jueves, 14 de marzo de 2013

Ahora leyendo: "Libros de maravillas para niñas y niños", de Nathaniel Hawthorne

   Así, con ese título que parece un chiste en sí mismo: Libro de maravillas para niñas y niños, la editorial Acantilado publica una de las "obras menores" de Hawthorne.
   Según cuentan, se trata de una idea del propio autor, quien intenta modernizar (adaptar a mediados del XIX) ciertos mitos grecolatinos para que fueran más entendibles por la población del momento, especialmente la juvenil. Así se reescribe los mitos de Perseo y Medusa, el rey Midas, la caja de Pandora o el viaje de Hércules al Jardín de las Hespérides entre otros.
  Interesante experimento para uno de los autores considerado como "padre de las letras norteamericanas", autor de la Letra escarlata, archiconocida historia -sobre todo por las varias versiones cinematográficas- en la que denuncia la actitud puritana y fanática de la sociedad del Este de Estados Unidos en el siglo XVII. Nathaniel Hawthorne nació, de hecho, en Salem, Massachusetts, donde se encarnaría una de las mayores aberraciones sociales de aquel país con la "quema de brujas". En ese rincón noreste de aquel país, lo que se llama Nueva Inglaterra, se darían grandes genios literarios y filosóficos, además del propio Hawthorne: Thoreau, del que hablé en otras ocasiones; Ralph Waldo Emerson, más filósofo que novelista; mi muy admirado H.P. Lovecraft, nacido en Providence, Rhode Island; o la genialidad depresiva de Sylvia Plath.
 

Inciso cinematográfico: "El amigo americano", de Wim Wenders

  No me gusta mucho el género policíaco, ni en cine ni en literatura; de Patricia Highsmith he leído muy poco, solo recuerdo una recopilación de relatos titulada Crímenes bestiales, en la que los animales tenían un importante rol; aun con todo, sí me gustó El amigo americano, que participa de todos las características, buenas y malas, de la llamada "novela negra".
   Será porque Bruno Ganz y Dennis Hopper son unos de mis actores favoritos, será porque Wim Wenders es uno de los directores que más aprecio, o que la experiencia de la novela negra en el ambiente industrial -un poco decadente- de Hamburgo parece hecho a medida... lo cierto es que el resultado me resulta muy atractivo. Supongo que para los que no nos gusta la novela negra, consideramos que son relatos poblados por tipos con sombrero y gabardina, que fuman con gesto de duros y responden lacónicamente con voz de barítono... ese es el estereotipo, por supuesto El amigo americano se aleja totalmente de él, muestra a un tipo totalmente normal, interpretado genialmente por Bruno Ganz, que se ve tentado a la vida criminal por una serie de circunstancias familiares y personales.
   Al margen del argumento, la dirección espléndida de Wenders permite que el espectador se sienta parte de la película, de nuevo con esa subjetivización de las secuencias. Una vez más, como ocurre con frecuencia con las películas de Wenders, se hizo una mala copia en Hollywood, titulada El juego de Ripley, de la que solo cabe destacar la actuación del protagonista, John Malkovich.