viernes, 30 de noviembre de 2012

Lev Tolstoi

 Un hombre prolífico donde los haya, autor de inolvidables novelas que retratan como pocas la sociedad zarista a lo largo de generaciones, "Guerra y paz", "Ana Karénina", "La muerte de Iván Illich", "Resurrección", "Hadji Murat"... prolífico porque tuvo nada más y nada menos que trece hijos con la misma mujer; pero sobre todo prolífico porque cultivó todos los géneros literarios, es mundialmente admirado por su narrativa, pero también escribió poesía, teatro y ensayo. En este último género me quiero centrar. 
  Los ensayos de Tolstoi giraron en torno a la naturaleza humana, la estructuración de la sociedad y sus creencias religiosas. El autor se movió dentro del Cristianismo Ortodoxo en el que fue educado, pero trató siempre de volver a las Escrituras para buscar la esencia última de los Evangelios: la liberación del ser humano.
   Tolstoi hace especial referencia al "Sermón de la montaña"; aquél que condena la religiosidad hipócrita, que ensalza la igualdad entre los seres humanos, más aún, busca la igualdad entre todos como hijos de Dios. El escritor era un hombre rico, poseedor de haciendas ("dachas" según la cultura rusa), fortuna e incluso título nobiliario; de todo se deshizo, en busca de una pobreza voluntaria (que no fue del todo permitida por el autoritario carácter de su mujer y alguno de sus hijos) y trató de vivir lo más acorde posible a dicho texto evangélico.
   Tolstoi es uno de los grandes teóricos, al igual que Luther King, Dostoievsky o Iván Illich (no confundir con el personaje de la novela tolstoyana, éste fue un sacerdote católico teólogo y pedagogo), del llamado anarquismo cristiano, que basa la igualdad entre los seres humanos en esa igualdad como hijos de Dios, propugna una sociedad sin autoridad, ya que la única autoridad admisible es la de Dios (ergo la autoridad humana tiene un origen demoníaco).
  El anarquismo cristiano promueve una sociedad sin desigualdades, una búsqueda del Reino de los Cielos en la misma tierra (de ahí el título del ensayo, epónimo de la frase evangélica), una no resistencia al mal y, por supuesto, reniega de todas las Iglesias como estructuras piramidales humanas muestra evidente de esa autoridad demoníaca (no en vano, el propio Tolstoi sería excomulgado de su Iglesia Ortodoxa Rusa), siempre, claro está, dentro del pacifismo que se supone a los discípulos de Jesús de Nazaret.
  

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Fragmento del quinto capítulo de mi novela: "Honrarás a tu padre"


5 - Gerhard Bremer

No fueron días fáciles. Sin embargo, físicamente se encontraba con más fuerzas casi cada hora que pasaba, las comidas y cuidados de Núria obraban cotidianos milagros en el, por otra parte, sano cuerpo de un joven de veintitantos años; pero en el ámbito espiritual, no parecían veinte años sino ochenta. El mazazo que supuso el asesinato de Sarah le dejó sin fe alguna en la humanidad; ahora entendía mejor como un individuo podía ser un guardián en una estructura carcelaria como es un campo de concentración, en el que se “almacenaba” y eliminaba sistemáticamente a miles de seres humanos, eran los mismos “principios” que seguían aquéllos que habían matado a sangre fría a Sarah Löwenstein, sin un juicio aunque fuera amañado, era el principio que se basaba en el más absoluto desprecio por la vida humana, la cosificación más brutal de un semejante.
Un abrazo, eso fue todo lo que aceptó su accidental casera como pago por su alojamiento, cuidados, alimentación. En realidad le habían salvado, una vez más, la vida, y él solo podía seguir adelante sin detenerse, ¡qué absurdo! Todo era indiferente: la muerte, la vida parecían simples casualidades a las que no se debería prestar gran atención. Un mundo animalizado, sin humanidad alguna. La guerra con sus barbaries había acabado hacía más de veinte años, pero la sociedad parecía haberse acostumbrado a la sinrazón y a la vida cuasi-animal. Había leído no sabía donde que los anglosajones llamaban a la vida apresurada y sin verdadero sentido algo así como rat race, y en efecto así lo conceptuaba él, como una carrera de ratas que no tenía lógica alguna. Hacía pocos días, una testigo de primera mano de la barbarie que nunca debiera repetirse, había sido abatida a tiros por una patrulla de la Guardia Civil española solo por haber pasado ilegalmente la frontera, o por ser confundida con contrabandistas, así, sin más. Imaginaba el desconcierto de los asesinos cuando hubieran registrado su documentación austriaca, quizá, incluso, no hubieran sido capaces de adivinar su condición de judía aún llamándose Sarah y apellidándose Löwenstein, en aquel país en el que casi cinco siglos antes se había eliminado todo resto de sangre judía. Un sinsentido, un absurdo. La vida o la muerte de un ser humano decidido en un momento como si fuera una hormiga... El sentido de irrealidad caprichosa dejaba la aventura de Lars totalmente fuera de lugar, ¿quién habría de creerle si lo contara? Y, sin embargo, esa irrealidad le impulsaba a seguir buscando a su padre biológico para tratar de hilar su existencia con el hilo de la lógica, aunque esta fuera brutal.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Lecturas de juventud: Miguel Delibes

