viernes, 22 de diciembre de 2023

"Poetry Is...", by Grant Snider. (www.incidentalcomics.com)

 

Image taken from the site www.incidentalcomics.com

Inciso musical: concierto de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León dirigida por Elim Chan. Obras de Anna Clyne, Franz Liszt y Stravinski.

  Sexto concierto de abono de la temporada de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, que en esta ocasión (y habrá otras, pues es la directora invitada para la temporada 2023-2024) está dirigida por la directora hongkonesa Elim Cham. El programa de hoy lo tiene todo: brillante música culta contemporánea, melodías románticas a piano y la espectacularidad sinfónica de Stravinski.
 Igual que Cham es directora invitada, Anna Clyne es la compositora invitada para la temporada. Por ello es la segunda obra que se disfruta, y será representada otra vez. Esta noche escuchamos This Midnight Hour (Esta medianoche), una composición de quince minutos de una notable brillantez. Según parece, la compositora londinense se inspiró en un poema de Juan Ramón Jiménez y otro de Baudelaire para componerla. La del andaluz es el titulado La música, que es este breve texto:

¡La música;
-mujer desnuda,
corriendo loca por la noche pura!-

 Por su parte, el poema del francés es el titulado Harmonie du Soir, incluido en su famosísimo Las flores del mal y su primera estrofa es la siguiente:

He aquí que llega el tiempo en que vibrante en su tallo
Cada flor se evapora cual un incensario;
Los sonidos y los perfumes giran en el aire de la tarde.
¡Vals melancólico y lánguido vértigo!

 Es una composición harto extraña, dividida en dos mitades: la primera con unos choques armónicos brutales, que rozan la atonalidad; la segunda parte es más convencional, con unas oleadas sonoras que dan esa brillantez de la que antes hablaba.
 Después una de las obras más reconocibles de Franz Liszt, el Concierto para piano nº 1 en Mi bemol mayor. El virtuoso ha sido esta noche el pianista ruso Alekxéi Volodin, que ha conseguido levantar al público de sus asientos en un aplauso que se ha prolongado varios minutos. De todas formas, a pesar del protagonismo del piano, el propio Liszt lo consideró un concierto sinfónico, pues la orquesta no es en absoluto una mera acompañante. Como buena obra de compositor romántico, el Concierto para piano nº 1 contiene verdaderas acrobacias pianísticas, pero también melodías arrebatadoras y apasionadas. El resultado final es una obra completa, total.
 Y, hablando de obra completa y total, tras el descanso toca el Pájaro de fuego de Ígor Stravinski. Siendo un ballet, uno podría esperar que las necesarias imágenes que proyectan los bailarines se echarían de menos, restando gran espectacularidad a la música, pero ésta es tan apabullante que no se echa en falta en absoluto las imágenes visuales de la danza. Y es que Stravinski crea una obra en la que no hay punto débil. Cabe decir que todas las familias instrumentales tienen su protagonismo: el viento metal es dominante por momentos, pero luego la melosidad del viento madera toma su importancia, sin desmerecer la omnipresencia de la cuerda y, por supuesto, la espectacularidad de la percusión. Es, ya digo, una obra total, envolvente y sugerente que pinta ideas en la cabeza del espectador sin necesidad de imágenes. En esta ocasión, la OSCyL ha estado acompañada por miembros de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León Joven, músicos ya suficientemente preparados que tan sólo son simplemente más jóvenes. La representación que dirige Elim Cham la vuelve más espectacular cuando sitúa a músicos de viento metal en las esquinas del auditorio, entre el público, consiguiendo un efecto estéreo mucho más impresionante.
 En fin, un concierto para disfrutar de la deslumbrante labor de una orquesta sinfónica. Reconozco que, por mi carácter, disfruto más del intimismo de la música de cámara, pero no puedo negar la fastuosidad sinfónica.

