viernes, 22 de abril de 2016

Ahora leyendo: "¿Dónde estabas, Adán?", por Heinrich Böll.

 Comienzo otro autor galardonado con el Premio Nobel (este en 1972) y del que ya he leído más de una novela: Heinrich Böll.
Imagen extraída de Commons Wikimedia.
   Heinrich Böll, máximo representante junto con Günther Grass de la llamada "Literatura de escombros", es decir, de la literatura de posguerra en Alemania que psicoanalizaba en profundidad la maltrecha consciencia alemana, su identidad colectiva, sus barbaridades del pasado... en fin, una puesta a punto hasta la esencia de la "alemanidad" (perdón por el palabro). Esa es, probablemente, una de las mayores virtudes sociales que tiene la literatura: la capacidad de entenderse a uno mismo (sea el uno individual o el uno colectivo) o al menos de tratar de conseguirlo. Es una actitud imprescindible para cualquier sociedad que quiera seguir adelante tratando de asumir un pasado tan horrible como el que tuvo que asumir Alemania a partir de 1945 (militarismo, racismo, genocidio...). Por tanto, Böll y Grass entre otros ayudaron a que Alemania sea lo que es hoy: un país moderno, sano y libre de fantasmas (todo ello hasta cierto punto, claro).
  En ¿Dónde estabas, Adán? la trama sucede en un lugar muy frecuente en Böll: la guerra, pero que nadie se equivoque, el lado de la guerra de Böll no tiene nada que ver con heroicidades ni banderas al viento, no. La guerra de las novelas de Böll es la de la derrota total, con la miseria moral campeando por sus fueros, cuando ya todo el mundo se plantea si tiene sentido seguir en su puesto o simplemente huir en desbandada (de nuevo aquí, la imagen estereotipada del perdedor es mucho más interesante y poliédrica que la del vencedor, mucho más predecible y plana). El protagonista de la novela (Feinhals) es un soldado alemán destacado en Hungría cuando el Ejército Rojo está ganando kilómetro tras kilómetro y los nazis se retiran con el honor magullado; en ese contexto de inesperada derrota, el hombre pierde gran parte de su fanatismo y soberbia (todos, nazis incluidos) y comienza a preguntarse por su proceder... ¡Ay si en nuestra "pacífica" sociedad actual los "grandes prohombres" hicieran examen de conciencia con frecuencia! Sea como fuere, la novela deja clara que la derrota militar (léase en nuestras vidas, derrota social o personal), entendida como una piedra de toque de la vida, facilita la introspección reflexiva y por tanto la capacidad de cambio y mejora.