A pesar de ser éste un blog literario, también incluiré alguna reseña cinematográfica de películas que me han marcado en algún modo...
Del cine que siempre me apasionó, escojo las películas que se produjeron en aquella llamada República de Weimar, esto es, la Alemania de entreguerras. Fue una época socialmente convulsa que nació en la brutalidad de la Gran Guerra, para morir en la atrocidad de la Segunda Guerra Mundial; sin embargo, fue muy productiva en el ámbito creativo... Concretamente en el cine, se desarrolló el llamado "expresionismo alemán": títulos inigualables como "Nosferatu", "el gabinete del doctor Caligari", "Metrópolis"... han dejado huella en el cine hasta nuestros días; directores de la calidad de Fritz Lang y maravillosos actores como Peter Lorre.
"Der Verlorene" no fue rodada en aquel periodo, sino en 1951, en plena posguerra, no obstante participa de aquel movimiento artístico nacido en el periodo anterior.
Peter Lorre (nacido como Lazslo Löwenstein) había dejado a medio mundo atónito con su interpretación en "M, el vampiro de Düsseldorf"; después había huído a Estados Unidos, donde formaría parte fundamental del elenco actoral de joyas como "el halcón maltés" o "Casablanca". Volvió a Alemania para dirigir y actuar en esa película escrita por el mismo: "Der Verlorene", traducida al español como "el hombre perdido".
"Der Verlorene" narra la vida de un médico de la Alemania nazi, un hombre perdido y atribulado por la culpa. Se vio obligado a asesinar y como consecuencia se desquició, hundiéndose en el alcohol y la depresión... La película es muestra excelente del asombroso poder interpretativo de uno de los mejores actores de todos los tiempos; sin embargo, Lorre no consigue exprimir el máximo jugo a su criatura: el guión (siendo francamente bueno y con muchas posibilidades) acaba siendo desaprovechado hasta el punto de que a alguien no versado en cine clásico le puede parecer anodino; la dirección tampoco saca partido, le falta fuerza, continuidad... (sin embargo la fotografía es excelente, recordando en muchos momentos el ambiente angustioso propio de las películas expresionistas). Para todos aquellos que admiramos a Peter Lorre, la obra es una joya inigualable, un regalo de aquel actor maldito que tantas horas de genialidad nos ofreció.
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