Solsticio de invierno

 

Brueghel "el Joven", Pieter. (1601). Paisaje nevado con patinadores y trampa para pájaros. Óleo sobre tabla. Museo del Prado. Madrid.
Imagen tomada del sitio www.museodelprado.es

Salmo 103

 Dios ama y perdona
1 De David.
Bendice, alma mía, al Señor, | y todo mi ser a su santo nombre.
2 Bendice, alma mía, al Señor, | y no olvides sus beneficios.
3 Él perdona todas tus culpas | y cura todas tus enfermedades;
4 él rescata tu vida de la fosa, | y te colma de gracia y de ternura;
5 él sacia de bienes tus días, | y como un águila | se renueva tu juventud.
6 El Señor hace justicia | y defiende a todos los oprimidos;
7 enseñó sus caminos a Moisés | y sus hazañas a los hijos de Israel.
8 El Señor es compasivo y misericordioso, | lento a la ira y rico en clemencia.
9 No está siempre acusando | ni guarda rencor perpetuo;
10 no nos trata como merecen nuestros pecados | ni nos paga según nuestras culpas.
11 Como se levanta el cielo sobre la tierra, | se levanta su bondad sobre los que lo temen;
12 como dista el oriente del ocaso, | así aleja de nosotros nuestros delitos.
13 Como un padre siente ternura por sus hijos, | siente el Señor ternura por los que lo temen;
14 porque él conoce nuestra masa, | se acuerda de que somos barro.
15 Los días del hombre duran lo que la hierba, | florecen como flor del campo,
16 que el viento la roza, y ya no existe, | su terreno no volverá a verla.
17 Pero la misericordia del Señor | dura desde siempre y por siempre, | para aquellos que lo temen; | su justicia pasa de hijos a nietos:
18 para los que guardan la alianza | y recitan y cumplen sus mandatos.
19 El Señor puso en el cielo su trono, | su soberanía gobierna el universo.
20 Bendecid al Señor, ángeles suyos, | poderosos ejecutores de sus órdenes, | prontos a la voz de su palabra.
21 Bendecid al Señor, ejércitos suyos, | servidores que cumplís sus deseos.
22 Bendecid al Señor, todas sus obras, | en todo lugar de su imperio. | ¡Bendice, alma mía, al Señor!

lunes, 18 de diciembre de 2023

"Hamlet", de William Shakespeare.