  ¿Quién no admira (ahora) a Miguel Delibes? Difícil encontrar a alguien... Comencé a leer su obra con "El camino", luego "Las ratas", después "La sombra del ciprés es alargada", "Los santos inocentes"... así hasta leer todas sus novelas y una buena parte de sus ensayos. La mayoría en la editorial destinolibro.
   De Delibes aprendí todo (o al menos traté de aprender o quizás aprehender), su descripción naturalista del medio rural, los personajes sencillos pero de gran hondura, un cierto pesimismo existencial, una resignación ante el destino...  Difícil no admirar la sencilla belleza de Delibes.
  Por razones que no vienen al caso, acabé viviendo en Valladolid, y me crucé en varias ocasiones con Miguel Delibes paseando, apoyado en una de sus hijas menores, por las calles Gamazo y Muro de esta capital castellana. Era curioso ver la reacción de todo el mundo al verle, se paraban, le miraban con una mezcla de respeto, admiración y lástima por el estado físico en el que estaba en sus últimos años. Y es que Miguel Delibes fue elevado a los altares de la literatura patria hace varias décadas. Y, ya se sabe, cuando se canoniza a alguien, muchos empezamos a buscar fallos...
   Seré incapaz de encontrar fallos en el escritor... atacaría así a uno de mis padres intelectuales, pero... ¿quién fue Miguel Delibes como miembro de esta sociedad? Muchos se sorprenderán al saber que un jovencísimo Delibes (18 años) se alistó voluntario en el bando franquista en la Guerra Civil, no era raro, pertenecía a lo que se llamaba "gentes de orden"... Sí, Miguel Delibes nació en una familia acomodada de Valladolid, al acabar la guerra consiguió trabajo en "El norte de Castilla", primero como caricaturista y luego como redactor. En 1952 llegará a ser subdirector  y en el 58 será director de dicho periódico, que jamás (ni siquiera hoy en día) se destacó como "azote del poder". El talento de Delibes está fuera de toda duda, pero aún así ¡vaya carrera meteórica la suya! ¿Explicación? Don Miguel Delibes era sobrino de Santiago Alba, fundador del diario y uno de los mayores caciques, defensor de la llamada "burguesía harinera" que dominó Valladolid en la primera mitad del siglo XX; además, Delibes era primo de un consejero de la empresa... Todo está dicho. Miguel Delibes tenía un "enchufe trifásico" en aquella entonces pequeña y caciquil capital.
  Me quedaré, sin embargo, con las emociones que me hizo sentir cuando mozo al leer sus novelas, sus personajes honestos, sencillos, sin doblez... sin duda muy diferentes de los que debieron promocionarle socialmente en su época.
   

domingo, 25 de noviembre de 2012

Ahora leyendo: "El cielo protector" de Paul Bowles

  Nunca me atrajo Bowles, pero no como escritor, sino como gurú de masas de ricos europeos y americanos que visitaban su casa en Tánger y organizaba todo tipo de orgías sexuales y de estupefacientes como si fueran números circenses. Lo tuve por un subproducto del antiguo colonialismo europeo, ya se sabe: occidentales que, deslumbrados por el tipismo y colorido norteafricano, viven exóticas vidas de rico hombre blanco indiferente a la dura vida y muerte de los lugareños, una especie de modernos Lawrence de Arabia...
  Sin embargo, al margen de las bacanales tangerinas, sus novelas han sido elogiadas por casi todo el mundo; algunos las relacionan con la generación beat, con gente como Kerouac o Ginsberg; autores como Gore Vidal le consideran unos de los grandes "contadores de historias" del siglo XX. Sea como fuere, "El cielo protector" pasa por ser su mejor novela, la adaptación al cine por Bertolucci (que por cierto no fue de todo del agrado del escritor) es una de esas grandes películas (maravillosa fotografía como todo lo de Bertolucci) que podríamos calificar de modernas epopeyas existenciales, ayudado por dos espléndidos John Malkovich y Debra Winger.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Fragmento del cuarto capítulo de mi novela: "Honrarás a tu padre"


