacionados con la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto.
 Al final de la película hay momentos que, al menos vistos hoy, parecen incluso pueriles de tan fantasiosos que son, especialmente las escenas finales con uno de los supuestos "hitleritos" al final de la vida de Mengele. Por lo demás, es entretenida y curiosa, aunque me temo que un tanto frívola.