  La tragedia existencialista por excelencia. ¿Quién no ha declamado en broma alguna vez aquello del Ser o no ser, esa es la cuestión? Sin embargo, leyéndola en el siglo XXI no me queda tan claro por qué es la obra más famosa de todos los tiempos. Quiero decir, no acabo de encontrar el vínculo con el hombre corriente contemporáneo. Vamos, está claro que es atemporal, los sentimientos que explora (la concepción trágica de la vida, la traición, la venganza, la muerte, el suicidio...) acompañan al hombre desde que el australopithecus se bajó del árbol y lo acompañarán hasta que se aniquile a sí mismo, pero siento más cercano a Quijote o a Sancho (y no creo estar pecando de patrioterismo cultural), pues sus vidas se asemejan más a las nuestras, sus decisiones y aventuras son más extrapolables a cualquier época y lugar. Supongo que el hecho de que el inglés se haya erigido como la koiné, la lengua franca de nuestro tiempo ha tenido mucho que ver; eso, unido a que todo estudiante anglófono ha de leerla, estudiarla y, frecuentemente, representarla, hace que forme parte de la cultura popular universal. 
 Es un drama en cinco actos, muy desiguales en longitud entre sí, con acelerones y ralentizaciones en su tempo (así lo he sentido yo). Como dicen sus estudiosos, esta obra también acaba con unas líneas anticlimáticas que rebajan la tensión anterior, en este caso, tras las trágicas muertes de Hamlet, Laertes, Claudio y Gertrudis, todo acaba con una conversación más trivial entre Horacio y Fortimbrás.
 Argumento. Acto I: se presentan todos los personajes, el príncipe Hamlet, hijo del recientemente fallecido (asesinado) rey Hamlet; Horacio, su amigo y confidente, símbolo de cordura y sensatez; Claudio, rey de Dinamarca, asesino de su hermano Hamlet; Gertrudis, reina, casada con el asesino de su marido; Polonio, chambelán y verdadero hombre fuerte del reino; Laertes, hijo de Polonio y aspirante al trono; Ofelia, hermana de Laertes y enamorada de Hamlet; así como otros personajes secundarios. También se aparece el fantasma del rey asesinado, principalmente a Horacio y a Hamlet a quienes informa de cómo fue asesinado por su hermano Claudio al verter un veneno en su oído mientras dormía.
 Acto II: Se muestra al chambelán Polonio como un intrigante maquiavélico que controla a todos en Elsinor. Hamlet, monologa sobre el sentido de la existencia, la brevedad de la misma y la estupidez de la ambición humana. Por contraposición, Claudio, Gertrudis y Polonio tratan a Hamlet de loco, y maquinan apartarlo de la corte enviándolo a Inglaterra. Esta alternancia entre locura y melancolía de Hamlet se desarrolla durante toda la obra, siendo el propio príncipe quien la alimenta comportándose de modo irónico y descabellado.
 Acto III: Continúan las maquinaciones; Hamlet expone su famosísimo soliloquio, monólogo teatral por excelencia del que antes hablaba. Luego, Ofelia y Hamlet se encuentran, insinuándose ésta y rechazándola aquél. Unos actores llegan a la corte danesa y  Hamlet les da un drama para que lo representen que es, en realidad, lo ocurrido en el castillo de Elsinor. Los reyes deciden enviar a Hamlet a Inglaterra, desembarazándose así de su amenaza; en la conversación entre Gertrudis y Polonio, éste abronca a la reina y se esconde tras unos tapices al llegar Hamlet. Hamlet, trata de incestuosa a su madre, ésta pide socorro a gritos, saliendo Polonio en su ayuda, momento en que Hamlet apuñala mortalmente al chambelán.
 Acto IV: La locura de Hamlet es el tema principal en el castillo. El príncipe se comporta como un enajenado delante de su tío, el rey, iniciando otro soliloquio sobre la futilidad de la existencia. Hamlet es enviado a Inglaterra mientras los hijos de Polonio encajan muy diferentemente la muerte de su padre, Laertes se muestra iracundo y vengativo, mientras Ofelia queda absorta y enajenada. Horacio recibe noticias sobre Hamlet, su barco ha sido atacado por piratas y vuelve a Dinamarca. Claudio y Laertes planifican la venganza, planeando matar a Hamlet por diferentes métodos. Ofelia, trastornada, se suicida ahogándose en un cenagal.
 Acto V: Los enterradores de Ofelia se burlan de los nobles al tener estos el mismo fin que los campesinos; Hamlet se reúne con los enterradores y encuentran la calavera de Yorick, el bufón; de nuevo otro monólogo sobre la vida (sic transit gloria mundi). La última escena es la resolución trágica al conflicto: Laertes se ha de batir en duelo con Hamlet, será a la primera sangre (no a muerte); pero Claudio tiene otro plan: trae vino para que beba Hamlet tras ganar a Laertes, pero lo ha envenenado, además, ha impregnado en veneno los dos floretes del duelo. Tras haberse herido superficialmente los contendientes, Gertrudis bebe sin saber del vino envenenado, muriendo rápidamente. Hamlet, herido y emponzoñado, descubre el plan de Claudio, y lo mata de una estocada. Finalmente mueren Laertes y Hamlet.
 Hay que recordar que ya en tiempos de Shakespeare las representaciones teatrales eran para todo tipo de público, desde los nobles y burgueses que iban a palco al resto de los mortales que iban a localidades de a pie, digo esto porque hoy podemos equivocarnos y pensar que las tragedias shakesperianas eran obras áureas destinadas a las clases superiores, cuando, en realidad, la plebe también era espectadora. Por ello, aunque se desarrollen mayoritariamente sus acciones en altos palacios reales, son obras entendibles por todos. Fue quizá la gran aportación (además de los personajes y obras inmortales, claro) del teatro renacentista inglés (teatro isabelino lo llaman ellos), que fue un teatro sin clases que funcionó como un verdadero nivelador social que alcanzaba de los príncipes a los campesinos. Hoy sigue tan en boga como hace quinientos años, sirviendo como verdadera piedra de toque a la existencia y pensamientos humanos.

domingo, 17 de diciembre de 2023

Fragmento de la escena III, acto IV de "Hamlet", de William Shakespeare.

 Como sabéis, el gusano es el auténtico emperador de la dieta. Nosotros cebamos animales para cebarnos a nosotros, y nos cebamos a nosotros para cebar a los gusanos. Un rey gordo y un flaco mendigo no son sino mesa variada, dos platos, para un mismo mantel. Ese es el fin de todo.

viernes, 15 de diciembre de 2023

"El mundo de cristal", de J. G. Ballard.

