lunes, 7 de diciembre de 2020

"David Copperfield", de Charles Dickens.

  Una de las obras emblemáticas de un autor imprescindible para todo aquél que trate de conocer qué es eso que llaman "literatura"... y, probablemente, una de las novelas menos leídas. Porque, claro, nadie sería tan zafio de despreciar públicamente a un Tolstói (bueno, me temo que alguno sí), pero si se le pide que resuma, lo más sucintamente posible, el argumento de Guerra y paz o el de Ana Karenina, o que hiciera un breve comentario a los principales personajes de sendas novelas... en fin... igual se lo ponía en un aprieto... Pues algo semejante pasa con Dickens y, desde luego, con David Copperfield, y, en realidad, no me sorprende mucho. No me sorprende mucho porque, incluso para mí, un tipo tan raro que disfruta con esa mal llamada "literatura victoriana" y que, a falta de Los papeles póstumos del Club Pickwick que ya tengo en la recámara creo haber leído más del ochenta por ciento de la obra del autor inglés, se me está atragantando un tanto. No se me está atragantando por las mil doscientas y pico páginas de la edición de Alianza editorial, ni por la tradicional estratagema del bueno de Dickens que hacía dejar cada capítulo (sesenta y cuatro en total) con una pequeña incógnita para enganchar al lector (recordemos que Dickens, como tantos otros autores de la época, publicó la mayor parte de sus novelas por entregas en publicaciones semanales), no, la novela se me está atragantando un tanto por lo ñoño y previsible que me está resultando. Acabo de leer lo que he escrito y hasta yo mismo me he alarmado... Veré si puedo argumentarlo.
 En fin, decir que una novela de Dickens es ñoña igual es ir demasiado lejos. Lo que quiero decir es que, a diferencia de Oliver Twist, de Grandes esperanzas, de Nuestro común amigo, de El grillo del hogar, de Historia de dos ciudades, por supuesto de Para leer al anochecer y otros cuentos de temática sobrenatural, incluso a diferencia de La tienda de antigüedades (en esta última, ya no lo tengo tan claro), en David Copperfield todo tiene un tono demasiado previsible, faltan esos giros argumentales que lo dejan a uno con el corazón en vilo; por otra parte, los personajes están, en mi humilde opinión, demasiado encasillados entre los buenos y los malos, apenas se observa evolución en sus caracteres (aparte del personaje principal, claro está). Quiero decir que, por ejemplo, desde el principio se ve que Clara Pegotty será el personaje maternal que el propio David tenga siempre a su lado; que Uriah Heep será un carácter dañino que adula para luego apuñalar por la espalda; que su padrastro, Murdstone, es mezquino y maltratador; o que la tía del protagonista (Betsey Trotwood) es un elemento protector dentro de su excentricidad... Se podría continuar con todos los personajes, ninguno sorprende, todos son definidos de forma plana y evidente sin que haya cambio posible en sus caracteres; a un servidor le hubiese gustado que alguno de ellos cambiaran absolutamente, de blanco a negro, su personalidad o comportamiento, no sé, estoy pensando en el señor Scrooge de Cuento de Navidad; evolución, en definitiva, de los personajes.
 Tal vez sea muy pretencioso por mi parte hacer críticas tan acerbas a una de las grandes obras por excelencia de la literatura universal, pero... así lo siento, perdón si molesto a alguien. En todo caso, los eruditos críticos literarios dicen que David Copperfield es prácticamente una autobiografía, quizá el autor se vio arrebatado por una visión más almibarada que perjudicó su talento creativo... no sé.

  Por supuesto, cuando digo "visión almibarada" no quiero decir que la novela esté libre de situaciones de una dureza terrible, especialmente si consideramos que atañe a la vida de un niño y que, en aquella época victoriana, el hambre, la enfermedad o el maltrato se generalizaban entre los infantes de clase baja hasta el punto de llevar la mortalidad infantil hasta unas cotas que hoy se antojan inadmisibles. En eso sí que es "Dickens puro": un retrato sin tapujos de una sociedad embrutecida en el trabajo para que las clases dirigentes pudieran disfrutar del estatus socioeconómico más alto que había en aquel entonces en la faz del planeta; al igual que en Oliver Twist, Dickens retrata a niños trabajando de sol a sol en oficios peligrosos (deshollinadores, limpiadores, mozos de cuadra...), muchas veces pagados con poco más que un poco de pan y un camastro en un dormitorio comunal. 
 Ahora que lo pienso, lo anodino, más que en lo contado, es cómo lo cuenta. Y de nuevo, otra barbaridad. Decir de Dickens, uno de los genios literarios de todos los tiempos, alguien que fue capaz de compaginar como nadie la descripción y la narración, haciendo que tanto ambientes como personajes fueran delineados perfectamente a la vez que no se perdía un ápice del hilo narrativo, es, cuando menos, arriesgado. Lo que trato de decir es que, en las más de cuatrocientas páginas que he leído hasta el momento, no he encontrado sorpresa argumental alguna, todo está mostrado de antemano. También puede que haya leído "demasiado" a Dickens y ya lo tenga "calado" desde el principio, en fin... Hablando del argumento: vida de David Copperfield (ya digo, álter ego del autor) desde su nacimiento hasta su muerte, así como de los que circunstancialmente lo rodean; seres despiadados que se aprovechan de su candor y otros que lo tratan de proteger de todo mal. Todo narrado en primera persona, cual si de diario personal se tratara, pero de modo retrospectivo.