4 – Enric Trespasses


Habían pasado unas pocas semanas desde que se aceleraran las cosas entre aquellos tres. Lars y Sarah parecían haber pisado el acelerador en su afán por buscar a Berghoff: haciendo planes de trayectos en tren y autobús hasta la frontera franco-española; distribuyendo dinero por días para gastar en su viaje; consiguiendo los visados para pasar a Suiza y a Francia, visados de turismo, por supuesto falsificados. Judith también había avanzado mucho sus planes de hacer aliyá: dejando en manos amigas el mantenimiento de la casa de Viena, que en principio quería mantener; haciendo los trámites burocráticos permanentes; eligiendo el kibutz en que viviría, al menos al principio. Es probable que fuera una huida hacia delante: para Lars desde que muriera su madre y supiera su verdadero origen; para Sarah desde que fuera despedida y perdiera buena parte de la razón de su existencia; para Judith desde que previera quedarse sola en aquella casa, excesivamente grande. Huida hacia delante, sí, pero avance al fin.
  • ¿A que no sabes a quien me he encontrado hoy? -La cara de Sarah refulgía de alegría, así que Lars no se alarmó mucho ante la pregunta.
  • Pues si tú no me lo dices...
  • Al tonto de Oliver Smichdt.
  • ¡Vaya! Espero que no pasara nada entre vosotros... Lo pasado, pasado está.
  • ¡Qué va, mejor aún! Ya sabes que no soy de las que mira para otro lado, así que me acerqué a él para decirle cuatro cosas y con un poco de suerte cruzarle la cara de un tortazo...
  • ¡Por Dios, Sarah! ¿No harías eso, verdad? ¿En medio de la calle?
  • No, no. No hizo falta. El muy imbécil me debió ver venir, pues se parapetó detrás de un kiosco como si estuviera jugando al escondite. Me tenía tanto miedo que, sin yo decirle nada, me empezó a pedir disculpas y me dijo... ¿a que no sabes qué?
  • Pues no, obviamente...
  • Me dijo que me había delatado por despecho (como yo ya figuraba) pero que el tiro le salió por la culata y que a él también lo despidieron... Me quedé tan sorprendida, que no pude por menos que soltar una carcajada... Me dio pena el desgraciado. Me fui, no sin antes desearle que le ocurrieran toda suerte de desgracias a él y a su familia.
  • ¡Sarah, por Dios! De acuerdo que el tipo se comportó como un cerdo, pero de ahí a montarle una escena así en la calle... si a él le han despedido también, ya ha pagado lo suyo...
  • Le está bien empleado. Así de triste es, en todas partes hay gente que actúa mal por verdadero despecho, por frustración, son gente mezquina, miserable... Si vieras la cantidad de casos en que judíos que estaban escondidos fueron delatados por sus propios vecinos a cuenta de pequeñas rencillas vecinales... lo peor es que en muchos casos, los delatores sabían que enviaban a sus vecinos a una muerte segura... ¡Repugnante!
  • Sí, el comportamiento humano es deleznable... En fin, dejemos las amarguras y sigamos con nuestro viaje... Mirando el mapa, no queda duda: lo mejor la línea recta.
  • ¡Otra vez! ¿Pero qué línea recta? La línea recta de aquí a la frontera franco-española pasa a través de Italia, y nosotros solo tenemos visado para Suiza y Francia. Ya verás lo complicado que es incluso llegar a Innsbruck, sería más fácil por Alemania; de Innsbruck a Ginebra es atravesar toda Suiza, casi seiscientos kilómetros; de Ginebra a la frontera, a Le Perthus, otros setecientos kilómetros largos, pasando por Grenoble, Nimes, Montpellier y Perpiñán. Tenemos más de mil setecientos kilómetros hasta Le Perthus...

viernes, 23 de noviembre de 2012

Lecturas de juventud: Julio Verne

  Inauguro una nueva sección de este blog, las lecturas de mi ya lejana juventud, que me marcaron indeleblemente y formaron el adulto que, bueno o malo, soy hoy.
  No podía iniciar por otro que no fuera Verne. Lo sé, no soy nada original, cientos de miles tuvieron como primeras lecturas de juventud las maravillosas novelas de Verne; sus originales temas, sus heroicos personajes sin tacha, sus desenlaces gloriosos... Pocas novelas de aventuras pueden ser tan atrayentes para un chico de catorce o quince años como las de Verne. 
  En mi caso leí casi todas sus novelas en una colección de Ediciones Dalmau Socias de los años 70 que, felizmente, todavía conservo. Abrir uno de esos libros de hojas amarillentas, aspirar el añejo olor que desprenden... me retrotrae a aquellos veranos que pasaba en casa de mis abuelos en Denia... nostalgia pura.
  De las que más me gustaron, probablemente 20.000 leguas de viaje submarino, de la que también recuerdo la espléndida película (aunque fuera producida por Disney) que fue protagonizada por James Mason, Kirk Douglas y Peter Lorre entre otros.
    A pesar de ser una producción Disney, la película se ciñe bastante a la obra de Verne, y James Mason está sublime en el papel de Capitán Nemo, con su halo de hombre cultivado que se aleja del mundo tras haber perdido a su familia de forma trágica por el malvado imperialismo británico.
  Recuerdo las novelas de Verne como verdaderos refugios ideales para aquel desgarbado adolescente que se iniciaba en todas las facetas de la vida. Esos libros sí que eran mis verdaderos amigos...