  Me encanta descubrir autores nuevos para mí, adentrarme en obras prolíficas como quien se adentra en una selva virgen... Así he encontrado autores poco conocidos por el gran público pero que son verdaderas joyas en bruto. Bien, James Graham Ballard no entra en ese grupo. De este tipo sabía muy poco: que es autor de una novela autobiográfica llamada Empire of the Sun (literalmente traducida al español como El imperio del sol) que fue después llevada al celuloide por Steven Spielberg; también es autor de una novela cuya adaptación cinematográfica fue más famosa que el texto original, Crash, (creo, por cierto, que esta película dirigida por Cronenberg es la peor película que he visto jamás); y, por último, que tuvo un cierto éxito en su país como autor de novelas de ciencia-ficción, principalmente distopías catastrofistas. En este último grupo se encuentra la novela que reseño. Tirando de biblioteca pública para que no sea gravoso para mi bolsillo, no encontré la autobiográfica, la de Crash ni se me pasó por la cabeza coger, así que me decidí por una que no tenía muy mala pinta, ésta:
 Y, por lo que he sacado en consecuencia tras leerla, me equivoqué. Es francamente mala.
 Argumento: Un tal doctor Sanders, vicedirector de una leprosería en la jungla de Camerún, se adentra en la misma para visitar a unos amigos, también europeos, que dirigen otra leprosería más dentro de la selva por la que sólo se puede avanzar por vías fluviales. Pero ahora parece que todo está cambiado: hay una extraña luz que parece emanar de la frondosa vegetación; en realidad es la propia luz solar que se escinde en los colores del arcoíris puesto que toda superficie vegetal se está recubriendo por cristales. Sin que se sepa cómo, cualquier objeto que esté en contacto con esas plantas se recubre poco a poco de cristales, pero no cristales cualquiera, sino cristales preciosos como diamantes, rubíes, zafiros o esmeraldas. Los animales e incluso los humanos tampoco parecen escapar a esta suerte de maldición semejante a la del rey Midas. En esta situación, la codicia anida en el corazón de los hombres y son varios, entre ellos el propietario de una mina, Thorensen, los que ya calculan por millones sus beneficios. Edward Sanders, el protagonista, hará un viaje de ida y vuelta a esa jungla que se está cristalizando, escapando él mismo de milagro de convertirse en un objeto de decoración...
 Y eso es todo. El argumento es tan ligero que parece la trascripción de una pesadilla nocturna que no valdría ni para un concurso de relatos de Bachillerato. No hay un final contundente ni siquiera definido. Los personajes están muy deficientemente desarrollados, lo cual los hace inverosímiles.
 En fin, una novela flojísima. Es la primera (y, claramente, la última) novela que leo del tal Ballard, quizá haya elegido mal y tenga otras narraciones de más calidad. Digo esto para no ser totalmente injusto. En todo caso, no aconsejo su lectura.

miércoles, 13 de diciembre de 2023

"Snuff", una novela del Mundodisco, de Terry Pratchett.

