jueves, 21 de febrero de 2013

Parques "para leer": El Retiro

  Iniciando esta nueva sección, la de parques públicos que utilizo para perderme y leer, no podía por menos que comenzar por El Retiro; ya dije que, habiendo pasado mi infancia y juventud en la calle Ibiza de Madrid, El Retiro se constituyó como mi segundo hogar, el paisaje de mi niñez.
   Ya en mi juventud, cuando la lectura se había consolidado como un refugio a las asperezas de la vida y a las insatisfacciones de las relaciones humanas, El Retiro me vio leer libros enteros, hora tras hora, sentado en alguno de sus miles de bancos, fundiéndome yo mismo con aquel agraciado paisaje. Recuerdo haber leído allí Campos de Castilla de Antonio Machado o aquella antología poética que mencioné haber comprado en la Librería San Ginés... incluso recuerdo haber escrito pequeños relatos, ya perdidos, en aquellos incómodos bancos.
   No sé cuántas horas de mi vida "habré dejado" en El Retiro, primero con mi madre, cuando era un niño pequeño; luego con mi abuelo Alfonso, en caminatas matutinas que precedían a la comida dominical y que supusieron charlas interminables que jamás olvidaré; ya en mi juventud, en soledad, con mis fantasmas... El Retiro siempre estuvo ahí, y, por supuesto, también en una de mis actividades fundamentales, la lectura.