sábado, 4 de agosto de 2018

"Rechicero", una novela del Mundodisco, por Terry Pratchett.

 Es curioso, el primer volumen de la saga Mundodisco me pareció un tanto anodino. Me gustó, pero, en su momento, pensé que no leería más. Otro cambio: éste es la quinta novela y ya compré la sexta. Con cada novela de Pratchett que leo, menos me fijo en el argumento principal y más en la forma, sobre todo en lo sarcástico y el humor negro en partes aparentemente secundarias. Si juntásemos todas esas frases irónicas haríamos un diccionario enciclopédico Pratchett-Vida, Vida-Pratchett que sería realmente imprescindible para sobrevivir a esta vida sin sentido con una sonrisa en la cara, o, al menos, media sonrisa.
  En esta entrega se vuelve al "arco argumental" de Rincewind, personaje impagable que de mago apenas tiene, pero de superviviente lo tiene todo. Un rechicero, según el texto, es el octavo hijo del octavo hijo de un mago. Como se supone que los magos han de ser célibes, no suelen darse, lo cual es afortunado, pues su capacidad mágica es muchísimo mayor que las de los magos del máximo poder, lo cual pone en serio peligro la existencia misma del Mundodisco.
 Y, sin embargo, ese argumento, al menos para mí, es irrelevante. Lo mejor es que el Mundodisco es, obviamente, una burla de nuestro pobre planeta, el cual no tiene más culpa que la de tener que soportar más de siete mil millones de seres humanos (según datos de Naciones Unidas) que no valen sino para creerse, todos y cada uno de ellos, por encima de los demás... y si no se inventan un titulito de una universidad (como los de la Universidad Invisible de Pratchett) que dice que sabe aunque no sepa hacer la "o" con un canuto. Es verdaderamente asombroso la cantidad de individuos que he visto parodiados en estos libros, así, por ejemplo me he encontrado con mi familia al completo parodiados como gente pretenciosa y arrogante que, en realidad, apenas saben limpiarse el culo.
  Pero lo mejor es que la parodia es optimista, nada de resentimientos ni rencores... obviamente, no lo merecen. Terry Pratchett se ríe de la grandilocuencia humana de una forma que le reconcilia a uno con la vida... con una vida más decente, al menos en lo moral.