viernes, 27 de mayo de 2016

Ahora leyendo: "Matadero Cinco", por Kurt Vonnegut.

 Cambiando totalmente de tercio, comienzo con la que es la obra más aclamada del americano de origen alemán Kurt Vonnegut. Es un cambio absoluto con Walser, Vonnegut es un tipo mucho más irónico y sarcástico, hace de la escritura un ejercicio de burla de todos y de sí mismo.
  Matadero Cinco narra las terribles experiencias del propio autor en la Segunda Guerra Mundial. Según parece Vonnegut fue hecho prisionero por los nazis y llevado como prisionero a Dresde pocas semanas antes del bombardeo indiscriminado que sobre aquella ciudad perpetraron los aliados en febrero de 1945 (otro crimen de guerra -si no es un crimen toda guerra en sí- esta vez cometido por el otro bando). Pero que nadie espere tremendismos ni lágrimas, Vonnegut lo narra con una ironía que en absoluto aleja la impresión de la barbarie de todo aquello. Además, como trufa del pastel, lo entrelaza con una historia de abducción alienígena... Sí, el protagonista, Billy Pilgrim es supuestamente abducido por alienígenas del planeta Trafalmadore cuando ya han pasado décadas y ejerce como óptico en Estados Unidos. El efecto de tal abducción consiste en saltos hacia atrás y delante en el tiempo que le llevan a recordar los tiempos de la guerra y entrelazarlos con los del presente en América.
  El resultado es extraño pero brillante, otorga una originalidad y una rapidez al texto que lo hace francamente intrigante. La prosa de Vonnegut es rápida y fácil, sin finuras ni artificios, muy americana (de ahora), muy periodística.

¿Quién diablos es Robert Walser?

 Ni idea. Una especie de demente, hermoso poeta, observador minucioso, pobre de solemnidad, admirador de la belleza, vagabundo, pensador obsesivo, miniaturista, escritor compulsivo... ¡vete tú a saber!
  Tal vez fue un tipo insufrible acuciado siempre por su esquizofrenia, alguien que hizo la vida más desgraciada a aquellos con los que convivió (como cualquier otro ser humano). Pero a mí, que no lo conocí, que incluso ya llevaba más de dos decenios muerto cuando yo nací, me ha sobrecogido leer ese pequeño tesoro llamado El paseo. Que nadie se confunda, estoy seguro de que su prosa tan desestructurada, tan falta de la más mínima organización, con una puntuación tan peculiar podría hacer infumable una novela de más de quinientas páginas, algo así como el Ulysses de Joyce. Pero El paseo es un relato de apenas ochenta páginas que permite esta digresión formal. Es un relato, en cualquier caso, que puede dar origen tanto a Hermann Hesse como a Kafka, al menos en sus planteamientos: el obsesivo y absurdo surrealismo del checo estaría (que, sin embargo, lleva a convertir a un tipo que se convierte en insecto en el más cuerdo de todos y a los demás en locos de atar) estaría presente en Walser, y la búsqueda de la belleza del alemán (en buena medida escudriñando los paisajes suizos) también están en Walser.
 Es una literatura pura, de alguien que en absoluto está buscando ser escritor, publicar o ser leído. Esto le lleva a crear belleza absoluta sin grandilocuencia ni aparatosidad.
 En fin, profundizaré más en Robert Walser con la precaución de lo que puede suponer su tipo de narrativa en novela larga. 
 Por cierto, como recordatorio del tempus fugit, pongo la hórrida foto de su muerte, dando un paseo (como hacía con cotidianeidad) en un paisaje nevado, en los alrededores del sanatorio en el que estaba voluntariamente ingresado.