jueves, 22 de noviembre de 2012

Inciso cinematográfico: "M, el vampiro de Düsseldorf "


  Otra película dirigida por el gran Fritz Lang, protagonizada por un maravilloso Peter Lorre. "M, el vampiro de Düsseldorf" (en alemán simplemente "M") narra la caza y captura de un asesino de niñas, pero no lo hará directamente la policía, sino que ésta promoverá que sea el hampa de la ciudad quien lo haga para que se reduzca la presión policial.
  Ciertamente el argumento  no es espectacular, pero la actuación de Lorre es sublime, llega a ser un modelo a seguir en la interpretación de un villano, tanto que los nazis, en su paranoia antisemita, llegaron a incluir su actuación en aquel panfleto racista llamado "Los protocolos de los sabios de Sión" como la "capacidad de los judíos para actuar y disimular en la sociedad alemana".
  Dejando de lado la estupidez nazi, la película es una joya de esa tristemente finiquitada República de Weimar que tantos espléndidos ejemplos de creación artística dio.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Ahora leyendo: "Trauma" de Patrick Mcgrath

  La verdad es que me gustó "Spider" del mismo autor, no suelo leer narrativa contemporánea, pero de cuando en cuando no viene mal quitarse de encima a los que ya podemos considerar clásicos.
  Al igual que la anterior, los personajes tienen que ver con el mundo de la psiquiatría (parece que el propio McGrath es hijo de psiquiatra y vivió buena parte de su infancia en una casa para las familias de los directores de un centro psiquiátrico). En este caso, el psiquiatra Charles Weir es el protagonista, que promueve la sanación mental de otros, sin terminar de permitir la suya propia. Como en "Spider", mezcla la trama psicológica con la propia de un thriller, obteniendo un buen resultado,rápido pero suficientemente elaborado.

sábado, 17 de noviembre de 2012

Fragmento del tercer capítulo de mi novela: "Honrarás a tu padre"

 
3 – Sarah Löwenstein

Habían pasado ya varios días desde la muerte de su madre. Con sorprendente rapidez había arreglado tareas administrativas que consideraba penosas y tediosas: la liquidación del dinero del banco, que había supuesto unos ingresos mayores de los que había previsto; la toma de contacto con una inmobiliaria para la puesta en venta de la casa, dicha agencia parecía que se encargaría de todo y pensaban que en pocas semanas estaría vendida; y la obtención de su pasaporte y un visado de turismo para viajar a la República Federal de Alemania. Pero sin duda el cambio más importante se había producido en su interior: parecía haber superado sus dudas anteriores, ahora sabía perfectamente quién era y que quería.
Estuvo considerando que pasos que debía dar en adelante. La situación europea en 1967 no era fácil, de hecho se sorprendió con la facilidad con la que obtuvo el visado para viajar a Berlín. Supuso que sus primeros pasos en Alemania serían ir al consulado noruego y tratar de averiguar algo sobre Günther Berghoff. Sabía de la existencia de registros militares en las oficinas que años antes habían constituidos los gobiernos de ocupación estadounidense, británico y francés, y que ahora eran, al menos aparentemente, oficinas meramente diplomáticas, aunque desconocía si podría tener acceso a ellos. En cualquier caso no le preocupaba, una vez que tuvo toda la documentación necesaria, recopiló todo el dinero y cambió una fuerte cantidad en marcos alemanes.
Los preparativos parecían ir viento en popa: cuando ya había comprado el billete de Lufthansa que le habría de llevar de Oslo a Berlín, recibió una llamada de la agencia inmobiliaria informándole de la existencia de un posible comprador dispuesto a pagar en efectivo en los próximos días si se reducía algo el precio, Lars accedió y la venta de su casa se produjo con celeridad y sin problemas. Quizás no fue consciente de ello, pero al morir su madre, vender la casa y liquidar la cuenta bancaria estaba cortando el cordón umbilical con su ciudad natal.
En los días anteriores al viaje, pudo saber que la Autoridad de Control Aliado estaba en Berlín-Schöneberg. Según parecía, allí estaban los cuarteles generales desde los cuales se habían promovido la “desnazificación” de la sociedad civil alemana, investigado y elaborado una lista de criminales de guerra, disuelto el ejército del Tercer Reich y en general tratado de llevar a cabo todas las directrices salidas de la Conferencia de Potsdam. El edificio elegido había sido la anterior Corte Regional de Berlín, la Kammergericht que decían los alemanes. Allí tenían información sobre todos los miembros relevantes de las SS. Allí, pensaba Lars, tendrían completa información sobre Günther Berghoff.
Al llegar al aeropuerto de Berlín-Tempelhof, no pudo menos que sentir un escalofrío, aquel pequeño aeropuerto prácticamente rodeado por la ciudad, había sido un escenario privilegiado de las escaramuzas logísticas en plena guerra fría, de hecho seguía siendo hasta la fecha el único enlace posible que tenía Berlín occidental con el resto de la República Federal. Al bajar de su avión de Lufthansa se sorprendió de ver todavía soldados americanos en pleno año 67, casi toda Europa pensaba que Alemania Occidental había superado la posguerra, pero Berlín era un caso aparte, la ocupación allí era patente todavía.