  Trigésimo novena novela (y antepenúltima) de la serie literaria del Mundodisco; perteneciente al llamado "arco argumental" de la Guardia de la ciudad, con Samuel Vimes como protagonista principal. De nuevo, como siempre en Pratchett, el argumento, de fantasía pura, es lo de menos, los temas por el contrario son lo importante. Son alegorías sobre nuestra sociedad, tratada siempre con humor irónico para denunciar sus estupideces y sinsentidos. Así, los personajes habituales (trasgos, enanos, trolls, hombres lobos, vampiros o humanos) son en realidad personajes propios de la sociedad humana, con sus pequeñas virtudes y sus inmensos defectos. Pero, claro, también se puede leer de forma superficial, sin llegar a entender esto, con lo cual estaríamos ante narrativa de fantasía sin más. La mayor parte de los lectores se encontrarían en este caso y son los que calificarían las novelas de Pratchett como "literatura juvenil". No estoy en contra de esa lectura, cabe todo, pero se están perdiendo el divertidísimo guiño que hace el autor inglés a los lectores adultos.
 El argumento de Snuff es el siguiente: el comandante de la Guardia de Ankh-Morpork, Samuel Vimes, es un adicto al trabajo. Su esposa, lady Sybill trata de alejarlo temporalmente del despacho (aunque el comandante es más de patear las calles) y llevárselo a la mansión familiar en el campo, con todos sus sirvientes y protocolos. Vimes es ajeno por origen familiar a su nueva situación social, no lleva bien eso de tener sombras que tratan de atender sus más mínimos deseos, mayordomo, chófer, limpiadoras... pero no tiene más remedio que aceptarlos. Con todo, lo que peor lleva es no ejercer de policía, algo que lleva en la sangre; así que, como sin quererlo, empieza a indagar que se cuece por esos andurriales campestres, que siempre parecen estar en calma pero ocultan grandes tragedias. En efecto, acaba por toparse con un cadáver, pero no con un asesinato (de primeras), pues el cuerpo es de un trasgo, criatura que no es considerada humana y por tanto carente de derechos. Ayudado por su mayordomo Willikins, Vimes va tirando del hilo y acaba por descubrir que los trasgos son capturados y llevados en infectos barcos a la región de Howondalandia para que trabajen como esclavos en las plantaciones de tabaco. Por otro lado, el comandante descubre que los trasgos, aun siendo seres sucios y primitivos, son capaces de tener sentimientos y crear belleza e incluso arte. El negocio del tabaco da pingües beneficios a la nobleza y burguesía locales, que son los primeros interesados en mantener a los trasgos como animales irracionales. Finalmente, Sam Vimes liberará a los trasgos esclavizados y promoverá la inclusión de esa especie entre los seres sapientes con derechos.

 Con ese argumento es evidente que los temas tienen que ver con el respeto al diferente, la esclavitud, los derechos humanos universales... Es fácil ver relaciones entre los trasgos raptados y esclavizados en plantaciones de tabaco y los negros que, en siglos pasados, eran igualmente raptados en África y esclavizados en plantaciones de algodón en América; igualmente es fácil ver relaciones de las discusiones sobre si los trasgos son merecedores de respeto y derechos con las discusiones que hubo en siglos anteriores sobre si los indios americanos eran hijos de Dios y, por tanto, también merecedores de respeto y derechos.
 Así, como antes decía, todo es una alegoría de la sociedad humana, con un sentido del humor muy fino que nos permite pensar y mejorar como personas mientras nos divertimos al leerlo.

sábado, 9 de diciembre de 2023

Inciso cinematográfico: "A Double Life", dirigida por George Cukor en 1947.

