A Double Life es una película para amantes del teatro y el cine, para espectadores avezados que conocen sobradamente argumentos y temas de obras de teatro clásico como Othello. Es también, quién lo duda, una película para lucimiento de actor protagonista; es curioso, porque George Cukor fue siempre considerado un gran director para actrices (sobre todo para Katherine Hepburn, quien consiguió sus mejores papeles en películas suyas), pero en ésta el protagonismo arrollador es para Ronald Colman. Pero la intensa relación entre el cine y el teatro, o, mejor dicho, en el teatro dentro del teatro es el argumento principal. Podría decirse que es una película "metateatral", pues es una cinta cuyo objeto final es el teatro. Es por ello que aquellos que gusten del teatro clásico (especialmente el shakesperiano, claro) disfrutarán por partida doble, ya que el actor protagonista, Colman, está extraordinario.
Imagen tomada del sitio www.imdb.com
El argumento, en pocas palabras, es el siguiente: una pareja de célebres actores, Anthony "Tony" John (Ronald Colman) y Brita (Signe Hasso), tienen problemas conyugales debido al excesivo celo que pone él en sus actuaciones, creyéndose el personaje representado hasta el punto de convertirse en él, con todas sus características, sus virtudes y defectos. En el momento inicial, Tony está representando una comedia ambientada en aquel presente, con lo que su carácter es así mismo alegre y despreocupado, lo cual le granjea el aprecio y cariño de toda la troupe. Pero todo cambia cuando recibe la oferta de un poderoso productor teatral para interpretar a Othello, el Moro de Venecia, del bardo inmortal de Avon, mientras que su exmujer, Brita, interpretaría a Desdémona. Aquí es donde se aprecia que la película es "metateatral", pues buena parte de su metraje está dedicado a las escenas principales (sobre todo la del último acto, en el que, loco de celos, Othello acaba estrangulando a Desdémona y, tras comprender la intriga de la que había sido objeto, se suicida). Tony está espléndido en el papel de Othello, lo cual provoca un éxito sin precedentes y que la obra se siga representando durante años. Pero, poco a poco, Tony se va impregnando de Othello, o, mejor dicho, Othello se va apoderando de Tony. La pareja de actores se ha reconciliado, por otro lado, y vuelven a cohabitar. Así, la pareja vuelve a serlo por partida doble, tanto en la vida real (Tony-Brita) como en el escenario (Othello-Desdémona). Las pasiones arrebatadas del Moro de Venecia se van apoderando de él, todo lo relativo con Venecia, de hecho, acaba incluso entrando de forma casi maquinal a un humilde restaurante italiano llamado como la ciudad trasalpina en el que flirtea con una camarera llamada Pat (Shelley Winters). La relación con ella es tormentosa, llegando incluso a la intimidad de su humilde apartamento. Cuando están a punto de representar la obra trescientas veces, Tony ya está convertido en Othello a todas horas, en la escena final, el actor sobreactúa y casi estrangula a Brita (Desdémona) en la escena del "beso de la muerte". Trastornado, Tony abandona el teatro al finalizar la obra y va en busca de Pat, la camarera, tras una velada en la que el Moro de Venecia es quien lleva la rienda, el actor estrangula y mata a Pat. La policía, prejuzgando a un famoso actor que, aparentemente, no se vería nunca involucrado en el asesinato de una pobre camarera casi anónima, desestima a Tony como asesino, pero el agente de prensa del productor teatral (que, parcialmente, tomaría el papel de Casio en la obra shakesperiana), conociendo la tendencia del actor a convertirse en la vida real en su personaje, sospecha de él. Finalmente, para que se cumpla la conversión absoluta del actor en el personaje, en una representación, Tony cambia el cuchillo de atrezo con el que ha de fingir su suicidio por uno real, acuchillándose en la realidad en el escenario, muriendo poco después.
Imagen tomada del sitio www.rottentomatoes.com
En fin, ya digo, todo muy "metatetral", el teatro dentro del cine... Aquéllos que no estén interesados por el teatro clásico, que nunca hayan leído a Shakespeare les parecerá un tanto pesado, pero disfrutando del teatro, se aprecian todos los detalles del mismo, la fidelidad de la película a la obra de teatro de Shakespeare, la verosimilitud de las escenas entre bambalinas, las labores de todos los trabajadores del teatro... Y luego está, como también dije, la inmensa labor de Ronald Colman, pues es una película para lucimiento de actor. Colman fue uno de los pocos actores que supieron adaptarse al cambio del cine mudo al sonoro, pues tuvo varios éxitos en el primero, tanto en Inglaterra como en Estados Unidos, y, ya en el segundo país, tuvo gran notoriedad en el sonoro, con memorables películas como Horizontes perdidos, El prisionero de Zenda, Niebla en el pasado o La vuelta al mundo en ochenta días. En A Double Life (Doble vida fue traducida en español) se puede apreciar el lento pero inexorable cambio que el actor sufre, adquiriendo las violentas pasiones, sobre todo los celos, de Othello. Los primeros planos son muy frecuentes, mostrando esas pasiones en los gestos desmedidos del actor que está siendo devorado por su personaje.
Una gran película, otra más de un grande de Hollywood como George Cukor, capaz de sacar petróleo de sus actores.
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