Henry David Thoreau

  Henry David Thoreau (Massachusetts, 1817- Ibídem, 1862) ha pasado a la historia como uno de los grandes teóricos del anarquismo libertario; curiosamente ha sido vindicado desde el anarquismo de extrema izquierda y por el liberalismo capitalista, sin duda ambos extremos coincidirán en su furioso individualismo, rechazo de la violencia y de cualquier movimiento socializante.
  Para entender a Thoreau hará falta conocer sus orígenes puritanos; hoy en día se aplica el término puritano a aquéllos muy pacatos en materia de moral sexual, pero en siglos anteriores servía para denominar esa corriente religiosa protestante escindida del anglicanismo y que buscaba una mayor concordancia vital con los Evangelios en una pobreza voluntaria; también será necesario entender que sus escritos difícilmente podrían haber sido creados por un europeo de su época, necesariamente lo habría hecho un americano, alguien que no tiene excesivo apego por un Estado, un ciudadano de un país hecho por individuos libres, sin guías... o tan solo con dos, como decía aquél: "with a Bible in one hand, gun in the other"...
  Además del puritanismo y el individualismo, Thoreau destacó por ser un pensador independiente en el sentido más amplio: jamás aceptó dogmas (quiincluso ni siquiera los religiosos) y mucho menos frases hechas, pensamientos genéricos, repetidos como loros por los "grandes prohombres de la humanidad".
  Fue un defensor de la simplificación de la vida, hace más de ciento cincuenta años, verdadero profeta de los miles que hoy lo reivindicamos. Para muchos, por desgracia, ha quedado solamente como autor de un puñado de frases inolvidables, citaré unas cuantas, pero con afán de que el posible lector sea picado por la curiosidad y se adentre en la obra de este gran pensador.
  "El mayor elogio que me dedicaron en toda mi vida fue cuando alguien me preguntó que opinaba y esperó mi respuesta"
  "Los caminos por los que se consigue dinero, casi sin excepción, nos empequeñecen.
  "Un hombre puede ser muy trabajador y no emplear bien su tiempo. No hay mayor equivocación que consumir la mayor parte de la vida en ganarse el sustento"
  "Es pertinente preguntarse si Platón se ganó la vida mejor o con mejores resultados que sus contemporáneos"
  "La política es, por así decirlo, la molleja de la sociedad, está llena de arena y grava y los dos partidos políticos son sus dos mitades enfrentadas"
     

viernes, 16 de noviembre de 2012

Ahora leyendo: "Sobre una tierra ardiente" de Der Nister

  Hace unos días hablé de pasada de Der Nister ("el oculto" en yiddish, pseudónimo de Pinjas Kahanovich), ahora vuelvo con él, con una compilación de relatos breves, todos ambientados en tiempos de la "Shoah" titulado "sobre una tierra ardiente".
  Der Nister es uno de los autores claves en Yiddish, junto con Sholem Aleijem, Isaac Bashevis Singer o Itzhak Katzenelson. Describen todos ellos un mundo que fue bárbaramente borrado de la faz de Europa en el trágico siglo XX: la comunidad judía asquenazí de Europa Central y del Este. 
  Der Nister en concreto sufrió maltrato por parte de los nazis, su única hija Hodl moriría en el asedio a Leningrado, él mismo tendría que huir a Uzbekistán huyendo de los alemanes; como por parte de los comunistas soviéticos, que acabarían por deportarlo a un gulag siberiano donde moriría de enfermedad y agotamiento.
  La obra clave de Der Nister es la extensísima "la familia Máshber", quizá la más notable obra que se escribió nunca en yíddish; pero la  recopilación que ahora estoy leyendo es más clara al describir personajes muy humanos, "corrientes y molientes", que, sin hacer nada para ello, son llevados a la barbarie y la muerte por una cuestión meramente étnica o religiosa. El estilo de Kahanovich es sencillo, pudiéndose englobar dentro del realismo literario, pero influido sin duda por la literatura hebrea, tanto en la descripción de los personajes como en la inclusión de citas talmúdicas y bíblicas.
  