  A Double Life es una película para amantes del teatro y el cine, para espectadores avezados que conocen sobradamente argumentos y temas de obras de teatro clásico como Othello. Es también, quién lo duda, una película para lucimiento de actor protagonista; es curioso, porque George Cukor fue siempre considerado un gran director para actrices (sobre todo para Katherine Hepburn, quien consiguió sus mejores papeles en películas suyas), pero en ésta el protagonismo arrollador es para Ronald Colman. Pero la intensa relación entre el cine y el teatro, o, mejor dicho, en el teatro dentro del teatro es el argumento principal. Podría decirse que es una película "metateatral", pues es una cinta cuyo objeto final es el teatro. Es por ello que aquellos que gusten del teatro clásico (especialmente el shakesperiano, claro) disfrutarán por partida doble, ya que el actor protagonista, Colman, está extraordinario.
Imagen tomada del sitio www.imdb.com
 El argumento, en pocas palabras, es el siguiente: una pareja de célebres actores, Anthony "Tony" John (Ronald Colman) y Brita (Signe Hasso), tienen problemas conyugales debido al excesivo celo que pone él en sus actuaciones, creyéndose el personaje representado hasta el punto de convertirse en él, con todas sus características, sus virtudes y defectos. En el momento inicial, Tony está representando una comedia ambientada en aquel presente, con lo que su carácter es así mismo alegre y despreocupado, lo cual le granjea el aprecio y cariño de toda la troupe. Pero todo cambia cuando recibe la oferta de un poderoso productor teatral para interpretar a Othello, el Moro de Venecia, del bardo inmortal de Avon, mientras que su exmujer, Brita, interpretaría a Desdémona. Aquí es donde se aprecia que la película es "metateatral", pues buena parte de su metraje está dedicado a las escenas principales (sobre todo la del último acto, en el que, loco de celos, Othello acaba estrangulando a Desdémona y, tras comprender la intriga de la que había sido objeto, se suicida). Tony está espléndido en el papel de Othello, lo cual provoca un éxito sin precedentes y que la obra se siga representando durante años. Pero, poco a poco, Tony se va impregnando de Othello, o, mejor dicho, Othello se va apoderando de Tony. La pareja de actores se ha reconciliado, por otro lado, y vuelven a cohabitar. Así, la pareja vuelve a serlo por partida doble, tanto en la vida real (Tony-Brita) como en el escenario (Othello-Desdémona). Las pasiones arrebatadas del Moro de Venecia se van apoderando de él, todo lo relativo con Venecia, de hecho, acaba incluso entrando de forma casi maquinal a un humilde restaurante italiano llamado como la ciudad trasalpina en el que flirtea con una camarera llamada Pat (Shelley Winters). La relación con ella es tormentosa, llegando incluso a la intimidad de su humilde apartamento. Cuando están a punto de representar la obra trescientas veces, Tony ya está convertido en Othello a todas horas, en la escena final, el actor sobreactúa y casi estrangula a Brita (Desdémona) en la escena del "beso de la muerte". Trastornado, Tony abandona el teatro al finalizar la obra y va en busca de Pat, la camarera, tras una velada en la que el Moro de Venecia es quien lleva la rienda, el actor estrangula y mata a Pat. La policía, prejuzgando a un famoso actor que, aparentemente, no se vería nunca involucrado en el asesinato de una pobre camarera casi anónima, desestima a Tony como asesino, pero el agente de prensa del productor teatral (que, parcialmente, tomaría el papel de Casio en la obra shakesperiana), conociendo la tendencia del actor a convertirse en la vida real en su personaje, sospecha de él. Finalmente, para que se cumpla la conversión absoluta del actor en el personaje, en una representación, Tony cambia el cuchillo de atrezo con el que ha de fingir su suicidio por uno real, acuchillándose en la realidad en el escenario, muriendo poco después.
Imagen tomada del sitio www.rottentomatoes.com
 En fin, ya digo, todo muy "metatetral", el teatro dentro del cine... Aquéllos que no estén interesados por el teatro clásico, que nunca hayan leído a Shakespeare les parecerá un tanto pesado, pero disfrutando del teatro, se aprecian todos los detalles del mismo, la fidelidad de la película a la obra de teatro de Shakespeare, la verosimilitud de las escenas entre bambalinas, las labores de todos los trabajadores del teatro...
 Y luego está, como también dije, la inmensa labor de Ronald Colman, pues es una película para lucimiento de actor. Colman fue uno de los pocos actores que supieron adaptarse al cambio del cine mudo al sonoro, pues tuvo varios éxitos en el primero, tanto en Inglaterra como en Estados Unidos, y, ya en el segundo país, tuvo gran notoriedad en el sonoro, con memorables películas como Horizontes perdidos, El prisionero de Zenda, Niebla en el pasado o La vuelta al mundo en ochenta días. En A Double Life (Doble vida fue traducida en español) se puede apreciar el lento pero inexorable cambio que el actor sufre, adquiriendo las violentas pasiones, sobre todo los celos, de Othello. Los primeros planos son muy frecuentes, mostrando esas pasiones en los gestos desmedidos del actor que está siendo devorado por su personaje.
 Una gran película, otra más de un grande de Hollywood como George Cukor, capaz de sacar petróleo de sus actores.

sábado, 2 de diciembre de 2023

Inciso musical: concierto de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León dirigida por Pablo Rus Broseta. Obras de Bartók, Ligeti y Kodály.

