No suelo visionar películas modernas clasificables en ese grupo llamado "thriller", me parecen demasiado comerciales, demasiado oportunistas en un sentido intelectual. Sin embargo, Zwei Leben participa en uno de los temas más interesantes del horroroso siglo XX y que recogí, entre otros temas, en mi primera novela, Honrarás a tu padre, se trata del "Lebensborn", esa atrocidad -una más- nazi por la que se trataba de mejorar la raza aria.
Ese infernal proyecto, "Lebensborn", suponía la "utilización" de miles de chicas perfectamente arias, alemanas, pero también noruegas, danesas y suecas, para que engendraran hijos de los más "valientes guerreros nazis", dando así una supuesta generación de "superhombres". Por supuesto, esto provocó dolor, incomprensión social e incluso marginación que perdura hasta la actualidad.
Zwei Leben va un paso más allá, y, a partir de la "Lebensborn" desarrolla una historia de espionaje para la extinta República Democrática Alemana, con una de esos hijos hurtados posteriormente a sus madres.
El argumento me parece un tanto enrevesado hasta caer en la inverosimilitud, pero es cierto que en la Guerra Fría se dieron rocambolescos casos de matrimonios entre espías que aprovechaban la normalidad aparente de su relación para pasar información "al otro lado".
Destacable la fotografía, con espléndidos paisajes noruegos e idílicas casas junto a los fiordos. El elenco actoral es más que aceptable, todos hacen verosímiles sus poco creíbles papeles; destaca Liv Ullman, la otrora musa de Ingmar Bergman.