lunes, 12 de noviembre de 2012

Políticas modernas... y de toda la vida

  Minimizar oportunidades, recortar servicios, reducir todo, así los desgraciados -la chusma- se pegará entre sí para conseguir un mísero asiento, un triste empleo, una lamentable vivienda... Enemistándose entre sí, el populacho pierde de vista al verdadero enemigo, que queda protegido por una densa niebla. Los enemigos no son otros que aquéllos que ejercen (detentan) cualquier tipo de poder (autoridad) en la sociedad humana: reyes, gobernantes, militares, jerarcas elcesiásticos, empresarios, policías... así hasta aquéllos que tienen una parcela de poder menor: jefes, sacerdotes, profesores, maridos, padres...

sábado, 10 de noviembre de 2012

La escritura como refugio de la introversión


 
Es muy frecuente que grandes escritores del pasado y del presente sean grandes tímidos que escondían en el “negro sobre blanco” su incapacidad de transmitir sus pensamientos, deseos, temores, alegrías y ansias de forma oral. Caso conocido es el de Franz Kafka, autor genial en esa genialidad que bordea la locura; Kafka escondía su incomprensión al mundo que lo rodeaba, él mismo se sentía como su personaje de la metamorfosis: extraño, incomprendido, innecesario, mediocre y pequeño; escribiendo huía de la sociedad aria que lo reprobaba como judío, del pequeño e insignificante trabajo con el que mantenía su espartana vida, de las mujeres a las que deseaba y de las que se sabía indeseado, de los caseros de las sórdidas pensiones en las que era siempre observado con resquemor...
Borges es otro caso fácilmente observable, su incapacidad visual le abrió enormemente la visión de la sensibilidad, la capacidad de separar cuerpo y mente para alcanzar la posición del otro, para sentir en piel ajena, escapando así de la maldición a que había sido condenado por un extraño y “creativo” demiurgo todopoderoso.
Hesse retrató una importante parte de la sociedad de cualquier tiempo en su lobo estepario, es precisamente el personaje fundamental de esta obra sin par otro ser perdido, incapaz de encontrar su rol en la sociedad que lo rodea, incapaz de asumir los principios indiscutibles que ésta propugna, no dotado, en fin, de esa cualidad tan frecuente que es la sociabilidad.
La sensibilidad: esa es la característica común de los grandes literatos. Una capacidad poco frecuente en esta sociedad que premia el amor propio con esa animalidad que se nos exige para seguir alentando. El deleznable orgullo y la vanidad que raya en el onanismo nos proporcionará una vida tranquila, sin desasosiegos, sin angustias vitales, felices como seremos retozando en el lodazal de nuestra propia mediocridad; ¿para qué preocuparnos de las necesidades afectivas de otros, de sus éxitos o fracasos personales, de sus sinsabores o rotundos fracasos? En confrontación a todo esto, la capacidad de detectar el pálpito de los demás nos hará sufrir con sus derrotas y pérdidas, pero nos enriquecerá sin límites, desarrollándonos una nueva cualidad: la de sufrir en cabeza ajena; sin embargo la sensibilidad también nos facilitará un pasaje al fracaso, entendido éste como un concepto social y comúnmente asumido.
El fracaso humano y social son frecuentemente confundidos, sin distinguir que muchos individuos consideran su fracaso social como verdadera demostración de su éxito en cuanto que ser humano, distanciándose así de las mediocridades generales; por el contrario otros consideran ambos fracasos distintas caras de una misma moneda. La sonrisa cotidiana que denota, sin duda, la estupidez materializada en solo gesto, es símbolo del más rotundo éxito humano, poco importa que ese individuo sea absolutamente incapaz de sentir nada más que no sea una maravillosa admiración por su insondable mediocridad; esa sonrisa le sirve además para despreciar a aquel que sí puede estrujarse el intelecto para ver más allá de la mera apariencia, aunque esto le provoque más desasosiego que felicidad.