  Quinto concierto de abono de la temporada 23-24. La OSCYL está hoy dirigida por el joven pero prestigioso director valenciano Pablo rus; la violinista solista invitada es la noruega Vilde Frang, quien se hará cargo del Concierto para violín Nº 2 de Bartók. Hoy toca un monográfico húngaro, algo que podría parecer sorprendente si se atiende a la población del pequeño país centroeuropeo, que, contando todo el país magiar y los étnicamente húngaros en Rumanía y otros países limítrofes, apenas superan hoy los diez millones de almas. Pero, claro, hemos de tener en cuenta la privilegiada situación geográfica de Hungría, verdadera encrucijada entre el mundo germánico (con la enorme influencia austríaca, país de Mozart, los Strauss, Mahler, Haydn, Bruckner y una celestial pléyade de compositores), el mundo balcánico (con su influencia turca, palpable en cada pentagrama) y, por supuesto, su propio acervo cultural (influenciado notablemente por la música popular judía). Todo ello lleva a ese pequeño país centroeuropeo a una producción musical verdaderamente apabullante a lo largo de los siglos. Bien, pues el concierto de hoy recoge a los tres compositores húngaros más famosos de todos los tiempos: Bela Bartók, Zoltán Kodály y György Ligeti.
 Del mayor genio de la música húngara, Bela Bartók, la OSCYL escoge dos obras muy diferentes, pertenecientes, claramente, a dos periodos del autor. La primera, "Magyar Képek" (Bocetos húngaros) fue compuesta a principios del siglo XX, cuando el Romanticismo musical todavía coleaba entre los grandes compositores, sobre todo en la forma del llamado "nacionalismo musical" (mira, el único nacionalismo que no me desagrada), que incluía melodías y ritmos propios de cada país en composiciones más nobles (habría que incluir en esa corriente a los geniales Albéniz, Granados, Turina, Falla o Rodrigo entre nuestros compatriotas, o a los Dvorák, Smetana, Sibelius, Grieg, Músorgski o Rimsky-Kórsakov, ¡casi nada!). Y también habría que incluir a la primera época de Bartók. Bocetos húngaros es una pequeña obra grandiosa (valga el oxímoron), con unas melodías que acarician el alma, preñadas de danzas y melodías populares húngaras. Como corresponde a esta época, los movimientos no son nombrados en función de su tempo (andantino, allegro, adagio...), sino con las melodías y danzas que las inspiraron. En el caso de "Magyar Képek", los movimientos son: Una noche en la aldea, La danza del oso, Melodía, Un poco achispado y Danza del porquero. Como es habitual, las danzas y ritmos bailables son los más atractivos, principalmente por la exitosa combinación de música culta y música popular (o, mejor dicho, la música popular interpretada por orquestas sinfónicas).
 Pero, hete aquí, que el bueno de Bela no era un ser continuista, sino amante de la experimentación, además de un hombre de su tiempo, claro. Como consecuencia, a partir de los años treinta del pasado siglo comenzó a experimentar con un método de composición muy en boga en la época: el dodecafonismo. El dodecafonismo, ya se sabe, fue una verdadera revolución en la música culta occidental; quizá la más radical. Suponía sustituir el tonalismo, estructura básica de toda composición musical hasta el momento que implica jerarquía de una nota (tónica) sobre otra , por una igualdad absoluta entre notas. El resultado, a mi entender, es una música descabalada y estresante a más no poder. Bien, el Concierto para violín Nº 2 de Bela Bartók no es propiamente dodecafonista, pero sí incluye temas de doce tonos en el primer y el tercer movimiento. Esto rompe la eufonía natural y crea un ambiente discordante que, desde luego, no es de mi agrado. Con todo, la obra tiene momentos brillantes en las que el violín solista ha de esforzarse de manera extraordinaria. La joven violinista noruega Vilde Frang cumple las expectativas con una sobresaliente interpretación que levantó al público de sus asientos.
 La segunda mitad del concierto es para los otros dos compositores húngaros por antonomasia. György Ligeti, de una generación larga posterior a Bartók (falleció octogenario hace menos de veinte años), parece que tuvo a éste como gran fuente de inspiración. La influencia de la música popular de su región de nacimiento y crianza, Transilvania, tuvo una enorme influencia en su música. Aquella región, al margen de las leyendas que dieron lugar a una rica narrativa de terror, estaba poblada por húngaros, rumanos y judíos, cada uno con su tradición musical propia. Ligeti tenía vínculos con las tres comunidades (étnicamente judío, de nacionalidad húngara y convivencia rumana), lo que aprovecha con evidente éxito en su Concierto rumano ("Concert romanesc").
 Por último, Zoltán Kodály, que fue contemporáneo a Bartók, y aunque no será nunca tan internacionalmente reconocido como éste, recibió un mayor reconocimiento en su país (probablemente también porque vivió hasta los años sesenta del pasado siglo y se desempeñó como etnomusicólogo, grabando numerosos registros de músicas populares húngaras. La obra que propone la OSCYL hoy es Danzas de Galanta ("Galántai táncok"), que, a pesar de su nombre, no son danzas sino un poema sinfónico repleto de melodías procedentes del folclore húngaro.