sábado, 4 de julio de 2015

Ahora leyendo: "Zothique, el último continente", por Clark Ashton Smith.

 Otra novela de la Colección Gótica de Valdemar, esta vez es una reedición (tengo que decir que el antiguo formato de dicha colección me gustaba más, era más cercano al libro de bolsillo que, aunque más humilde, facilita a los que, como yo, tratamos de leer allá donde vayamos): Zothique, por Clark Ashton Smith, un amigo y discípulo de Lovecraft aunque, en mi opinión, no tan aventajado como el maestro.
   Zothique es un continente perdido de un planeta Tierra irreconocible, en él tienen lugar peripecias fantásticas en un ámbito no tan terrorífico como en los relatos de Lovecraft; de hecho, los tres relatos que he leído de Zothique me han parecido un pelín blandos, más pensados para lectores jóvenes que para adultos. Nada que ver, obviamente, con las creaciones lovecraftianas.
 Ashton Smith formó, pues, parte de esa pléyade de escritores que, obnubilados por el vasto mundo que esbozaba Lovecraft en las famosas revistas "pulp", recrearon lo que tenían en mente. Participó en Los mitos de Cthulhu y fue considerado parte de una supuesta tríada genial con el de Providence y Robert E. Howard. Ya hablé de Howard, fue el tejano que se saltó la tapa de los sesos a los treinta años, un creador de personajes de ficción inolvidables, que han sido un verdadero filón para otros escritores y guionistas cinematográficos, entre ellos Conan el Bárbaro y Solomon Kane. Pero, al menos en mi opinión, tanto Howard como Ashton Smith tienen una prosa más pobretona que Lovecraft, sus relatos son más previsibles y no utilizan los recursos estilísticos de los que este era maestro.
  Zothique me parece un conjunto de relatos correcto, medianamente interesante, pero echo en falta algo más de mordiente. 

"yo, asesino", por Antonio Altarriba y Keko.

 Probablemente el mejor guionista de cómic español de nuestros días, Antonio Altarriba, presta su negra historia a Keko, un ilustrador experto en el blanco y negro y el oscurantismo... ¡vaya, que esto no es, precisamente, Tintín!
   Altarriba fantasea con un argumento tan antiguo como la humanidad: el asesinato cometido sin pasión, sin interés, solo por el "placer de matar". Porque parece que los homicidios pasionales o interesados son muy animalescos, igual que un león mata a otro para usurpar su puesto en la manada, por ejemplo, así el ser humano se mata desde tiempos inmemoriales, parece que no es, por tanto, nada que se salga de la norma evolutiva; sin embargo, el asesinato aparentemente sin sentido, en el que no hay relación entre víctima y verdugo (algo que, pocas veces, pero ha ocurrido) es exclusivamente humano.
  El cómic es doblemente desasosegante pues el personaje, Enrique Rodríguez, tiene, gracias a Keko, el físico de Altarriba y también, al menos en parte, oficio semejante a su autor como catedrático en la Universidad del País Vasco, con lo que, a partir de ahora no podré dejar de sentir cierto escalofrío cuando lo vea en alguna feria del libro o charla literaria...
 Esta novela gráfica fue honrada en Francia con el Gran Premio de la crítica ACDB de 2015. Sin duda su originalidad permite vislumbrar nuevos horizontes para el cómic de adultos; precisamente Altarriba es el autor de otro del que ya hablé aquí: El arte de volar, una historia gris (en el sentido de apegado a lo terrenal) que llega a ser  angustioso por la verosimilitud que tiene con la vida real.