jueves, 8 de noviembre de 2012

Ahora leyendo: "la cripta de los Capuchinos" de Joseph Roth

  Siempre me atrajo la vida del perdedor, del controvertido, del santo y a la vez pecador... esas son características de Céline, de quien hablé en otra entrada anterior, y esas son formas propias de Roth.
  Me han gustado siempre los escritores judíos, todos, tanto los que retratan un mundo ya desaparecido (la cultura askenazí en Europa central y del Este) como Der Níster; como los judíos culturalmente asimilados que, por su doble condición, tenían una visión más rica de su sociedad; en este último caso se encuentra Joseph Roth.
  Este tipo nació en la Galitzia polaca en el seno de una familia judía no practicante, destacó muy joven en el periodismo en lengua alemana, llegando a ser alguien importante en la Viena de entreguerras; alguien verdaderamente respetado. Aún siendo un judío solo de origen, tuvo que huir de las leyes eugenésicas nazis, para las que cualquiera con el más mínimo rastro de sangre hebrea imponía la muerte segura. De la noche a la mañana, pasó de ser un puntal de su sociedad, a que se quemaran sus libros (alguno de ellos como "la marcha Radetzky" habían conocido gran éxito de público y crítica); se refugió en París donde comenzó a beber de forma brutal (destacable en ese sentido novela breve o relato, hoy ya no se sabe cuál es cuál, "la leyenda del santo bebedor").
  En sus novelas aparece el llamado "sentimiento de pérdida de patria", que convierten a sus personajes en nostálgicos evocadores de un pasado que no volverá.
  Roth morirá alcoholizado (de hecho algunos biógrafos apuntan a un "suicidio por alcoholismo"); su mujer, esquizofrénica, que vivía recluida en sanatorios mentales, será eutanasiada por los nazis en su paranoia de mejora de la raza; su familia moriría en campos de exterminio.
  Felizmente, el mundo germánico resurge de sus cenizas, culturalmente hablando, tras la guerra y la abominación del nazismo, y retoma a Joseph Roth como uno de los grandes escritores en la lengua de Goethe junto a Robert Musil o Hermann Broch.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Fragmento del segundo capítulo de mi novela "honrarás a tu padre"

 
2 - Ingrid Larssen

Le costó reconocerla. Solo habían pasado cinco años desde la última vez que la vio, pero había envejecido mucho, demasiado para alguien que todavía no había cumplido los cincuenta. El escaso pelo gris caía lacio, sin vida. Nunca había sido gorda, pero ahora estaba demacrada, los pómulos se marcaban en su piel como si fueran una calavera, solo los grandes ojos azules parecían no haber cambiado. Una sonrisa desdentada le dio la bienvenida.
  • Mi niño bonito, mi niño bonito. -Fue lo único que acertó a balbucear mientras alargaba sus cadavéricos brazos hacia él.
Lars se acercó con frialdad, no sabiendo muy bien que hacer... Finalmente se sentó en su cama y le dio un formal beso en la frente. Ella le sonrió en respuesta.
  • Acércate un poco más, quiero tocar tu cara. Eres todo un hombre.
Su madre y él se separaron cuando tomó aquel empleo en la compañía naviera de la que se acababa de despedir. Nunca tuvieron una gran relación. Lars fue hijo póstumo, e Ingrid tuvo que trabajar duro para poderlo sacar adelante. Trabajaba como limpiadora en un edificio gubernamental y por las tardes limpiaba casas para poder redondear el sueldo; cuando llegaba a casa estaba tan agotada físicamente que apenas podía ocuparse de su hijo, así este creció en práctica orfandad, vigilado por vecinas y con los libros de la biblioteca pública como sus mejores amigos. Cuando se separaron, Lars no sintió un gran dolor, quizás algo de remordimiento por abandonar a quien se había desvivido para darle un futuro.
  • ¿Cómo estás? ¿Estás cómoda aquí? -Al decir esto miró mecánicamente a las otras dos pacientes de la habitación, dos mujeres de edad y aspecto semejante a su madre que, sin duda, se alegraban de tener espectáculo gratis con la visita de su compañera de infortunio.
  • Bien, estoy bien. Un poco cansada, eso es todo.
En ese momento entró un médico, que, seriamente, se dirigió a Lars.
  • ¿Es usted el hijo de Ingrid Larssen?
  • Sí, yo soy.
  • Acompáñeme un momento, por favor.
Le siguió maquinalmente hasta el pasillo, donde se volvió hacia él.
  • Le supongo al corriente de la gravedad del estado de su madre.
  • Sí, pero no conozco los detalles.
  • Verá, su madre padece lo que se llama un carcinoma mamario, cáncer de mama es más conocido. Hemos estudiado el tumor y hemos encontrado metástasis -otros nódulos tumorales- en pulmón e hígado. Es totalmente inoperable.
A pesar de lo conocido, no pudo reprimir un escalofrío. La jerga médica siempre le alteró el animo, la enumeración fría y sistemática de la enfermedad le parecía totalmente deshumanizada.
  • ¿Se puede hacer algo?
  • Me temo que no. El grado de debilidad es extremo, y el desenlace se producirá en breve. Cuando días atrás le preguntamos si tenía algún pariente nos habló de usted, por eso le convencimos de que le llamara. Por otra parte parece que tiene algo importante que decirle. En administración le podrán indicar que pasos se han de dar con el papeleo. Lo siento mucho.
  • Gracias. -Respondió mecánicamente mientras el médico se daba la vuelta y se alejaba por el pasillo.

martes, 6 de noviembre de 2012

Carta abierta a un maltratador


Mi muy despreciado maltratador:

Como bien sabes, hace ya cuatro meses que rompí tus grilletes, cuatro meses que decidí recomenzar mi vida, cuatro meses que la sonrisa volvió a aflorar en mi rostro. Reconozco que me ha costado romper la tela de araña que con tanto esmero tejiste en torno a mí y en la que yo me sentía tan cómoda, tan “protegida” al principio; sí, me ha costado mucho entender que no es que me quisieras mucho y me sobreprotegieras sino que me querías sólo para ti como se quiere una cosa, por fin entendí que cuando me pegabas, no era que las responsabilidades y el stress te hiciera perder los papeles, no, era simplemente que querías humillarme más aún, cosificarme, reducirme a ser un simple mueble de la casa.
Hoy hace cuatro meses que decidí dejar de ampararte y encubrirte, de maquillarme los moratones y decir que me había golpeado con una puerta para disimular tus golpes. Desde hace cuatro meses entiendo que no eres más que un pobre diablo que trata de conseguir la seguridad que le falta a base de golpear, humillar y vejar a quien le alimenta, lava su ropa, limpia su casa... Desde hace cuatro meses vuelvo a vivir mi propia vida, sin que tú me digas lo que debo o no hacer; he vuelto a recuperar a mis amigos, sí... ¿te acuerdas de que antes de conocerte yo tenía mi propio grupo de amigos?, sí, seguro que te acuerdas, ya que fuiste tú el que se encargó de separarme de ellos y de mi familia, para aislarme del mundo y tenerme más a tu merced si aún cabe.
Exactamente, en fin, hace cuatro meses que vuelvo a ser una persona independiente, muy válida y capaz, yo, que me sentía tan poca cosa y dependiente de ti; hoy sonrío abiertamente y miro cara a cara a la vida con energías renovadas, hoy, en definitiva, comienzo a vivir.


Sin afecto alguno, ya no tuya:


lunes, 5 de noviembre de 2012

Inciso cinematográfico: "Der Verlorene"

  A pesar de ser éste un blog literario, también incluiré alguna reseña cinematográfica de películas que me han marcado en algún modo...
  Del cine que siempre me apasionó, escojo las películas que se produjeron en aquella llamada República de Weimar, esto es, la Alemania de entreguerras. Fue una época socialmente convulsa que nació en la brutalidad de la Gran Guerra, para morir en la atrocidad de la Segunda Guerra Mundial; sin embargo, fue muy productiva en el ámbito creativo... Concretamente en el cine, se desarrolló el llamado "expresionismo alemán": títulos inigualables como "Nosferatu", "el gabinete del doctor Caligari", "Metrópolis"... han dejado huella en el cine hasta nuestros días; directores de la calidad de Fritz Lang y maravillosos actores como Peter Lorre.
  "Der Verlorene" no fue rodada en aquel periodo, sino en 1951, en plena posguerra, no obstante participa de aquel movimiento artístico nacido en el periodo anterior. 
  Peter Lorre (nacido como Lazslo Löwenstein) había dejado a medio mundo atónito con su interpretación en "M, el vampiro de Düsseldorf"; después había huído a Estados Unidos, donde formaría parte fundamental del elenco actoral de joyas como "el halcón maltés" o "Casablanca". Volvió a Alemania para dirigir y actuar en esa película escrita por el mismo: "Der Verlorene", traducida al español como "el hombre perdido".
   "Der Verlorene" narra la vida de un médico de la Alemania nazi, un hombre perdido y atribulado por la culpa. Se vio obligado a asesinar y como consecuencia se desquició, hundiéndose en el alcohol y la depresión... La película es muestra excelente del asombroso poder interpretativo de uno de los mejores actores de todos los tiempos; sin embargo, Lorre no consigue exprimir el máximo jugo a su criatura: el guión (siendo francamente bueno y con muchas posibilidades) acaba siendo desaprovechado hasta el punto de que a alguien no versado en cine clásico le puede parecer anodino; la dirección tampoco saca partido, le falta fuerza, continuidad... (sin embargo la fotografía es excelente, recordando en muchos momentos el ambiente angustioso propio de las películas expresionistas). Para todos aquellos que admiramos a Peter Lorre, la obra es una joya inigualable, un regalo de aquel actor maldito que tantas horas de genialidad nos ofreció.